viernes, 6 de abril de 2012

Mesa compartida

5 de abril 2012 - Jueves Santo
"...Haced esto en recuerdo mío"


Celebramos como parte importante de la Semana Santa la fiesta del Jueves Santo.
Las ceremonias y desarrollo de las mismas van cargadas de simbolismos, de enseñanzas, de ritos y recuerdos antiguos que hacen que sea difícil de centrar todo lo que la iglesia nos quiere trasmitir.

Las explicaciones de los sacerdotes, en general, adolecen de lo mismo. Supongo que tanto quieren decirnos y explicarnos que, posiblemente, sientan que les falta tiempo, que no pueden comentarlo todo...

Y, al final, nos volvemos a casa con una gran cantidad de ceremonias y rezos; pero que, tal vez, están bien lejos de nuestra vida, de la comunidad, de nuestro mundo. Y que, sinceramente, comprometen poco.

Por otra parte, al tiempo que escucho sus comentarios surgen en mí un montón de preguntas a las que no se suele responder...
-La afirmación de que "sin sacerdotes no hay eucaristía"... ¿De verdad? ¿Por qué?
Se ha unido (los sabios y doctores de la institución) eucaristía y sacerdocio... Y si la comunidad cristiana o de seguidores de Jesús no dispone de alguien "marcado y consagrado" por la autoridad, entonces no puede celebrar el recuerdo de Jesús... Así lo dicen; pero tiene fundamento, de verdad?
-Se afirma que "Jesús se ofreció como víctima por los pecados de todas las personas..."
Si se ofreció (hizo él el sacrificio de su vida), entonces lo que se llama el "sacrificio de la misa" no es tal porque eso Jesús ya lo hizo.
Y si Jesús "pagó el rescate" por nuestros pecados (los de todos), entonces estamos salvados... Todos! ¿Cuál sería entonces la condición para recibir esa salvación?
-Se insiste mucho en la "presencia física de Jesús en la eucaristía"... Y se habla de ella de manera que actuemos delante de ella como si estuviéramos ante el rey, ante el gobernador, ante la gran autoridad: arrodillarse, humillarse, guardar silencio, portarse bien... Y si hacen lo que se llama la "exposición del santísimo"... Entonces hay que actuar con más cuidado, velar y estar de guardia...
¿Tiene todo eso sentido?
Si la eucaristía es la mesa común, la imagen del reino de Dios en el que todas las personas comparten la misma mesa, viven y se sienten hermanos... entonces nuestra eucaristía debería hacer realidad todo eso. Y no puede ser como "mi alimento" particular, mi unión con Jesús, mi alimento de Dios...
Eso lo aprendí desde pequeño, desde la primera comunión... El proceso era: confesarse de faltas y pecados y después ir a comulgar... Era mi proceso, mi relación con Dios, poner en orden mi vida para conectarme a él y así encaminarme a la vida del cielo...
Y eso ha sido una constante en mi vida y supongo que en la vida de muchas personas seguidoras de Jesús de Nazaret.
Ahora, cuando participo en estas ceremonias y ritos, no dejo de preguntarme si "nuestra eucaristía" tiene el sentido que le dió Jesús. Una mesa compartida imagen del reino de Dios. Una fraternidad de personas que creen en la buena noticia del reino y que, al compartir la misma mesa, borran sus diferencias, se dan la mano, se perdonan y vuelven a encaminarse por la senda de Jesús... sabiendo que él será siempre el viviente, que sigue a nuestro lado, que cuando compartimos nuestra mesa se hace presente...
Compartir mesa, eso que llaman "comensalía", es mucho más que recibir la comunión de manos de un sacerdote o de otra persona. Compartir mesa, como dice José M. Castillo, es mucho más que comprar comida para dársela a los que la necesitan; es mucho más que dar dinero para que se la compren... Compartir mesa tiene mucho de acogida, de comer juntos compartiendo lo que tenemos. Prestar atención a la persona, a su vida, a cómo es, qué dice, qué hace...
Si mi eucaristía, la de mi comunidad, fuera todo eso... sería signo de algo bien distinto.
¿Verdad que no suena eso de "el reino de Dios se parece a un banquete...", "...a una boda", "...a una fiesta"?
Hoy, hago mi oración suspirando porque "tu reino se haga realidad en mi vida, que vaya apareciendo..."

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