martes, 28 de septiembre de 2010

Si tiene a Dios...


Ayer me lo decía una amiga: "Si usted tiene a Dios, lo tiene todo".
Yo le respondí que no lo tenía. Bueno, que lo tenía un poquito solo.
Y es que, de entrada, me sonaba mal. Eso de tener a Dios... me parecía algo así como disponer de él, tenerlo de mi lado para cuando me hace falta.
A lo mejor todo esto es hacer filosofía; pero me parece desacertado ese lenguaje. Nosotros no "tenemos" a Dios. Si acaso, El nos "tiene". Las personas muy religiosas podrán decir que Dios les tiene de su mano, les acompaña, les guía, está con ellas...; pero no que lo tienen.
Por otra parte, cuando alguien empieza a decir que tiene a Dios, me temo que está rozando el lenguaje fundamentalista. Yo, mi Dios, mi verdad, mi religión, mis dogmas, mi camino seguro. Y entonces me siento inseguro delante de tales afirmaciones.
Dios es más grande que todo eso. Dios (a quien proclamamos Hacedor, Fuente de Vida, Centro de todo Bien y de todo Amor) está más allá de todas las afirmaciones y proclamaciones de las diferentes religiones. No se ciñe a una "revelación", ni a una doctrina, ni a lo que han podido decir los hombres a lo largo de toda la historia.
Me confieso seguidor de Jesús de Nazaret; pero estoy convencido de que Dios y su presencia está desparramada por toda la historia y por toda la humanidad. Y nadie es absoluto. Nadie tiene todo.
Por eso, sólo puedo afirmar que todos llevamos una pequeña parte de Dios (la vida, la chispa, el espíritu, la tensión hacia el amor y hacia el bien, lo mejor que hay en cada uno). Al recibir la vida de nuestros padres recibíamos también todo eso: su tradición, sus costumbres, lo mejor y lo peor de cada familia, y siempre una tensión hacia el bien y el amor que es el principio y el fin de todas nuestras vidas.
Entonces, lo que importa es que seamos capaces de avanzar en esa dirección sin arrogancia y sin presunción, abiertos a toda verdad que aparece en nuestro camino, en la gente que nos rodea. Así me encamino hacia Dios confiando siempre que nos espera a todos, que esa vida que brotó de El y a El vuelve llegará a su plenitud...
Y todo eso, el encaminarme a Dios, en descubrir en todas las criaturas ese paso de Dios, esas señales de su vida, de su amor y su ternura, las voy viendo de la mano de Jesús de Nazaret.

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