domingo, 11 de julio de 2010

Haz tú lo mismo


11 de julio - Domingo 15º tiempo ordinario
-Conviértete al Señor con todo tu corazón y con toda tu alma
-Cristo Jesús es imagen de Dios invisible
-Amar a Dios y al prójimo...(Ley) - ¿Mi prójimo?... El samaritano. "Anda, haz tu lo mismo".

Las enseñanzas que hemos recibido nos han hecho "personas de orden". Nos han marcado las líneas a seguir: mandamientos, normas, limitaciones, prohibiciones... Todo estaba escrito y explicado. Finalmente nos convertimos en personas de la ley, de lo que está mandado. Hasta el lenguaje popular lo asumió y para decir que una cosa está bien se decía: "Hecha como Dios manda" o simplemente "como está mandado"...
Entonces, toda nuestra tarea era cumplir. Cumplir con la obligación de "ir a misa", por ejemplo. O "cumplir por Pascua" (confesarse y comulgar). O "Casarse por la iglesia", etc.
Es como la herencia del pueblo judío. La ley, los mandamientos... y los maestros de las iglesia han mantenido ese estilo y esa tradición, a pesar de renegar del origen judío y distanciarse públicamente de todo aquello que pudiera significar las maneras y el pensamiento judío.
De todos modos, basta pensar y recordar todo lo que hemos recibido como enseñanza y tradición:
Jesús fue judío y todas las primeras comunidades cristianas eran judíos. Y cuando Pablo escribe sus cartas a las diferentes comunidades habla como un judío, utiliza toda una terminología que podían entender los judíos y las razones que da arrancan de su formación y cultura judía aún cuando trata de abrise al mundo y cultura griega.
Y dicho todo esto, no deja de extrañar que los grandes maestros de la tradición cristiana se hayan agarrado tanto a la Ley cuando ni las palabras ni la vida de Jesús señalaron ese camino. Igualmente Pablo insistirá una y otra vez en que no es la Ley la que nos salva...
Hace pocos domingos lo leíamos:
En la carta a los cristianos de Galacia: "El hombre no se justifica (se salva) por cumplir la ley". Y en otro sitio dice: "Ya no hay distinción entre judíos y gentiles..." Todavía más: "Vuestra vocación es la libertad..." Y el domingo pasado: "Lo que cuenta no es circuncisión o no circuncisión (ser judío o no), sino ser criatura nueva"...
Es como si esas indicaciones las hubiéramos dejado al margen para seguir insistiendo en el cumplimiento de la ley...
Y aquí llega la lectura de hoy con la pregunta que un letrado le hace a Jesús:
-"Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"
Jesús le remite a lo que todo el mundo sabe y dice: -"Qué dice la Ley?" Y el letrado que se lo sabe le cita la ley: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma... Y al prójimo como a tí mismo".
-"Bien dicho. Haz eso y tendrás la vida eterna". Eso es lo que dice la ley. Si sigues la ley... cúmplela!
A la pregunta de "quién es mi prójimo..." Jesús responde con una historia, un cuento. No responde con la ley, no busca las explicaciones que se daban , no trata de interpretar la ley... No! Es como si tomara otro camino.
Y en la historia aparece un sacerdote (un cura como los de ahora), igualmente un levita (como si dijéramos un fraile)... Hombres cumplidores de la ley, que seguían las normas y mandatos. Porque no dice que fueran malos, ni que dijeran algo en contra...No! Simplemente, pasaron de largo. Tendrían sus obligaciones que cumplir.
Luego pasó un samaritano. Nada menos que un samaritano: peleados con los judíos, que no seguían la ley, que no acudían al templo de Jerusalén, que no seguían las tradiciones judías... Pasó el samaritano y atendió al herido, lo cuidó y pagó por él...
-"Quién crees tú que se portó como prójimo del herido?
-El que practicó misericordia con el herido, el samaritano.
-Anda, haz tú lo mismo".
Fijémonos bien. Arranca la lectura con aquello de "qué tengo que hacer para heredar la vida eterna"...
La ley da una respuesta. Y Jesús señala una dirección más cercana a nosotros: "Anda, haz tú lo mismo".
Creo que nuestra vida sería muy distinta si nos dejáramos guiar por estas palabras de Jesús. Recordemos una vez más que no es el cumplimiento de la ley lo que nos salva; sino la misericordia, la compasión, la solidaridad. "Anda, haz tú lo mismo".
Amén.

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