jueves, 7 de marzo de 2024

La luz ha venido al mundo

"...y los hombres han preferido las tinieblas"

10 de marzo 2024

Para la celebración de este domingo Imma Calvo nos ofrece esta introducción: -"En esta cuarta semana de Cuaresma, el evangelio de Juan recurre a la luz para hablar de la salvación, entendida como plenitud de vida. Esa forma de vivir que encuentra sentido a las cruces y dificultades, que no juzga y va contra el mundo y no se esconde tras las sombras de la falsedad. Una luz que no tenemos que ir a buscarla. Está dentro. Dejemos que brille."

Y Rosario Ramos escribe, también, un hermoso comentario resumido en estas palabras: -"Jesús, a través de este discurso, concentra tres mensajes en uno y que puede ayudarnos a redirigir nuestra vida para avanzar en un camino más auténtico. Somos eternidad, somos plenitud, somos luz; somos llamad@s a bendecir, incluir, liberar, nunca a maldecir, excluir y condenar. Así podremos vencer “las tinieblas” que nos desplazan de lo esencial."

El evangelio de Juan, utilizando un lenguaje lleno de símbolos, nos habla de la experiencia de su comunidad de seguidores de Jesús. Para aquella comunidad, para aquellas personas, seguir las huellas de Jesús fue encontrar sentido a su vida. Caminando tras él, viviendo a su estilo, descubrieron la luz que iluminó sus vidas, que dio sentido a todo lo que hacían. Había personas que aceptaron y acogieron el mensaje. Otras siguieron su camino indiferentes a la invitación que les sugería un mundo nuevo, una humanidad nueva.

Hoy en día, siguiendo el ritmo y la cadencia de las celebraciones religiosas, también a nosotros se nos habla de salvación: Misa-eucaristía; devociones y rezos; predicaciones y retiros de preparación para la Semana Santa y la Pascua.

-¿Cómo entendemos eso de la salvación? ¿Es algo religioso? ¿O se trata de algo que afecta a mi vida?

Fray Marcos nos ayuda a centrarnos y entender un poco mejor lo que significa: -"Hablar de salvación es plantearse el sentido último de la vida. Sería desplegar las más elevadas posibilidades humanas. El término “salvación” tiene connotación negativa y eso es muy peligroso a la hora de entender el evangelio. El pensar en la salvación en términos negativos ha paralizado nuestra vida espiritual. He creído que, si elimino el pecado, estoy salvado. Salvarse no es evitar la condenación, sino llevarnos a plenitud de ser, al límite las posibilidades de nuestro verdadero ser."

Esa luz que ha venido al mundo de la que habla Juan, habitualmente, la aplicamos a Jesús de Nazaret. Y lo hacemos refiriéndonos a él de muchas maneras: Nuestro Salvador, nuestro Redentor, nuestro Camino, el que quita el pecado del mundo, el que nos da nueva vida... Y muchísimas otras invocaciones. Es nuestra esperanza de que nos salve. Al final es nuestro deseo que (alguien de fuera) venga a rescatarnos, nos libere y nos lleve a la vida eterna. De ahí que, por medio de nuestras súplicas y oraciones (nuestra vida religiosa), confiamos en que, de una forma u otra, al final nos salvará.

Realmente ¿es ése el mensaje del evangelio? Eso de preferir las tinieblas a la luz ¿qué puede significar? ¿Cuáles son los objetivos de mi vida? Aceptar la luz, al igual que ser buen seguidor de Jesús (buen cristiano) no es ser más religioso, sino mejor persona, con unos valores de integridad, de solidaridad, compasión, ternura y entrega (siguiendo las huellas dejadas por Jesús de Nazaret).


"La verdadera salvación -comenta Fray Marcosno puede venirme de fuera; tiene que surgir de lo más hondo de mi ser. Desde ahí, Dios hace posible mi plenitud. Hay que tener claro que me salva totalmente Dios y me salvo totalmente yo. La acción de Dios y la del hombre, ni se suman ni se restan ni se interfieren, porque son de naturaleza distinta. "Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti" (S. Agustín). Todo lo que depende de Dios ya está hecho. Para que se complete mi salvación solo falta lo que depende de mí."

Por eso tengo miedo de que, en más de una ocasión, hayamos preferido las tinieblas, el modo de vivir y entender que nos proponen las modas, lo que se lleva, el consumo, el gozar de la vida sin preocuparme de los demás, la comodidad de lo mío olvidando esa parte de la humanidad que no tiene opciones y (damos por sentado) que el destino, su mala suerte, les ha hecho nacer en lugares y situaciones que su vida sea realmente infrahumana.

Llamados a ser luz es intentar que nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras palabras y nuestros hechos, sean luz que ilumina mi pequeño mundo, mi entorno... Llamados a salvarnos unos a otros descubriendo y acogiendo a ese Dios (el de Jesús de Nazaret) que está y vive en todo y en todos y al que no acabamos de descubrir y de acoger.


Texto del evangelio de JUAN 3, 14-21


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