viernes, 15 de septiembre de 2023

¿Cuántas veces tendré que perdonar?

-Ten paciencia conmigo...

17 de septiembre 2023

Seguimos leyendo/escuchando el evangelio de Mateo (capítulo 18) y este domingo continúa el tema del perdón, corrección entre hermanos, entendimiento y, en definitiva, del amor que es la base de toda convivencia.

En nuestras comunidades cristianas (en la Iglesia en general) hemos ido haciendo una especie de adaptaciones del mensaje de Jesús de Nazaret de manera que hablamos de perdonar, pero no olvidar. También solemos añadir que, ante todo, el pecador tiene que arrepentirse. Del mismo modo aceptamos perdonar, pero que primero lo pague. Además llegamos a añadirle a nuestro perdón detalles que rozan la xenofobia, el racismo, el desprecio a la persona diferente, o tienen una cultura o religión diferente...

En nombre de Dios, en nombre de la religión (lo nuestro) hemos terminado por tener un evangelio de nuestra medida haciendo una traducción hecha a nuestra medida: "...perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos..." Con lo que el modelo somos nosotros. La manera de Jesús de Nazaret, el modelo que nos propone es "el padre del hijo pródigo..."; Dios, nuestro padre, que hace salir el sol sobre buenas y malas personas; y hace caer la lluvia sobre unas y otras... Y añade aquello de: "si amáis a los que os hacen bien...", "si hacéis el bien o invitáis a comer... a vuestros hermanos o amigos, no es eso lo que hacen los paganos y publicanos?"

Pedro le pregunta si tiene que llegar a perdonar siete veces... (que ya era mucho) y le responde que hasta setenta veces siete... Algo que no es para traducir y sacar la cuenta, sino tratar de entender el perdón y el amor de Dios.

Como escribe Fray Marcos: "Para entrar en la dinámica del perdón, debemos tomar conciencia de nuestro verdadero ser y de la manera de ser de Dios. Experimentando la ÚNICA REALIDAD, descubriré que no hay nada que perdonar, porque el otro no obró por malicia sino por ignorancia. Desde nuestro concepto de pecado como mala voluntad o deseo de hacer daño por parte de otro que me quiere mal es imposible que nos sintamos capaces de perdonar. El pecado no es fruto nunca de una mala voluntad, sino de una ignorancia."

Me llamó la atención este comentario de Fray Marcos. Hemos llegado a desarrollar el concepto de pecado hasta unas dimensiones increíbles. Hemos añadido mala voluntad, malicia, rencor, y una gran cantidad de detalles de manera que, incluso a la hora de confesarse, se tenía la impresión de estar ante un juicio sumarísimo en el que cada detalle tenía su peso y condicionaba la posibilidad del perdón y la penitencia que le correspondería... No podía ser fácil reconocer en todo ello al Padre bueno y misericordioso, al que se le conmueven las entrañas y sale al camino a acoger al hijo que estaba muerto y ha resucitado... Y le hace vestir un vestido nuevo y le hace una fiesta.


Sigue la reflexión de Fray Marcos: "...Dios es amor y por lo tanto es también perdón. No tiene que hacer ningún acto para perdonar; está siempre perdonando. Su amor es perdón porque llega a nosotros sin merecerlo. Ese perdón de Dios es lo primero. Si lo aceptamos nos hará capaces de perdonar a los demás. Eso sí, la única manera de estar seguros de que lo hemos descubierto y aceptado, es que perdonamos..."


Eso es evangelio, mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios. En cuanto nos salimos de esa vía, de ese cauce, estamos haciendo Derecho Romano, Jurisprudencia que habla de actos legales o ilegales, de derechos y deberes, de obligaciones y contratos, de penas y condenas...; pero todo eso está muy lejos de la manera de pensar de Jesús de Nazaret.

Las primeras comunidades de seguidores lo tenían muy claro. En los textos de los evangelios se resumirá ese mensaje en el Amor. El apóstol Juan, en sus cartas, insistirá en ese amor que nos ama aún siendo pecadores... y nos hace hijos suyos. Pablo escribe aquella especie de himno al amor: ...aunque hablara la lengua de los ángeles..., aunque diera mi cuerpo a las llamas..., aunque tuviera una fe que moviera montañas... Si no tengo amor, de nada me sirve.


Y para entender el amor del que nos habla el evangelio, del que habla Juan o Pablo... sólo tenemos que mirar a Jesús de Nazaret y seguir sus huellas. Sólo así entraremos en esa dinámica del reino de Dios y empezaremos a parecernos a nuestro Padre.


Si me falta el amor

1. Aunque yo dominara las lenguas arcanas
y el lenguaje del cielo supiera expresar,
solamente sería una hueca campana
si me falta el amor.

SI ME FALTA EL AMOR
NO ME SIRVE DE NADA
SI ME FALTA EL AMOR
NADA SOY (BIS TODO)

2. Aunque todos mis bienes dejase a los pobres
y mi cuerpo en el fuego quisiera inmolar,
todo aquello sería una inútil hazaña
si me falta el amor.

[ESTRIBILLO]

3. Aunque yo desvelase los grandes misterios
y mi fe las montañas pudiera mover,
no tendría valor, no me sirve de nada
si me falta el amor.

[ESTRIBILLO]

Texto del evangelio de MATEO 18, 21-35



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