domingo, 23 de diciembre de 2018

Bienaventurada la que ha creído

Domingo 23 de Diciembre de 2018

Con el ajetreo de estos días casi no me parece que hoy sea domingo (día de encuentro con la comunidad cristiana). Encuentros, visitas, viajes, todo lo que conlleva la celebración de las fiestas de la Navidad.
Anoche un grupo de Venezuela nos adelantó un poco el sentir y la expresión popular en torno al belén.
El texto del evangelio de Lucas nos presenta a María, la madre de Jesús, en la visita que hace a su prima Isabel...
Bueno, siempre nos cuesta entrar en la profundidad de estos textos que unen el Antiguo Testamento y el Nuevo y que con su sencillez, su poesía y la ternura que el pueblo le ha ido añadiendo a las escenas de la infancia de Jesús, nos gusta quedarnos ahí, a las afueras del misterio.
"La escena (de María e Isabel), escribe Fray Marcos, quiere decir que la verdadera salvación personal siempre repercutirá en beneficio de los demás; si alguien la descubre, inmediatamente la comunicará. La salvación no puede quedar encerrada en uno mismo; si es verdadera, la llevaremos a donde quiera que vayamos, aún sin proponérnos­lo."
Y es que María, como madre de Jesús de Nazaret, también fue haciendo el camino de poner toda su confianza en Dios... Eso que el texto traduce por "hágase en mí su voluntad".
Leo y releo el comentario que hace Fran Marcos"Los primeros cristianos no llegaron a la conclusión de que Jesús era Hijo de Dios porque descubrieron la “naturaleza” de Dios y la de Cristo y vieron que coincidían, sino porque descubrieron que Jesús cumplió, en todo, la voluntad de Dios. Hacía presente a Dios en lo que era y lo que hacía. Para el pensamiento semítico, ser hijo no era principalmente haber sido engendrado sino el reflejar lo que era el padre, cumplir su voluntad, ser imagen del padre. Esa fidelidad al ser del padre era lo que convertía a alguien en verdadero hijo. Descubrir esto en Jesús, les llevó a considerarlo, sin ninguna genero de duda, Hijo de Dios."
"Esa voluntad no la descubrió Jesús porque tuviera hilo directo con Dios. Como cualquier mortal, tuvo que ir descubriendo lo que Dios esperaba de él. Siempre atento, no solo a las intuiciones internas, sino también a los acontecimien­tos y situaciones de la vida, fue adquiriendo ese conocimiento de lo que Dios era para él, y de lo que él era para Dios. ‘La voluntad de Dios’ no es algo venido de fuera y añadido. Es nuestro ser en cuanto proyecto y posibilidad de alcanzar su plenitud. De ahí que, ser fiel a Dios, es ser fiel a sí mismo."
Desde esa perspectiva quiero mirar el "belén". Descubrir en los personajes que rodean al niño el significado profundo de la presencia de Dios: Lo que Dios es para mí y lo que yo soy para Él.
Texto del evangelio de Lucas (1,39-45)

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