lunes, 10 de septiembre de 2012

Inmigrantes, a la caza y captura (3)


Durante los años 2009 y 2010 se endurecieron las medidas de control fronterizas y los accesos a Canarias quedan más limitados.Esto provocó una fuerte concentración de inmigrantes en los países de la rivera sur del Mediterráneo. En Libia los inmigrantes pueden permanecer libremente e incluso trabajar y solo son detenidos si les sorprenden en una acción migratoria hacia el norte. En Marruecos la represión de los inmigrantes ha descendido y en ciudades como Casablanca, Rabat, Tanger, se hacinan comunidades numerosas que sobreviven haciendo pequeños trabajos, con el objetivo de ganar el dinero suficiente para poder pagar a las mafias que les llevarán en patera a la península, o entrar a Ceuta o Melilla.
En los alrededores de Melilla numerosos grupos, pequeños y dispersos, realizan trabajos en la construcción y agrícolas con el mismo fin. A finales del 2010 los controles fronterizos para detectar inmigrantes escondidos en coches aumentan. Las entradas por este método disminuyen y comienzan a aumentar las entradas a nado a través del mar, que habían sido muy infrecuentes en Melilla hasta entonces.
La situación cambia radicalmente en la frontera de Melilla en el año 2011. La guerra en Libia y el conflicto de Túnez hace que miles de inmigrantes tengan que huir de esos países y buscar un lugar más seguro. Argelia siempre ha sido un lugar de tránsito hacia Marruecos y Marruecos, pendiente de su agitación política interna, se despreocupa de su papel de gendarme de la inmigración. Estos factores hacen que se concentren numerosos grupos de inmigrantes en todo Marruecos, y también en la zona de Melilla.
Las entradas por mar, a nado o en pequeñas embarcaciones se vuelven diarias. Estimamos que el ritmo de entrada ha pasado de 1,5 personas por día, a entre 15 o 20 personas diarias. La procedencia por países cambia, ya no son orientales, prácticamente la totalidad son de origen subsahariano. El Gobierno se ve obligado a aumentar el ritmo de “salidas” del CETI hacia la península. Decenas de inmigrantes que llevaban encerrados hasta cinco años son trasladados a CIES de la península y deportados a sus países o liberados. A pesar de ello el número de inmigrantes del CETI llegó a superar los 800 cuando su capacidad es de unos 450.
En el afán de liberar plazas del CETI de Melilla para mantener su capacidad, el Gobierno comenzó en 2012 a forzar expulsiones a los países de origen, sin garantizar tan siquiera la nacionalidad de los deportados, ni la seguridad de los mismos. El caso más sangrante es el de la expulsión colectiva de ciudadanos de la República Democrática del Congo sin mediar acuerdos de repatriación, ni haber verificado con certeza su nacionalidad.
Otra forma de entrada, que se ha vuelto a generalizar durante el año 2012, es el salto a través de la valla que rodea la ciudad. Al igual que en el 2005 los saltos son consecuencia directa de la presión del ejercito marroquí sobre los asentamientos que los inmigrantes tienen en las proximidades de Melilla. Dicha presión obedece con toda claridad a intereses bilaterales políticos y económicos de Marruecos y España, siendo además, una forma de tener una “presencia ante la UE” que de otra forma no podrían tener ambos países.
El salto a la valla es el recurso menos querido por los inmigrantes que esperan en el lado marroquí para acceder a Melilla. El salto colectivo es el método que emplean solo en situaciones límite, situaciones desesperadas. De esta manera, tras meses de persecución y arrinconados por el ejército marroquí en las proximidades de la valla, son “materialmente empujados” al salto.

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