jueves, 29 de diciembre de 2011

Y acampó entre nosotros...


25 de diciembre -Navidad- 2011
La fiesta del 25 de diciembre nos trae tantos recuerdos, muchos de ellos de nuestra infancia, en los que predomina la ternura, el cariño, los regalos, la celebración... Y todo el ambiente que se crea en torno a estas fiestas es una invitación a hacer fiesta, a consumir, a divertirse, a pasarlo bien...
Por otra parte, sobre todo a nivel de ritos y celebraciones, es una repetición de algo sabido, de una historia que resulta bonita y entretenida; pero que a fuerza de repetirla ha perdido su fuerza y casi casi su significado.
Entre los comentarios que he leído sobre la Navidad me he encontrado con éste, de Ignacio Simoy:
"...Si nos situamos en los relatos bíblicos, encontraremos que María y José se dirigían a Belén, luego una vez que llegaron no pudieron encontrar lugar donde albergarse y entonces comienza la conocida escena del pesebre, de los pastores que se acercaban y todo eso que conocemos casi de memoria.
Estas escenas se repiten en los atrios de las parroquias o en los lugares de pertenencia de los chicos de catequesis, donde cada año se disfrazan y hacen el conocido pesebre viviente. Alguno será un poco mas "progre", intentará mostrar algo más, otros se quedarán en la frialdad de la repetición de frases y escenas. Esto lo digo sin ánimo de criticar a quien invierte su tiempo y hasta su dinero en la preparación de estas obras. Pero ahora viene mi pregunta...
¿No sería mas oportuno intentar pensar/vivir la Navidad en lugar de repetirla? ¿No sería mejor intentar sacar de la escena de Jesús en el pesebre una forma diferente y actual de entender la Navidad? ¿Hay muchas formas de enteder la Navidad?..."
Ése es el punto.
Los que escribieron los evangelios, aquella comunidad de seguidores de Jesús, hicieron su lectura del acontecimiento "Jesús de Nazaret". Su vida, su manera de sentir y de hacer, sus palabras, su muerte, su expresión y presentación de Dios al que llamaba su padre (Abba, papá). Significó tanto para ellos que les cambió la vida...
Luego hicieron una relectura de los libros de los profetas e intentaron decir con palabras todo lo que habían sentido y lo que significaba para ellos Jesús de Nazaret.
Claro que no hacían una biografía. Era como interpretar algo profundo para lo que no se tienen palabras.
El evangelio de Juan dice (entre otras muchas cosas) que... "se hizo carne y acampó entre nosotros".
Lucas nos presenta la imagen del pesebre y los pastores. Es la buena noticia para los pobres...
Y es que, incluso en Navidad, si no nos adentramos en la manera de ser y de vivir de Jesús, es muy posible que nos quedemos en esa celebración llena de figuritas, de adornos, de regalos y de fiesta; pero olvidando a la figura principal que es Jesús de Nazaret. Y no lo digo por la figura del niño que reposa en el portal de Belén; sino Jesús, el de Nazaret, el que nació en un pueblo olvidado y desconocido... El que nos da a entender que Dios está más cerca de los humildes y desfavorecidos, que se hace carne, y que valora a las personas de muy diferente manera a como solemos hacerlo.
Por todo eso, en estas fiestas de Navidad estuve dando vueltas en mi cabeza a esa pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazaret para mí? Lo reconozco como el "Salvador", como la buena noticia para todo el pueblo? Está afectando a mi vida? Qué significa para mí?
Últimamente hemos despedido a bastantes personas muy queridas. Las vimos enfermas y las acompañamos hasta el final... Y me hacía la pregunta: ¿Qué significó Jesús para ellas?
El evangelio de Juan hace una reflexión larga y profunda.
Yo no me atrevo a tanto. Sólo quisiera poder decir que comienzo a descubrir a esa Palabra (Jesús) que se hizo carne y acampó entre nosotros. Que, hoy, está ahí presente. Que se hace carne (en los más humildes y desvalidos) y acampa (trata de sobrevivir) entre nosotros...
Y retomo el comentario de Ignacio Simoy:
"...Jesús nació en un pesebre humilde, muy humilde, en el lugar donde nadie quiere nacer. Entonces, podemos decir que Jesús no nació en la abundancia de nuestras mesas navideñas, ni en los platos repletos de comida. Pensaste alguna vez dónde quiere nacer hoy Jesús? ¿Pensaste que quizás no quiere una mesa repleta de comida y pocos comensales?..."
Así, con esos sentimientos y recordando a tanta gente... quiero expresar mis deseos de esperanza y buena noticia para todo el pueblo.

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

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