jueves, 9 de marzo de 2023

Con espíritu y lealtad

El Padre busca personas que lo adoren así

12 de marzo 2023


Seguimos en plena Cuaresma y este fin de semana escuchamos (y leemos) el texto del evangelio de Juan. Es el encuentro de Jesús con la mujer samaritana.

Sin entrar en detalles del texto mismo, podemos decir que a través del mismo asistimos a la reflexión profunda que desarrolló la comunidad cristiana de Juan. Cada detalle nos lleva al convencimiento que tenía de la personalidad de Jesús. Tanto en el texto de este domingo como en los dos siguientes escucharemos expresar algo que para ellos era sumamente importante: Yo soy el Agua que da Vida. Yo soy la Luz. Yo soy Vida...

Son afirmaciones que nos dicen lo que significaba para ellos el seguimiento de Jesús de Nazaret.

Pienso que esas expresiones tienen que ser el punto de referencia y reflexión sobre nuestra propia vida como seguidores de Él.

A la mujer samaritana (dos indicaciones más que acertadas: por ser samaritana y por ser mujer), le pide agua..."- Dame de beber..." Y ahí la extrañeza de que un judío (hombre) le pida a ella agua... Y a la respuesta de la mujer Jesús le dice: "- Todo el que bebe agua de ésta volverá a tener sed; 14 en cambio, el que haya bebido el agua que yo voy a darle, nunca más tendrá sed; no, el agua que yo voy a darle se le convertirá dentro en un manantial de agua que salta dando vida definitiva."

Quizás ahora más que nunca en la historia de la humanidad asistimos a un mundo, a una sociedad que sufre, sobre todo, de sed. Una sed que llena todos los espacios de la persona: el tiempo, la diversión, el placer, el tener y el poder, el saber, los conocimientos... Los adelantos en la técnica, en el dominio de la naturaleza, en la medicina, en la inteligencia artificial han hecho que vaya creciendo dentro de nosotros una sed que no podemos saciar con nada. Siempre nos falta algo. Nuestro horizonte cada vez está más lejano y no conseguimos apagar el ansia, la ambición con nada.

Como dice Jesús: "Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed..."

¿De qué agua habla Jesús de Nazaret? Juan y sus compañeros lo vieron y lo sintieron. Es cierto que tardaron en darse cuenta y no entendían el mensaje de Jesús. El cambio llegó en el tiempo que llamamos "experiencia pascual".

Hoy nos toca a nosotros preguntarnos qué significaba para Jesús esa "agua que salta dando vida definitiva"... ¿Cómo llegó él mismo a esa vivencia? ¿Qué era lo más importante en su vida? ¿Cómo lo vivía?.

Tendremos que ir dando esos pasos si queremos seguir sus huellas, si deseamos ser sus seguidores y alcanzar ese agua que sacie totalmente nuestra sed.

Hemos ido centrando nuestra vida religiosa en unos signos externos, en unos centros o iglesias, en unos ritos y ceremonias; pero es muy posible que sigamos sintiendo esa sed de algo más. Como que nos puede dar miedo dar ese paso que nos permita como dice Jesús convertirnos en personas que adoren al Padre con espíritu y lealtad...

Me gusta el comentario que hace José Antonio Pagola: "Jesús comienza por aclarar que el verdadero culto no depende de un lugar determinado, por muy venerable que pueda ser. El Padre del cielo no está atado a ningún lugar, no es propiedad de ninguna religión. No pertenece a ningún pueblo concreto..."
«Adorar al Padre en espíritu» es seguir los pasos de Jesús y dejarnos conducir como él por el Espíritu del Padre, que lo envía siempre hacia los últimos. Aprender a ser compasivos como es el Padre. Lo dice Jesús de manera clara: «Dios es Espíritu, y quienes le adoran deben hacerlo en espíritu». Dios es amor, perdón, ternura, aliento vivificador… y quienes lo adoran deben parecerse a él."
Creo que sólo en el momento que comencemos a centrar nuestra vida en poner como objetivo el vivir al estilo de Jesús podremos alcanzar esa fuente de agua viva, ese manantial que sacie toda clase de sed.

Texto del evangelio de JUAN 4, 5-42



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