sábado, 8 de septiembre de 2018

Ábrete

Domingo 9 de Septiembre de 2018

El texto del evangelio de Marcos (cap.7) nos presenta hoy la curación de un sordomudo. Acostumbrados como estamos a las explicaciones y comentarios que nos dan en la iglesia, nosotros mismos nos hacemos la aplicación y hasta sabemos hacernos una reflexión religiosa.
Pero, tal vez, la actuación de Jesús quiere llegar más lejos y más adentro.
José Ant. Pagola lo comenta así: "Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos de hoy es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus palabras. Por eso no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tantos que sufren sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie..." 
Se trata, por tanto, de acoger la "buena noticia del evangelio" comenzando por mi propio cambio y conversión. Y cuando empiezo a vivir al estilo del Jesús de Nazaret, es entonces que se manifiesta el "reino de Dios".
Y puntualiza Fray Marcos: "...La atención a los marginados no es el Reino de Dios, sino la manifesta­ción de que está presente y visible a todo el que lo quiera ver. Si queremos llevar a los marginados el Reino de Dios, antes de haber entrado nosotros en él, caemos en la trampa de la programación. Mientras no cambiemos nosotros, por mucha atención que reciban los que sufren, no ha llegado el Reino de Dios, ni para nosotros ni para ellos..." "...Sacar al pobre de su pobreza no garantiza que lo hemos introducido en el Reino. Pero salir de nuestro egoísmo y preocuparnos por los pobres sí garantiza la presencia del Reino y puede hacer que el pobre descubra el Reino..."
Creo que, a lo largo de nuestra vida, hemos intentado ser cristianos a base de cumplimiento de leyes y mandamientos, de celebraciones, devociones y rezos de todo tipo. Y llegados a este punto me parece descubrir que lo que importa es ese cambio interior: salir de nuestro egoísmo. Eso viene a ser crecer en humanidad, tener el corazón abierto a las otras personas (especialmente a tantas que son y viven marginadas: enfermos, ancianos, inmigrantes...). Entender que somos una misma humanidad. Ellas son parte de mí y yo soy parte suya... Entiendo que debo ir aprendiendo a mirar con los ojos de Dios; a escuchar con el corazón; y ofrecer mi apoyo sincero...
El otro día me dieron a leer un librito que desde una práctica y sabiduría ancestral (referencia a grupos de otras culturas) terminaba con unas propuestas resumidas en tres frases: "Perdóname" (porque muchas veces no sé acogerte tal como eres); "gracias" (por todo lo que me ofreces y me das); "te quiero" (quiero estar a tu lado). Me pareció genial. Con frecuencia hemos puesto filtros a nuestros ojos y oídos y somos incapaces de acoger, de aceptar, de escuchar y hasta de querer si no es condicionados por nuestros esquemas y pensamientos... No dejamos que Dios mire y escuche a través de nosotros.
Texto del evangelio de Marcos (7,31-37)

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