jueves, 30 de junio de 2022

La alegría de la buena noticia

Contar, anunciar, proclamar...

 3 de julio 2022



Nuestro mundo y nuestra sociedad es un lugar y ambiente de noticias. Los modernos medios de comunicación se han encargado de llenarnos de noticias, de comentarios, de rumores, de chismes, de verdades y de falsedades. Y las redes sociales lo amplifican y lo esparcen de manera que lleguen hasta el último rincón del mundo.

Quizás lo que les falta a esos medios modernos de comunicación es la calidez del corazón, su cercanía, su entrega y su presencia. Porque, además, esos medios permiten enviar cualquier cosa. Sólo son mecanismos, signos, letras, palabras que no permiten llegar al fondo de los propios mensajes.

Jesús de Nazaret, leemos en el texto del evangelio de Lucas, envía a sus discípulos a anunciar que el Reino de Dios está cerca...

Es algo que ya hemos escuchado miles de veces. Ya sabemos que fueron y Jesús les dió una serie de normas y comportamientos... Pero, ¿nos preguntamos que puede significar eso de que el Reino de Dios está cerca?

El texto del evangelio anota que a donde llegaban saludaban a la gente con el saludo de: -Paz a esta casa. También que curaban a los enfermos... E insistían en que: -sabed que el Reino de Dios está cerca.

El domingo pasado comentaba que seguir a Jesús de Nazaret es una opción. Lo hacemos porque hay algo que nos ha seducido, nos ha contagiado, nos ha parecido que era algo muy especial. Hemos descubierto la invitación que nos hace a vivir de una manera totalmente diferente. Y, también a nosotros, nos pasaba como a aquella persona que había descubierto un tesoro escondido, o descubierto una piedra preciosa de grandísimo valor...

Jesús lo resumía diciendo que el Reino de Dios estaba cerca... Y esa noticia la iba desgranando en parábolas y comparaciones: -Que Dios está pendiente de nosotros, que tiene en cuenta a los más pequeños, que no se olvida de los marginados, de los que no tienen ni donde caerse muertos...

-Que para Él es mucho más importante atender a un enfermo, al que ha tenido una desgracia, al que está oprimido... que cumplir tantos y tantos mandamientos.

-Que Dios tiene un proyecto para las personas en el que lo primero de todo es la fraternidad, la solidaridad, el amor como servicio.

Y todo eso está muy por encima de los negocios, de amontonar dinero, de poseer tantas y tantas cosas, de disfrutar y de gozar de todo y de todos... Porque las cosas y los negocios, la belleza y la fama nunca pueden llenar nuestro corazón ni hacernos más humanos...

Ésa es la invitación y la opción. Y si ha entrado en nuestra vida, lo que nos toca es contarla, anunciarla, proclamarla.

Como comenta Fray Marcos: -"Todo cristiano, por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia de que él vive. El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos es la mejor predicación y la que mejor convence... En cada instante estamos predicando, para bien o para mal... Se trata de comunicar lo que Dios es para todos sin excepciones." 

A lo largo de los siglos y en la iglesia que todos hemos conocido siempre hemos entendido que eso de anunciar y proclamar el evangelio era cosa de los misioneros y misioneras, de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas. Y para ello se preparaban durante años y más años con muchos estudios y conocimientos. De esa manera todos los demás, los que llamamos laicos, estábamos eximidos y libres de esa tarea... Pero, ¿el mensaje del evangelio de anunciar la Buena Noticia es algo que sólo una élite bien preparada puede hacer?

De nuevo el comentario de Fray Marcos: -“El Reino está cerca”. Ni teología, ni apologética, ni ideología. Lo único que un ser humano debe saber es que Dios le ama. Predicar el reino, que es Dios, es hacer ver a todos que Dios es algo cercano, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las doctrinas ni a los ritos ni al cumplimien­to de las normas. Dios es (está) en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo..."

Creo que es así. Descubrir que Dios está en cada uno de nosotros, sentirse querido y amado hasta el infinito. Y vivir intentando seguir las huellas del Maestro con el sentido más profundo de la compasión, de la entrega y el servicio. Con una atención muy especial a todas aquellas personas que nuestro mundo, nuestra sociedad va dejando marginadas, arrinconadas... y en algunos casos simplemente las machaca y las elimina.

Que mi vida y la de todas las personas que queremos seguir el mensaje de Jesús de Nazaret proclamemos con alegría nuestra opción. Que mi modo de comportarme me haga ser anunciador de la Buena Noticia del Reino de Dios... que está bien cerca de cada uno de nosotros.

Texto del evangelio de LUCAS 10, 1-20

jueves, 23 de junio de 2022

Todos estamos invitados

El seguimiento de Jesús es una opción 

26 de junio 2022



Los primeros discípulos de Jesús de Nazaret recibieron una invitación. Fruto de un encuentro cada uno de ellos recibió y sintió que le ofrecía una opción nueva, una manera nueva de vivir.

Juan, en su evangelio, nos habla de su primer encuentro cuando le siguen y a la pregunta de Jesús (¿Qué queréis?) ellos le contestaron: "Maestro, ¿dónde vives?" Y dice Juan que se quedaron con él.

En los otros evangelios leemos la invitación que Jesús va haciendo a unos y a otros: "Seguidme. Venid y os haré pescadores de hombres..."

Cada uno de ellos percibió algo muy especial. No siempre entendían lo que Jesús explicaba, su proyecto del Reino de Dios y todo eso. Y como ellos, muchas otras personas sintieron que se dirigía a ellas, que era una invitación abierta. La proclamación que iba haciendo Jesús de Nazaret no excluía a nadie. Lo contaba en forma de parábolas, pequeñas historias, modos de hablar que cualquiera podía entender: La celebración de una boda y los invitados; el sembrador y la semilla que la va sembrando a voleo y llega a todo tipo de terreno; la oveja y la dracma perdida; el pescador y la red con toda clase de peces...

Y, como dice Jesús, no es cuestión de preparación, de grandes conocimientos, de clase social... No, precisamente comenta que los pequeños y los menos importantes entienden y aceptan mucho mejor su mensaje... (Gracias porque lo has revelado a los humildes...) Los niños, las mujeres, los marginados, los enfermos.

En más de una ocasión los predicadores, los sacerdotes y la Jerarquía en general, han explicado lo del seguimiento de Jesús como una renuncia y la aceptación de toda una serie de sacrificios. Y, creo que eso no ha ayudado mucho a entender y aceptar la invitación de Jesús como lo que tiene que ser: Una invitación a una vida más gozosa, más entregada, más intensa y más humana.

Como comenta Fray Marcos: -"No pensemos que Dios quiere vernos sufrir. Presentar el seguimiento como renuncia nos ha despistado bastante. Seguir a Jesús debe ser una opción voluntaria y libre"

Tiene que ser algo como lo que decía Jesús al narrar la parábola de la "perla preciosa" o "el tesoro escondido en el campo"... Algo que provoca en nosotros una explosión de alegría y llena nuestra vida. Si, por el contrario, seguir a Jesús es el cumplimiento de toda una serie de normas, de prácticas religiosas o de aceptar prohibiciones... Entonces nos habremos convertido en un grupo de personas que cumplen, que son buena gente...; pero que no tienen ninguna alegría y su cuerpo sólo percibe la rutina, la obligación y el cumplimiento más o menos fiel de lo que está mandado.

Una invitación... Y no a cualquier cosa (una boda, un concierto, una obra de teatro, unas vacaciones...), sino a la alegría de una vida más humana, más plena, más intensa. Porque siguiendo a Jesús de Nazaret se trata de dar prioridad al amor, a esa manera de ver, escuchar y hacer propia de Dios mismo. Tal como vivía Jesús mismo.

Texto del evangelio de Lucas: 9,51-62


jueves, 16 de junio de 2022

La Eucaristía, mesa común

"Dadles vosotros de comer..."

19 de junio 2022

 

El texto del evangelio de Lucas que escuchamos este fin de semana es super conocido: "La multiplicación de los panes y los peces..."

Es verdad que, demasiado a menudo, nos hemos entretenido pensando, reflexionando o tratando de entender lo que nos cuenta el evangelio como un signo de Jesús de Nazaret.

Y nos conformamos con pensar y aceptar que Jesús, como es Hijo de Dios, podía y puede hacer cualquier milagro.

Pero creo que el mensaje que nos da el evangelio es algo muy distinto.

 

"Según los exegetas, -comenta José Antonio Pagola- la multiplicación de los panes es un relato que nos permite descubrir el sentido que la eucaristía tenía para los primeros cristianos como gesto de unos hermanos que saben repartir y compartir lo que poseen."


En otra ocasión comentamos que Juan, al hablar de la última Cena, subraya el servicio de "lavar los pies" a los hermanos. Eso que Jesús dijo más de una y más de dos veces: El que quiera ser el primero que se haga esclavo de los demás... Y eso tenía que ser el estilo y actitud de los seguidores del Maestro.


Ahora, escuchando la narración de la multiplicación de los panes y los peces, J.A. Pagola nos ofrece un texto muy antiguo (del siglo II) en el que San Justino describe cómo celebraban los cristianos la eucaristía semanal: "Dice que cada uno entrega lo que posee para «socorrer a los huérfanos y las viudas, a los que sufren por enfermedad o por otra causa, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso y, en una palabra, a cuantos están necesitados».


Y San Cipriano, obispo de Cartago (en el siglo III) hablaba en el mismo sentido: "Te imaginas celebrar la cena del Señor sin tener en cuenta la ofrenda. Tú vienes a la cena del Señor sin ofrecer nada. Tú suprimes la parte de la ofrenda que es del pobre".


Nuestra Eucaristía, nuestra celebración semanal tiene que ir adquiriendo ese sentido social. Tenemos que ser una comunidad de hermanos que nunca olvide a los marginados, a los oprimidos, a los que carecen de lo más necesario. El signo que celebramos en nuestras misas: El cuerpo de Jesús que se parte y se reparte... Así tiene que ir transformándose nuestra vida haciéndose solidaria y compasiva.


Una última recomendación y comentario de José A. Pagola: "Sería una contradicción pretender compartir como hermanos la mesa del Señor cerrando nuestro corazón a quienes en estos momentos viven la angustia de un futuro incierto. Jesús no puede bendecir nuestra mesa si cada uno nos guardamos nuestro pan y nuestros peces."


Texto del evangelio de LUCAS 9, 11-17


lunes, 13 de junio de 2022

Jesús de Nazaret nos inspira y motiva

JESÚS DE NAZARET NOS INSPIRA Y MOTIVA A SEGUIRLE HOY
COMUNIDAD PACHACUTI, claromer124@gmail.com
SANTIAGO DE CHILE (CHILE).

(Este comentario de la Comunidad de Pachacuti - Santiago de Chile- me ha parecido tan interesante que me he animado a copiarla y hacerla extensiva a las personas que quiero y aprecio)


ECLESALIA, 13/06/22.- Desde hace varios años, compañeras y compañeros de caminata,  nos estamos reuniendo para compartir nuestras reflexiones y búsquedas, apoyándonos mutuamente. Buscamos nuevos modos de relación entre los seres humanos, con la tierra y el cosmos: reciprocidad, amor y justicia. Y nuevos modos de intuir y balbucear el misterio de Dios, desde nuestra experiencia, abiertas/os a los nuevos paradigmas. Queremos también denunciar en nuestra práctica cotidiana toda actitud de dominación, opresión y menoscabo de la dignidad del ser humano y todo lo que atente contra la vida de nuestra madre tierra.

Jesús nos inspira, nos seduce y nos mueve e impulsa a seguir sus pasos, a caminar junto con Él, y junto a otros hermanos y hermanas que comparten este camino.

Jesús hoy nos inspira porque fue el ser humano que se abrió totalmente al amor y ternura de Dios que lo transformó. Nos seduce porque fue un ser humano como nosotros, como nosotras, fue sensible al dolor y sufrimiento de la gente de su pueblo, manifestó hacia ellos y ellas sensibilidad, ternura y compasión, los ayudó a ponerse de pie, confió en ellos y ellas, devolviéndoles la fe en sí mismos. Los vio y se conmovió.

A los pobres y pequeños les anunció que Dios estaba con ellos, pero también manifestó firmeza para denunciar a quienes provocaban su dolor y la injusticia que sufrían. Manifestó su indignación hacia los poderes políticos y religiosos, militares y económicos, que los oprimían.

Transformado por el amor de Dios, a quien llamaba padre, compartía y comunicaba ese amor a todos/as, nos enseñó a amarnos unos a otros, sin tener en cuenta nuestras diferencias, buscando y comprometiéndonos con la verdad, construyendo entre todos y todas: la justicia, la paz y el cuidado de nuestra madre tierra.

Encontramos la motivación y la fuerza en la humanidad de Jesús de Nazaret. Con él nos podemos conectar y seguir su ejemplo. También encontramos esta motivación y esta fuerza en otros maestros espirituales que nos ayudan a ser cada vez más humanos/as… y por tanto transformadas/os por Dios, también participamos de su divinidad.

También, muchas y muchos hicieron lo mismo y siguen haciéndolo… incluyendo personas de otras creencias y religiones, como también quienes se manifiestan como ateos/as pero que también trabajan y se comprometen por el bien común, por el cuidado de la Madre tierra, y por hacer este mundo más humano.

Antes creíamos que solo las personas eran imágenes de Dios… hoy sabemos que todo es manifestación de la “divinidad”: energía, amor, fuerza… o el nombre que sea. Jesús, en su tiempo reconocía a Dios como padre, hoy quizás lo descubriría de otra manera. Él se manifestó y expresó de acuerdo a su época.

Por eso, nos mueve y nos impulsa hoy:                                                         

  • A tratar de vivir el Amor Incondicional que Él nos enseñó.
  • A comprometernos en un servicio generoso especialmente por los más débiles y vulnerables. Y en humanizar nuestras relaciones personales para contribuir a establecer el Reino de Dios que Jesús proclamó con su vida.
  • A estar atentas/os a los signos de los tiempos y a los cambios que se están gestando y generando hoy.
  • A tratar de ser felices haciendo felices a los demás. Esa felicidad se experimenta cuando hay armonía y se la puede contemplar y gozar…

Y nos preguntamos: qué estaría haciendo Jesús hoy. Jesús haría lo que hizo… ocuparse por quienes sufren para que tuvieran una vida mejor… Suponemos que estaría viviendo su vida sencilla en la ciudad o en el campo, preocupado por sus vecinos y vecinas, buscando cómo salir adelante en comunidad. Seguramente también estaría siguiendo con atención lo que pasa en el país y en el mundo. Denunciando las injusticias y participando en todo aquello que sea mejor para la humanidad. Por supuesto, también creemos que sería ecologista y feminista.

Por esto y mucho más nos queremos comprometer en su seguimiento.

Queremos acabar nuestra reflexión con lo que ha expresado José Arregi en su escrito: ”La seducción de Jesús: el mensaje subversivo”.

 “Vio que toda la realidad, tan herida e inacabada, habita en el corazón de Dios, el Misterio creador, liberador, transformador de todas las cosas, y que el Misterio de Dios habita en el corazón de todo, sobre todo en el corazón de los más oprimidos y sufrientes”.

“Necesitamos volver a mirar los ojos de Jesús, y aprender a mirar como ellos, con esperanza a pesar de todo, con esperanza activa y transformadora”.

REDES CRISTIANAS, 01/09/2014

viernes, 10 de junio de 2022

Nuestra relación con Dios

Fiesta de la Trinidad

(En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo)

12 de junio 2022

Tal y como nos han enseñado, todos profesamos y confesamos que Dios es uno y trino, es decir "uno en tres personas". Imagino que a los obispos y doctores que se les ocurrió la fórmula les debió parecer genial; pero la realidad es que, por mucho que lo prediquen y expliquen, nos quedamos perplejos ante un misterio tan grande.

Pienso que es mejor escuchar y aplicar la palabra que escribió Juan: "A Dios nadie le ha visto... Si amamos, conocemos a Dios"

De ahí que todos los razonamientos que hagamos, todas las explicaciones que queramos dar sobre la identidad de Dios están abocados al fracaso.

El evangelio de Juan nos ofrece la vivencia de una comunidad cristiana que había ido madurando  en el conocimiento del mensaje de Jesús y trataba de seguir sus huellas.

Y Jesús de Nazaret, en el mensaje recogido en los evangelios nos habla de su propia relación y vivencia con Dios (nuestro padre - Abbá) y de su aliento (Espíritu) que es vida, fuerza y don total...


Entonces lo que realmente importa es nuestra relación con Dios, cómo vivo yo ante Él.

José Antonio Pagola nos puede iluminar con su comentario:

"Jesús nos enseña dos actitudes básicas.

En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno... Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo."

"En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues solo quiere una vida más digna para todos... Esta es la motivación secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios Padre."

Llegar a vivir esa confianza total en Dios es el camino y aprendizaje que tenemos que ir asumiendo a lo largo de nuestra vida. Nos decimos que confiamos totalmente en Dios cuando la vida nos sonríe, cuando las cosas nos van bien; pero cuando llegan las dificultades, cuando aparece la enfermedad, el dolor, el miedo...

Hay una imagen que me ayuda a rezar cada mañana y es la del bebé en brazos de su mamá... Toda su vida, toda su seguridad, todo su bienestar está en los brazos de ella. Y su cara expresa felicidad, confianza, entrega total...

Cuando Jesús muere ajusticiado en la cruz dice: En tus manos pongo mi espíritu... Toda su vida mantuvo esa confianza total.

Entonces ¿cómo vivo mi relación con Jesús? Él nos comunica el mensaje, Él nos transmite su experiencia más profunda de Dios...

De nuevo el comentario de José A. Pagola:

"En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas como él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante..."

"En segundo lugar, colaborar en el proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos. A los que lloran, Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos. Este proyecto que Jesús llama «reino de Dios» es el marco, la orientación y el horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios para hacer la vida más humana..."

Con la confianza total puesta en Dios, nuestro padre, y siguiendo las huellas de nuestro Maestro, Jesús de Nazaret, comenzaremos a sentir el aliento mismo de Dios, su Espíritu Santo:

 Y ese aliento de Dios, continúa J.A. Pagola, "es vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, errores y miserias."

Texto del evangelio de JUAN 16, 12-15

jueves, 2 de junio de 2022

Un aliento que es vida

Fiesta de Pentecostés

5 de junio 2022


Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros


Nuestro vocabulario religioso no nos ha ayudado mucho. Siguiendo las explicaciones y razonamientos de los grandes doctores y sabios de la Iglesia hemos intentado atrapar en aliento de Dios haciéndolo una persona (la tercera persona de la Santísima Trinidad) y nos hemos conformado con hacer oraciones y plegarias a ver si llega, también sobre nosotros, ese Espíritu de Dios. En forma de paloma o en la forma que sea.

Ese aliento de Dios que, al principio de la Biblia, se dice que se mecía sobre las aguas de la creación..., o a la hora de crear al hombre Dios sopló sobre él dándole vida.

Y Jesús, también él, sopló sobre los discípulos diciéndoles: Recibid el Espíritu Santo...

Siempre es el aliento divino. Su respiración, su vida...

Y ¿cómo se puede definir la vida, el aliento? 

De los filósofos griegos recibimos definiciones y argumentos. Y nos hablaron de cuerpo y alma queriendo atrapar de alguna forma lo que experimentaban como vida. Pero la vida no podemos atraparla. La vivimos o no la vivimos. Respiramos o no respiramos.

Jesús sopla sobre todos los que se apuntan a vivir como él. Y nos envía, también a nosotros, a vivir al estilo de Dios. Sí, dice, yo también os envío a vosotros.

Es una misión, un envío, a vivir en el mundo contagiando a todas las personas a ese modo nuevo de vida.


Y como dice José Antonio Pagola: -"Hablar del «Espíritu Santo» es hablar de lo que podemos experimentar de Dios en nosotros. El «Espíritu» es Dios actuando en nuestra vida: la fuerza, la luz, el aliento, la paz, el consuelo, el fuego que podemos experimentar en nosotros y cuyo origen último está en Dios, fuente de toda vida..."


Aceptar todo eso y vivir de esa manera es comenzar a experimentar a Dios mismo. Cuando comenzamos a acoger a los demás, cuando sabemos escuchar, cuando nos ponemos en lugar de la otra persona y nos dejamos conmover..., es el aliento de Dios que sopla dentro de nosotros. Cuando nos importa la vida (o la falta de vida) de las otras personas, cuando anteponemos el soplo de vida que hay en ellas a las cosas, a los negocios, al tener y acaparar todo aquello que sin vida se convierte en nada.


Añade José A. Pagola: -"El signo más claro de la acción del Espíritu es la vida. Dios está allí donde la vida se despierta y crece, donde se comunica y expande. El Espíritu Santo siempre es «dador de vida»: dilata el corazón, resucita lo que está muerto en nosotros, despierta lo dormido, pone en movimiento lo que había quedado bloqueado."


Porque, en más de una ocasión, también nosotros sufrimos de isquemia cardíaca y andamos como dormidos, con un soplo de vida sin fuerza, centrados en nuestras cosas, en nuestros entretenimientos, en nuestros pequeños o grandes negocios. Y entonces dejo de ser "dador de vida", no doy cabida a ese aliento de Dios al que llamamos Espíritu Santo.



Texto del evangelio de JUAN 20, 19-23


Se acerca vuestra liberación

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