Domingo 15 de Julio de 2018
El texto que hemos escuchado hoy (del evangelio de Marcos) nos cuenta cómo Jesús manda a sus seguidores de dos en dos a anunciar la conversión... Incluso les dice qué deben y qué no deben llevar: las sandalias y el bastón para el camino; pero ni dinero, ni otra túnica, ni pan, ni alforja...
Es un texto que habré escuchado miles de veces; pero hay algo que me ha llamado la atención. Les envía a predicar la "conversión"... Es la "buena noticia del reino de Dios"... Ese cambio de estilo de vida que tantas veces ha proclamado Jesús de Nazaret.
Me atrevo a pensar que la iglesia, como institución, y todos los grupos e instituciones dentro de la misma (jerarquía, misioneros y misioneras, sacerdotes y monjas) han venido haciendo mucho hincapié en predicar y anunciar a "Cristo" con todos los argumentos que, desde Pablo hasta muchos de nuestros doctores de hoy en día, vienen ofreciendo razones para "creer", para "adorar", para "seguir" a Jesucristo.
Me arriesgo a pensar y decir que no es correcto. No es a Jesús de Nazaret a quien tenemos que anunciar, sino "la buena noticia del reino de Dios", es la necesidad de "conversión" para entrar en el proyecto de Jesús... Ser buena noticia para nuestro mundo, para nuestras gentes... Ser mujeres y hombres que día a día crecen en humanidad, en fraternidad y solidaridad, en ternura y compasión.
José A. Pagola comenta la necesidad de ese cambio: "La única manera de impulsar una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús» es purificar e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si no hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo..."
Tiene toda la razón. Tenemos que ser "buenos discípulos", seguidores que están pendientes de cada palabra, cada gesto, cada acción de Jesús de Nazaret. La sencillez y la profundidad del evangelio no necesitan tantas razones y argumentos.
Y Fray Marcos nos ofrece este comentario: "La confianza de toda misión evangélica debe centrarse en el mensaje, no en los medios desplegados para conseguir la adhesión. Para ello no hay más remedio que prescindir de lo superfluo, y ni siquiera querer asegurar lo necesario. Cuando Jesús envía a los doce, está diciendo que lleven el Reino de Dios a todos los hombres. Él no es su dueño ni ellos sus propietarios. Ese Reino es la “buena noticia” que todos deben descubrir. El Reino predicado por Jesús está más allá de la religión. Trata de purificar toda religión. Jesús no creó una nueva religión ni dejó de pertenecer a su tradición religiosa. Él haber hecho de la predicación de Jesús una religión más ha impedido que sea fermento para todas..."
Lo que importa, pues, es comunicar la alegría de Jesús de Nazaret, la buena noticia del reino de Dios que se va haciendo vida en nosotros.
Texto del evangelio de Marcos (6, 7-13)
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