Contar, anunciar, proclamar...
3 de julio 2022
Nuestro mundo y nuestra sociedad es un lugar y ambiente de noticias. Los modernos medios de comunicación se han encargado de llenarnos de noticias, de comentarios, de rumores, de chismes, de verdades y de falsedades. Y las redes sociales lo amplifican y lo esparcen de manera que lleguen hasta el último rincón del mundo.
Quizás lo que les falta a esos medios modernos de comunicación es la calidez del corazón, su cercanía, su entrega y su presencia. Porque, además, esos medios permiten enviar cualquier cosa. Sólo son mecanismos, signos, letras, palabras que no permiten llegar al fondo de los propios mensajes.
Jesús de Nazaret, leemos en el texto del evangelio de Lucas, envía a sus discípulos a anunciar que el Reino de Dios está cerca...
Es algo que ya hemos escuchado miles de veces. Ya sabemos que fueron y Jesús les dió una serie de normas y comportamientos... Pero, ¿nos preguntamos que puede significar eso de que el Reino de Dios está cerca?
El texto del evangelio anota que a donde llegaban saludaban a la gente con el saludo de: -Paz a esta casa. También que curaban a los enfermos... E insistían en que: -sabed que el Reino de Dios está cerca.
El domingo pasado comentaba que seguir a Jesús de Nazaret es una opción. Lo hacemos porque hay algo que nos ha seducido, nos ha contagiado, nos ha parecido que era algo muy especial. Hemos descubierto la invitación que nos hace a vivir de una manera totalmente diferente. Y, también a nosotros, nos pasaba como a aquella persona que había descubierto un tesoro escondido, o descubierto una piedra preciosa de grandísimo valor...
Jesús lo resumía diciendo que el Reino de Dios estaba cerca... Y esa noticia la iba desgranando en parábolas y comparaciones: -Que Dios está pendiente de nosotros, que tiene en cuenta a los más pequeños, que no se olvida de los marginados, de los que no tienen ni donde caerse muertos...
-Que para Él es mucho más importante atender a un enfermo, al que ha tenido una desgracia, al que está oprimido... que cumplir tantos y tantos mandamientos.
-Que Dios tiene un proyecto para las personas en el que lo primero de todo es la fraternidad, la solidaridad, el amor como servicio.
Y todo eso está muy por encima de los negocios, de amontonar dinero, de poseer tantas y tantas cosas, de disfrutar y de gozar de todo y de todos... Porque las cosas y los negocios, la belleza y la fama nunca pueden llenar nuestro corazón ni hacernos más humanos...
Ésa es la invitación y la opción. Y si ha entrado en nuestra vida, lo que nos toca es contarla, anunciarla, proclamarla.
Como comenta Fray Marcos: -"Todo cristiano, por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia de que él vive. El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos es la mejor predicación y la que mejor convence... En cada instante estamos predicando, para bien o para mal... Se trata de comunicar lo que Dios es para todos sin excepciones."
A lo largo de los siglos y en la iglesia que todos hemos conocido siempre hemos entendido que eso de anunciar y proclamar el evangelio era cosa de los misioneros y misioneras, de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas. Y para ello se preparaban durante años y más años con muchos estudios y conocimientos. De esa manera todos los demás, los que llamamos laicos, estábamos eximidos y libres de esa tarea... Pero, ¿el mensaje del evangelio de anunciar la Buena Noticia es algo que sólo una élite bien preparada puede hacer?
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