sábado, 28 de mayo de 2016

Comprometidos a vivir como él vivió

Domingo 29 de Mayo de 2016

Hoy nos propone la iglesia la fiesta del "Corpus Christi". Una fiesta especial dedicada a la eucaristía, la que venimos celebrando cada fin de semana. La misa, la comunión, cumplir con el mandamiento... Cada uno de nosotros lo ha ido viviendo según la tradición, según lo que le enseñaron en su casa, en el colegio, en las explicaciones y charlas.

Le estaba dando vueltas a mi reflexión y siento que sería bien largo de exponer lo que significa para mí. Una vez comenté las palabras de una canción que suelen cantar en nuestra iglesia: "...te conocimos, Señor, al partir el pan; tú nos conoces, Señor, al partir el pan..." Cada vez que las escucho me hace ahondar en la intención que debió tener y pensar el mismo Jesús de Nazaret.

Esta semana me he encontrado con un texto de Fray Marcos. Él explica mejor que yo el alcance y sentido de la eucaristía. Es sólo una parte del texto. Dice así: "
Hemos tergiversado hasta tal punto el mensaje original del evangelio, que lo hemos convertido en algo totalmente ineficaz para llevarnos a una verdadera vida espiritual. Para recuperar el sacramento debemos volver a la tradición. Lo malo es que para algunos acaba en Trento.

Lo último que se le hubiera ocurrido a Jesús, es pedir que los demás seres humanos se pusieran de rodillas ante él. Él sí se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies; y al terminar esa tarea de esclavos, les dijo: “vosotros me llamáis el Maestro y el Señor. Pues si yo, el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros tenéis que hacer los mismo”. Esa lección nunca nos ha interesado. Es más cómodo convertirle en objeto de adoración, que imitarle en el servicio y la disponibilidad para con todos los hombres.
Hemos convertido la eucaristía en un rito puramente cultual. En la mayoría de los casos no es más que una pesada obligación que, si pudiéramos, nos quitaríamos de encima. Se ha convertido en una ceremonia rutinaria, que demuestra la falta absoluta de convicción y compromiso. La eucaristía era para las primeras comunidades el acto más subversivo que nos podamos imaginar. Los cristianos que la celebraban se sentían comprometidos a vivir lo que el sacramento significaba. Eran conscientes de que recordaban lo que Jesús había sido durante su vida y se comprometían a vivir como él vivió."

Y José Antonio Pagola dice: "Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida..."
Texto del evangelio de Lucas (9,11b-17)

sábado, 21 de mayo de 2016

Jesús nuestro referente

Domingo 22 de Mayo de 2016

En la celebración de este fin de semana se nos propone  la fiesta de la Santísima Trinidad. He echado mano de los comentarios de personas conocidas que, finalmente, son y significan para mí una señal y la dirección a seguir.
Entiendo y acepto lo que la tradición ha traído hasta nosotros. Personas con una gran capacidad de reflexión y de pensamiento que (dentro de su cultura y de su tiempo) trataron de acercarnos la "imagen" de Dios. Y, seguro, que todo eso tiene un gran valor; pero ahora, en estos tiempos, me resulta extraña y no me resulta de ayuda alguna.
Hay un obispo al que cita Laeners que decía que muchos cristianos terminan creyendo en tres dioses: Dios-padre, Dios-hijo, Dios-espíritu santo. Y aunque se diga aquello de las tres personas... En fin que no se aclara nada y terminamos diciendo que es un "misterio".
Por eso me parece muy bien lo que dice mi amigo Damià: "Jesús sigue siendo nuestro referente y camino hacia la plenitud de Vida que él vivió y transmitió."

Jesús nos habla de Dios en parábolas. Se refiere a él como a "papá" (Abbá). Y siente que su aliento, su fuerza, su respirar es lo que le mantiene en ese nuevo estilo del "reino de Dios".

También me ha gustado mucho esto que escribía María López Vigil: "Porque, así como mi padre, mi madre y mis hermanos son mis referentes afectivos, y así como pienso, hablo y escribo en español y esa lengua es mi referente cultural, Jesús de Nazaret es mi referente religioso y espiritual, mi referente ético, el que me es más familiar para tantear el camino que me abre al misterio del mundo."

Y qué cierto es eso. Cada uno de nosotros vemos, vivimos y actuamos siguiendo unas referencia que, en la mayor parte de los casos, hemos recibido del entorno familiar, de los que nos rodean... En una cultura o en otra, en una religión o en otra, en una expresión o en otra. Y, sí! tanteando el camino siempre en búsqueda de una vida que nos lleva hasta el más allá o, podríamos decir mejor, hasta nuestra misma raíz y origen (Dios mismo).

Una vez más tomo prestados estos párrafos de José Antonio Pagola: "Antes que nada, Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano, bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre querido...
Jesús nos descubre que este Padre tiene un proyecto nacido de su corazón: construir con todos sus hijos e hijas un mundo más humano y fraterno, más justo y solidario. Jesús lo llama «reino de Dios» e invita a todos a entrar en ese proyecto del Padre buscando una vida más justa y digna para todos empezando por sus hijos más pobres, indefensos y necesitados..."  
Texto del evangelio de Juan (16,12-15)

jueves, 12 de mayo de 2016

Así también os envío yo

Domingo 15 de Mayo de 2016

En la iglesia se celebra la fiesta de Pentecostés. Una fiesta importante con una liturgia hermosa y melodías (en el canto gregoriano) de las más bellas.
Y la tradición nos ha regalado con un gran repertorio de discursos, sermones y explicaciones que, a pesar de todos los esfuerzos, siempre resultan difíciles de entender y asimilar.
La tradición judía (ahí todo el Antiguo Testamento) habla de Dios y habla de su aliento, su espíritu. Luego, ya dentro de las comunidades cristianas, los jefes de las iglesias se reunieron, discutieron y decidieron que Dios era "tres personas". Que sí, que no... Muchas discusiones, peleas y algo más. Y ahí se quedó eso.
La dificultad que encontramos es cómo puede nadie saber lo suficiente como para definir a Dios. Juan en sus cartas recordaba que "a Dios nadie le ha visto". Jesús de Nazaret nos habla desde su vida y experiencia. Nos habla en parábolas y ejemplos... Por eso creo que resulta arriesgado ir más allá de todo eso.
El evangelio es una invitación constante a seguir a Jesús, a vivir como él. Y para eso tenemos que cambiar, convertirnos. Y como lo vemos tan difícil el Maestro nos promete el "espíritu de Dios", su aliento, su respiración y vida. Y nos dice aquello de "no tengáis miedo, que no tiemble vuestro corazón"... Y es que, una vez que aceptamos su modo y estilo de vida, él camina con nosotros, sigue vivo a nuestro lado. Ahí podemos sentir el "aliento de Dios", su espíritu.
A partir de ese momento Jesús de Nazaret nos envía: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".
Hubo un tiempo en que me parecía entender que ese envío era algo especial que daba a los sacerdotes y misioneros, a las religiosas y misioneras. Ahora me parece que esa manera de pensar es un error. Creo que Jesús dirige esas palabras a todos sus seguidores. Porque se trata de la buena noticia del reino de Dios: la posibilidad de un mundo solidario y fraterno, una humanidad que pone como centro de su existir a la persona comenzando por los más débiles, por los pobres y oprimidos, los marginados y olvidados de un mundo en el que el dios dinero se ha convertido en el amo de nuestras vidas y relaciones.
Que Dios nos envíe su aliento, su fuerza, su propio pulso para que seamos capaces de vivir a su manera.
Gracias. Amén.

Lectura del Santo Evangelio según san Juan (20,19-23)

sábado, 7 de mayo de 2016

Testigos

Domingo 8 de Mayo de 2016

En otros tiempos teníamos y vivíamos una fe social, algo que era común a todos. Digamos que nuestra sociedad estaba marcada con el signo de la cruz y la vida del pueblo venía orientada por la iglesia y sus representantes.
Ahora, sobre todo en la gran ciudad, apenas si quedan signos de todo aquello. Probablemente haya personas que echan de menos incluso el sonido de las campanas y todas aquellas manifestaciones religiosas que indicaban que éramos cristianos, católicos y romanos.
El texto de la eucaristía de este fin de semana (del evangelio de Juan) es el recuerdo que se hace a la comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret de que, ante todo, somos "testigos" de la buena noticia del reino de Dios, aquella "buena noticia" que anunciaba el Maestro desde el principio: "Convertíos, daos la vuelta. El reino de Dios está entre vosotros"... Dice el texto: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén..."
Tenemos que ser testigos de ese cambio, de ese nuevo estilo de vida, de ese nuevo modelo de humanidad. Testigos porque nosotros vivimos así... Y ahora que escribo esto, me pregunto qué clase de testigo soy.
Recojo un párrafo del comentario de José Antonio Pagola: Los cristianos hemos caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos «el tiempo del Espíritu», tiempo de creatividad y de crecimiento responsable..."
Tal vez nos hemos quedado con las normas y preceptos de la iglesia y hemos arrinconado el "espíritu" que empujaba a Jesús de Nazaret. Ese espíritu que hizo de aquellas primeros seguidores convertirse en comunidades que vivían como hermanos, compartían todo y atendían a los más débiles y necesitados.
Nuestra sociedad necesita que seamos testigos de aquello. Testigos de la buena noticia del reino, testigos de una sociedad nueva, más humana y más solidaria. Ante nosotros desfila una inmensa multitud de personas que han perdido todo. Apenas si les queda lo mínimo que es el ser hombres y mujeres, su humanidad: Refugiados, inmigrantes, personas que buscan por todos los medios una vida más digna. ¿Cuál es nuestro testimonio ante ellos?
Las leyes y normas de los Estados sólo atienden a los que tienen "papeles". Incluso dan dinero y ponen medios para atenderlos... ¿Qué pasa con los que no tienen esos papeles? ¿Dejan de ser personas? ¿Se les va a quitar incluso su humanidad?
Ser testigos en esta sociedad nuestra. Tener la mirada y el corazón de Jesús de Nazaret. Convertirnos y cambiar para anunciar que es posible la nueva humanidad, que está dentro de nosotros.
Texto del evangelio de Juan (24,46-53) 

Se acerca vuestra liberación

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