Domingo 29 de Mayo de 2016
Hoy nos propone la iglesia la fiesta del "Corpus Christi". Una fiesta especial dedicada a la eucaristía, la que venimos celebrando cada fin de semana. La misa, la comunión, cumplir con el mandamiento... Cada uno de nosotros lo ha ido viviendo según la tradición, según lo que le enseñaron en su casa, en el colegio, en las explicaciones y charlas.
Le estaba dando vueltas a mi reflexión y siento que sería bien largo de exponer lo que significa para mí. Una vez comenté las palabras de una canción que suelen cantar en nuestra iglesia: "...te conocimos, Señor, al partir el pan; tú nos conoces, Señor, al partir el pan..." Cada vez que las escucho me hace ahondar en la intención que debió tener y pensar el mismo Jesús de Nazaret.
Esta semana me he encontrado con un texto de Fray Marcos. Él explica mejor que yo el alcance y sentido de la eucaristía. Es sólo una parte del texto. Dice así: "
Hemos tergiversado hasta tal punto el mensaje original del evangelio, que lo hemos convertido en algo totalmente ineficaz para llevarnos a una verdadera vida espiritual. Para recuperar el sacramento debemos volver a la tradición. Lo malo es que para algunos acaba en Trento.
Lo último que se le hubiera ocurrido a Jesús, es pedir que los demás seres humanos se pusieran de rodillas ante él. Él sí se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies; y al terminar esa tarea de esclavos, les dijo: “vosotros me llamáis el Maestro y el Señor. Pues si yo, el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros tenéis que hacer los mismo”. Esa lección nunca nos ha interesado. Es más cómodo convertirle en objeto de adoración, que imitarle en el servicio y la disponibilidad para con todos los hombres.
Hemos convertido la eucaristía en un rito puramente cultual. En la mayoría de los casos no es más que una pesada obligación que, si pudiéramos, nos quitaríamos de encima. Se ha convertido en una ceremonia rutinaria, que demuestra la falta absoluta de convicción y compromiso. La eucaristía era para las primeras comunidades el acto más subversivo que nos podamos imaginar. Los cristianos que la celebraban se sentían comprometidos a vivir lo que el sacramento significaba. Eran conscientes de que recordaban lo que Jesús había sido durante su vida y se comprometían a vivir como él vivió."
Y José Antonio Pagola dice: "Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida..."
Texto del evangelio de Lucas (9,11b-17)
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