sábado, 7 de mayo de 2016

Testigos

Domingo 8 de Mayo de 2016

En otros tiempos teníamos y vivíamos una fe social, algo que era común a todos. Digamos que nuestra sociedad estaba marcada con el signo de la cruz y la vida del pueblo venía orientada por la iglesia y sus representantes.
Ahora, sobre todo en la gran ciudad, apenas si quedan signos de todo aquello. Probablemente haya personas que echan de menos incluso el sonido de las campanas y todas aquellas manifestaciones religiosas que indicaban que éramos cristianos, católicos y romanos.
El texto de la eucaristía de este fin de semana (del evangelio de Juan) es el recuerdo que se hace a la comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret de que, ante todo, somos "testigos" de la buena noticia del reino de Dios, aquella "buena noticia" que anunciaba el Maestro desde el principio: "Convertíos, daos la vuelta. El reino de Dios está entre vosotros"... Dice el texto: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén..."
Tenemos que ser testigos de ese cambio, de ese nuevo estilo de vida, de ese nuevo modelo de humanidad. Testigos porque nosotros vivimos así... Y ahora que escribo esto, me pregunto qué clase de testigo soy.
Recojo un párrafo del comentario de José Antonio Pagola: Los cristianos hemos caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos «el tiempo del Espíritu», tiempo de creatividad y de crecimiento responsable..."
Tal vez nos hemos quedado con las normas y preceptos de la iglesia y hemos arrinconado el "espíritu" que empujaba a Jesús de Nazaret. Ese espíritu que hizo de aquellas primeros seguidores convertirse en comunidades que vivían como hermanos, compartían todo y atendían a los más débiles y necesitados.
Nuestra sociedad necesita que seamos testigos de aquello. Testigos de la buena noticia del reino, testigos de una sociedad nueva, más humana y más solidaria. Ante nosotros desfila una inmensa multitud de personas que han perdido todo. Apenas si les queda lo mínimo que es el ser hombres y mujeres, su humanidad: Refugiados, inmigrantes, personas que buscan por todos los medios una vida más digna. ¿Cuál es nuestro testimonio ante ellos?
Las leyes y normas de los Estados sólo atienden a los que tienen "papeles". Incluso dan dinero y ponen medios para atenderlos... ¿Qué pasa con los que no tienen esos papeles? ¿Dejan de ser personas? ¿Se les va a quitar incluso su humanidad?
Ser testigos en esta sociedad nuestra. Tener la mirada y el corazón de Jesús de Nazaret. Convertirnos y cambiar para anunciar que es posible la nueva humanidad, que está dentro de nosotros.
Texto del evangelio de Juan (24,46-53) 

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