...Porque no se recogen higos de las zarzas
2 de marzo 2025
Después de leer y escuchar las Bienaventuranzas, el evangelio de Lucas nos trae toda una serie de enseñanzas con las que Jesús nos quiere hacer comprender la profundidad de su mensaje. Utiliza dichos y refranes antiguos que, aún hoy en día, solemos utilizar: -¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
-¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
-No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno...
Ése sería nuestro punto de reflexión y de meditación. A la hora de revisar mi manera de vivir o mi modo de seguir las huellas de Jesús de Nazaret tengo que entrar dentro de mí mismo y preguntarme cuáles son mis frutos.
Además entiendo que hablar de frutos son siempre acciones, actitudes y comportamientos que hacen referencia a los otros, a las personas que están a mi alrededor. Porque todo aquello que no está relacionado con el prójimo tiende a centrarse en uno mismo: Yo, mi, me, conmigo... Parece estar dirigido y centrado en mi persona, en mi ego. Incluso en ciertas acciones o actitudes religiosas: Dirigidas a agradar a Dios, a su alabanza, a su gloria... Porque Dios me premiará y me concederá la salvación.
Como dice Jesús mismo: La gloria de Dios es que hagamos su voluntad. Que aprenda a prestar atención a mi hermano, que me fije en el desvalido y necesitado, que me acuerde de los marginados...
Fray Marcos en su comentario se ha fijado en lo referente a la corrección fraterna... (la mota en el ojo del hermano): -"El afán de corregir a los demás es una constante, sobre todo entre los que nos creemos religiosos. A pesar de que el evangelio nos aconseja la corrección fraterna, no hay nada más peligroso en la vida espiritual. No solo porque nunca podemos estar seguros de lo que es mejor para el otro, incluso cuando hayamos constatado que es bueno para nosotros mismos; sino porque tendemos a corregir al otro desde la superioridad moral que creemos tener. Si te sientas superior, sea moral o intelectualmente, estás incapacitado para ayudar."
Creo que, en más de una ocasión, por el simple hecho de ir a misa los domingos o ser un poco más practicantes que los otros nos creemos mejores, que estamos por encima. Pero, tal vez, si pongo mi atención en esas personas, si soy capaz de escuchar y de sentir todo lo que les ha tocado vivir, aguantar y sufrir... quizás, digo, estaríamos en condiciones de comprender y de ponernos en su lugar. Y juntos podríamos intentar vivir como hermanos, ser compasivos como nuestro padre (Dios) es compasivo.
Hay un detalle que me ayuda a centrarme y a vivir con más intensidad: Primero, la presencia. Quiere decir poner toda mi atención en esto que estoy haciendo. Lo que llamamos el presente. Porque el pasado ya se fue y no existe. Y el futuro todavía no ha llegado (tampoco existe). Y ahí está mi eternidad. Es lo único que tengo entre manos. Si no lo hago ahora, nunca lo haré.