Domingo 10 de septiembre de 2017
Me gusta escuchar el evangelio algo así como en primera persona. No como algo que se dijo hace tiempo a unas personas de un país antiguo... Entiendo y siento que Jesús de Nazaret me está hablando a mí, hoy.
En el texto de hoy (tomado del evangelio de Mateo, cap 18, 15-20) nos habla de la atención al hermano, de ayudarle también cuando se equivoca... porque "os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desatéis... quedará desatado..." Creo que, casi siempre, se ha interpretado esto pensando en el sacramento de la confesión. Y tal vez no se refería para nada a eso.
Creo que se trata de la comunidad de personas (hombres y mujeres) que desean seguir los pasos de Jesús de Nazaret: realizar una vivencia de hermanos que intentan formar una comunidad más humana, más compasiva, con más ternura, hijos todos del mismo Padre.
Corregir y perdonar... Recoge, de nuevo, los términos de la oración que nos enseñó: "...perdona nuestras ofensas como (al decir estas palabras) también nosotros perdonamos a los que nos ofenden..." Atar y desatar. Es algo que hacemos nosotros en la comunidad de hermanos.
Otro detalle que, hoy, me llama mucho la atención: "Porque donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos..."
De nuevo pienso que hemos atribuido esas palabras a nuestras reuniones religiosas: celebraciones, oraciones, encuentros de grupos, retiros... Y sí, tal vez también ahí anda Jesús de Nazaret; pero creo que su alcance es mucho mayor y algo diferente.
Reunidos en su nombre sería como decir reunidos siguiendo el mismo proyecto de Jesús.
En el texto de hoy (tomado del evangelio de Mateo, cap 18, 15-20) nos habla de la atención al hermano, de ayudarle también cuando se equivoca... porque "os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desatéis... quedará desatado..." Creo que, casi siempre, se ha interpretado esto pensando en el sacramento de la confesión. Y tal vez no se refería para nada a eso.
Creo que se trata de la comunidad de personas (hombres y mujeres) que desean seguir los pasos de Jesús de Nazaret: realizar una vivencia de hermanos que intentan formar una comunidad más humana, más compasiva, con más ternura, hijos todos del mismo Padre.
Corregir y perdonar... Recoge, de nuevo, los términos de la oración que nos enseñó: "...perdona nuestras ofensas como (al decir estas palabras) también nosotros perdonamos a los que nos ofenden..." Atar y desatar. Es algo que hacemos nosotros en la comunidad de hermanos.
Otro detalle que, hoy, me llama mucho la atención: "Porque donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos..."
De nuevo pienso que hemos atribuido esas palabras a nuestras reuniones religiosas: celebraciones, oraciones, encuentros de grupos, retiros... Y sí, tal vez también ahí anda Jesús de Nazaret; pero creo que su alcance es mucho mayor y algo diferente.
Reunidos en su nombre sería como decir reunidos siguiendo el mismo proyecto de Jesús.
Lo comenta muy bien José Antonio Pagola: "Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano..."
Creo que ése es el verdadero motivo y razón de nuestras eucaristías, de nuestros encuentros, de las oraciones, de las devociones... También descubrir esos mismos motivos en tantas personas (hombres y mujeres) que, sin diferencia de religión, nacionalidad, cultura y raza que se esfuerzan y mueven buscando ese mundo más justo y más humano. Porque "allí está Jesús de Nazaret en medio de todas esas personas"
Texto del evangelio de Mateo (18,15-20)
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