sábado, 19 de septiembre de 2020

El Dios de Jesús nos sorprende siempre

 20 de Septiembre de 2020

Siguiendo la lectura del evangelio de Mateo, este fin semana escuchamos una parábola que siempre nos deja descolocados. 

Como comenta José A. Pagola "Sin duda es una de las parábolas más sorprendentes y provocativas de Jesús. Se solía llamar «parábola de los obreros de la viña». Sin embargo, el protagonista es el dueño de la viña. Algunos investigadores la llaman hoy «parábola del patrono que quería trabajo y pan para todos»..."

A lo largo de los años hemos ido escuchando comentarios y explicaciones para todos los gustos. Que si la vocación de Dios. La bondad de Dios Todopoderoso que premia como quiere, incluso a los últimos. Que lo importante es hacer lo que nos manden...

La resume así J.A.Pagola: "Este hombre (el dueño de la viña) sale personalmente a la plaza para contratar a diversos grupos de trabajadores. A los primeros a las seis de la mañana, a otros a las nueve, más tarde a las doce del mediodía y a las tres de la tarde. A los últimos los contrata a las cinco, cuando solo falta una hora para terminar la jornada..."

"Su conducta es extraña. No parece urgido por la vendimia. Lo que quiere es que aquella gente no se quede sin trabajo. Por eso sale incluso a última hora para dar trabajo a los que nadie ha llamado..."
Estaba reflexionando sobre ello y me llama la atención que, a mi modo de entender, apenas si somos capaces de entrever el mensaje de Jesús de Nazaret. 
A lo largo de su vida ha intentado comunicar a las personas que le rodeaban eso que él mismo está viviendo. Conocía bien la religiosidad de su pueblo. Lo había mamado en su propia casa. Lo había escuchado a los escribas y a los fariseos. Sabía de los textos de la biblia (Antiguo Testamento)... Y, sin embargo, su mensaje proclama la presencia y la realidad de un Dios bien diferente, un Dios al que llama "abbá" (papá-mamá), un Dios que es ante todo ternura y compasión, que está pendiente de cada uno de nosotros. Y cuenta parábolas e historias increíbles. No es que las imagine o las sueñe. Es que él las vive así.
La parábola del "hijo pródigo". La parábola de los "invitados a la boda que no quieren ir y... entonces invita a todo perro y gato (como se suele decir): a los pobres, a los marginados, a los cojos, a los desgraciados..." La parábola del "buen pastor" y la de la "dracma perdida". Y esa mirada al campo, a los pajarillos y a las flores para añadir que vosotros valéis más que un gorrión y más que las flores del campo que hoy lucen de esa manera y mañana ya están marchitas... Pues bien, "Dios vuestro padre están tan pendiente de vosotros que hasta los cabellos de vuestra cabeza los tiene contados..." Es la Buena Noticia. Dios está cercano a nosotros, nos tiene en cuenta... A todos! Por encima de la religión que practiquemos, por encima de la raza, del sexo, de su origen, de su país...
Nos habla de un Dios que no entiende de Derecho, de Justicia, de Categoría, de ganancias y pérdidas... Es, por encima de todo, un Dios de Amor, de Compasión y Ternura que se da cuenta de los últimos, de los que no valen, de los que no tienen méritos, los don-nadie... Y lo que espera de nosotros, de todas las personas es que vivamos de esa manera. "Sed perfectos como vuestro padre del cielo es perfecto..." Y su perfección se refiere a eso.
Precisamente por eso me choca y me llama la atención el que el lenguaje oficial de la Iglesia sea tan ampuloso, tan anacrónico o tan antiguo que parece que copia literalmente la manera de hablar y de entender del Antiguo Testamento: "Omnipotente y sempiterno Dios..."; "Oh Dios Todopoderoso..." . Incluso en las oraciones más tradicionales y fundamentales como el Credo: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra..." Pienso que ese lenguaje no es el de Jesús de Nazaret. Y mira que nos lo advirtió: "Cuando oréis decid: Padre nuestro (Abbá)..." Tampoco tenéis necesidad de usar muchas palabras, porque Dios ya conoce vuestras necesidades...
Resulta nuestra asignatura pendiente: Experimentar y vivir a la manera de Dios nuestro padre. A las primeras personas que le siguieron no les fue fácil comprender la profundidad de su mensaje. Tal vez podríamos decir que ahí estuvo su experiencia de Pascua, de Resurrección. Y aquellas primeras comunidades centraron su vida en la fraternidad, en el compartir, en amar. Las cartas de Juan lo repiten de mil maneras... Porque sólo hay una manera de acercarse a Dios y/o de que Él ande entre nosotros. Y es el mandamiento de Jesús: "Amaos!" Y si no entendemos eso, hemos perdido el camino y no sabemos a dónde vamos.
Y J.A.Pagola termina así: "Una de las tareas más importantes en una comunidad cristiana será siempre ahondar cada vez más en la experiencia de Dios vivida por Jesús. Solo los testigos de ese Dios pondrán una esperanza diferente en el mundo..."

Texto del evangelio de Mateo (20,1-16)


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