lunes, 26 de diciembre de 2016

Se hizo carne

Domingo 25 de diciembre de 2016

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Celebramos la Navidad un poco a nuestra manera. Unos con un gran sentimiento religioso (a través de las celebraciones de la iglesia, los belenes y representaciones); otros con los aspectos festivos de comidas, encuentros y visitas; otros con los regalos, adornos y salidas o viajes... ¿Qué celebramos realmente?
Escuchamos los textos de los evangelios y no cabe duda de que aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús de Nazaret vivieron una experiencia tan profunda y tan fuerte que, a la hora de explicarla, echaron mano de narraciones que pudieran de algún modo transmitirnos quién fue y lo que significó para todos ellos ese hombre maravilloso.

Lucas y Mateo nos hablan de un nacimiento y unas circunstancias llenas de ternura y señales milagrosas. Elementos que nos guiaran hacia lo más profundo y más grande que podían imaginar: Dios se había acercado a los hombres. Se había manifestado incluso de una manera totalmente increíble y que nos iba a parecer imposible...
Juan, en cambio, nos hace una reflexión diferente. Ha escuchado a Jesús de Nazaret. Lo ha sentido, lo ha tocado y el eco que ha percibido es la cercanía de Dios mismo. Su Palabra. Su presencia. Su expresión. Su estilo. El Dios todopoderoso, el de la grandeza de la creación, el que es origen y fuente de todo... se manifestaba haciéndose "carne", como un bebé, como tantos niños y niñas nacen en nuestras familias.
Lo duro de esto es que, comenta Juan, "vino a los suyos y no lo recibieron"...
Y no se trata de las escenas de Belén, de los pastores y los ángeles; sino de los que escuchaban a Jesús y no querían cambiar ni comprometerse. La buena noticia de la que habla Jesús es que Dios, sí Dios, se ha hecho "carne"... como nosotros. Creo que no se refiere únicamente a su persona. Es como si Dios hubiera entrado en la piel y en la carne de los hombres y mujeres que llenamos nuestro planeta...

Comenta José A. Pagola: "
Dios no puede ser ya el Ser «omnipotente» y «poderoso» que nosotros sospechamos, encerrado en la seriedad y el misterio de un mundo inaccesible. Dios es este niño entregado cariñosamente a la humanidad, este pequeño que busca nuestra mirada para alegrarnos con su sonrisa..."

Y tomo un comentario que hace Fray Marcos que me ha ayudado a entender un poquito más: "
"Anoche nos hablaban de un Niño, del pesebre, de pastores, de ángeles. En esta mañana nos habla del Verbo, Palabra preexistente, de Dios eterno y trascendente. Es una prueba más de que nos encontramos ante algo indecible. Curiosamente termina diciendo exactamente lo mismo: y la PALABRA se hace carne, Niño. 
La encarnación sólo tiene realidad dentro de ti, como sólo tuvo realidad dentro de Jesús, no fuera en acontecimientos o fenómenos externos. Sólo dentro de ti y dentro del otro. Buscarlo en otra parte es engañarte...
No creernos que Dios se ha hecho hombre, y hacemos decir al evangelio lo que nos interesa que diga. No es el hombre el que tiene que escalar las alturas del cielo para llegar a ser Dios, ha sido Dios el que se ha abajado y ha compartido su ser con el hombre. Eso es lo que significa la encarnación. Por medio de Jesús, podemos llegar a saber lo que es Dios. Pero un Dios que no está ya en la estratosfera, ni en los templos, ni en los ritos, sino en el hombre... Las consecuencias de esta verdad en nuestra vida religiosa serían tan demoledoras que nos asustan; por eso preferimos seguir pensando en un Jesús que es Dios, pero dejando bien claro que eso no nos afecta a nosotros..."
Texto del evangelio de Juan (1,1-18)


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