domingo, 13 de marzo de 2016

Tampoco yo te condeno

Domingo 13 de Marzo de 2016

Supongo que cada uno de nosotros "progresa adecuadamente" (o al menos lo intenta) en el seguimiento de Jesús de Nazaret. Porque damos por sabido y entendido que somos sus seguidores, sus discípulos. ¿O no?
Jesús, nuestro Maestro, nos muestra el camino, nos anuncia la buena noticia del reino, nos explica con su vida y con sus palabras su experiencia más profunda de Dios. Cómo lo siente, cómo lo vive... Sus parábolas, sus explicaciones tratan de hacernos comprender el estilo mismo de Dios: El padre del "hijo pródigo", el pastor que busca "la oveja perdida", la mujer que barre y barre hasta encontrar "la dracma perdida"...
Hoy el texto que nos han presentado está tomado del evangelio de Juan ("la mujer pillada en adulterio"). Según la Ley de Moisés hay que "apedrearla"... "tú qué dices?"
"Entonces, comenta J.A. Pagola, Jesús se dirige a la mujer que acaba de escapar de la ejecución y, con ternura y respeto grande, le dice: «Tampoco yo te condeno». Luego, la anima a que su perdón se convierta en punto de partida de una vida nueva: «Anda, y en adelante no peques más».

Así es Jesús. Por fin ha existido sobre la tierra alguien que no se ha dejado condicionar por ninguna ley ni poder opresivo. Alguien libre y magnánimo que nunca odió ni condenó, nunca devolvió mal por mal..."
Cómo nos cuesta aprender el estilo de Dios (del Dios de Jesús de Nazaret) en el que es más importante la compasión y la ternura que todas las leyes. Una manera de ver y vivir la humanidad de modo que la persona se convierte en el centro de atención. Y no por el poder, ni por el dinero, ni por ser famoso, ni por su saber... No! Lo es por su humanidad. Por eso los primeros son y serán aquellas personas a las que sólo les queda ya su humanidad, el ser personas. Sí, las que no tienen siquiera "papeles" ni documentación.
No necesitamos citar muchos ejemplos. Refugiados, inmigrantes, marginados, oprimidos y violentados por una economía ansiosa por tener y acaparar y que sólo piensa en sí misma.
Un detalle final, como señala J.A. Pagola: "Los cristianos no hemos sido capaces todavía de extraer todas las consecuencias que encierra la actuación liberadora de Jesús frente a la opresión de la mujer. Desde una Iglesia dirigida e inspirada mayoritariamente por varones, no acertamos a tomar conciencia de todas las injusticias que sigue padeciendo la mujer en todos los ámbitos de la vida"

Texto del evangelio de Juan 8,1-11


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