viernes, 30 de septiembre de 2022

Confiar en Dios

Si tuvierais fe como un grano de mostaza

2 de octubre 2022

El texto del evangelio de Lucas que leemos/escuchamos este domingo nos dice aquello de "si tuvierais fe como un grano de mostaza..."
Y nos dice lo de "...le diríais a esa morera: "quítate de ahí y tírate al mar", y os obedecería."
Y nosotros pensamos: ¡Anda ya! Eso no te lo crees ni borracho.
Porque estamos convencidos de que tenemos fe. Que siempre hemos tenido fe; pero que eso de la morera es una exageración.
¿Entonces?

El evangelio nos habla de un estilo de vida, del Reino de Dios, de cambiar, de la gran noticia, de cambiar el chip de nuestra mente y de nuestro corazón... Y nosotros hemos acumulado lecciones de Catecismo, doctrina, verdades, prácticas religiosas; pero no nos resulta fácil eso de cambiar de vida, de poner nuestra fe-confianza en Dios. Creemos en nuestra contabilidad, en la cantidad de obras buenas que voy haciendo, en los méritos que consigo día a día para ganarme el cielo. O sea que se podría decir que confío en mí mismo.

Fray Marcos nos ofrece una buena reflexión que nos ayuda a entender y profundizar en lo que quiere decir eso de tener fe-confianza en Dios: -
"Sigue el evangelio con propuestas aparentemente inconexas, pero Lucas sigue un hilo conductor muy sutil. Hasta hoy nos había dicho, de diversas maneras, que no pongamos la confianza en las riquezas, en el poder, en el lujo; pero hoy nos dice: no la pongas en tu falso ser ni en la obras que salen de él, por muy religiosas que sean. Confía solamente en “Dios”. Los que se pasan la vida acumulando méritos, no confían en Dios sino en sí mismos. La salvación por puntos es lo más contrario al evangelio. Ese Señor al que tengo que rendir cuentas tiene que dejar paso al Dios que es el fundamento de mi ser."

Confiar en Dios de verdad. Frecuentemente me gusta evocar la imagen del bebé en brazos de su mamá para descubrir cómo tendría que ser mi fe-confianza en Dios. El bebé no calcula, no hace méritos, no cuestiona, no duda, no tiene miedo. Incluso en las peores circunstancias.

Otro punto de reflexión de Fray Marcos: -"No debemos esperar que Dios nos libre de las limitaciones, sino de encontrar la salvación a pesar de ellas. Esa confianza no la debemos proyectar sobre una Realidad que está fuera de nosotros y del mundo. Debemos confiar en un Dios que está y forma parte de la creación y de nosotros. Creer en Dios es apostar por el hombre. Es estar construyendo la realidad material, y no destruyéndola; es estar por la vida y no por la muerte: por el amor y no por el odio, por la unidad y no por la división. ¿Por qué tantos que no "creen" nos dan sopas con honda en la lucha por defender la naturaleza, la vida y al hombre?"

Entonces tener fe como un granito de mostaza significaría asumir en mi vida esa opción por la humanidad, por la vida, por las personas. Y mi postura tendría que tener siempre ese objetivo por encima de conveniencias, de doctrinas, de ideas y de partidos políticos.
Y no hace falta mirar mucho para ver tantas personas a las que parece que se les niega lo más esencial para vivir como seres humanos.

Texto del evangelio de LUCAS 17, 5-10


jueves, 22 de septiembre de 2022

Un pobre en tu portal

"No se convencen ni aunque resucite un muerto"

25 de septiembre 2022

De nuevo el texto del evangelio de Lucas nos habla este domingo de la riqueza.

Conocemos la parábola. Un rico despreocupado que «banquetea espléndidamente», ajeno al sufrimiento de los demás, y un pobre mendigo a quien «nadie da nada».


José Ant. Pagola arranca su comentario con esta observación: "-Esta es la convicción profunda de Jesús. Cuando la riqueza es «disfrute excluyente de la abundancia», no hace crecer a la persona, sino que la deshumaniza, pues la va haciendo indiferente e insolidaria ante la desgracia ajena." 

Este texto de Lucas viene a decirnos lo mismo que señala Mateo cuando describe lo que sería el juicio final: "Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, estaba desnudo y no me vestiste o en la cárcel y no me visitaste..." 
Todas las referencias de Jesús a Dios es para mostrarnos a un Dios lleno de misericordia. Una misericordia que se da cuenta de ese pobre tirado delante de tu puerta, de ese inmigrante que pide limosna, de esa familia que carece de lo necesario para vivir, del marginado por su raza, su cultura, su lengua o su condición.

Como comenta Mª Luisa Paret: -"El texto describe a dos personajes destacando el fuerte contraste entre ambos. En ningún momento se dice que el rico haya provocado la miseria del pobre y se encuentre en esa penosa situación por su culpa. Lo escandaloso es que ni siquiera se ha dado cuenta de su presencia; mientras él banquetea diariamente, el pobre, junto a su puerta, no tiene nada que llevarse a la boca. Vive cómodamente rodeado de su  bienestar, ignorando la vida de quien está a su lado. Su actitud es inhumana por su insensibilidad, por su indiferencia. En palabras del evangelio, por poseer un “corazón de piedra”." 


Nuestro mundo, nuestra sociedad (a muchos niveles) peca precisamente de eso, de indiferencia. Acumular, ganar, tener más que los otros, disfrutar de todo, aprovecharme todo lo que pueda... sin percibir en ningún momento a toda esa multitud tirada delante de nuestra puerta sin lo necesario para vivir, con todas las carencias y enfermedades y sin que los que tenemos caigamos en la cuenta de que están ahí.

Y con una reflexión más incisiva y profunda Fray Marcos escribe: "-No podemos desarrollar una auténtica religiosidad sin tener en cuenta al pobre. Nuestra religión, olvidando el evangelio, ha desarrollado un individualismo absoluto. Lo que cada uno debe procurar es una relación intachable con Dios. La moral católica está encaminada a perfeccionar esta relación con Él. Pecado es ofender a Dios y punto. El evangelio nos dice que el único pecado que existe es olvidarse del que me necesita. Mi grado de acercamiento a Dios es el grado de acercamiento al otro. Lo demás es idolatría."

¿Verdad que nos parece fuerte? Y es que nuestra religión, nuestra fe, si pierde de vista a los otros, se convierte en algo vacío y puro formulismo. Si no soy capaz de acercarme al que me necesita, tampoco me acerco a Dios.

Texto de evangelio de Lucas, 16, 10-31


miércoles, 14 de septiembre de 2022

No podemos servir a Dios y al dinero

No podemos servir a dos señores

18 de septiembre 2022

El texto de Lucas que leemos/escuchamos este domingo nos propone la parábola del administrador injusto. El tipo de administrador que, al pillarle en los chanchullos y trampas que ha ido cometiendo y ante la amenaza de despido, se busca todas las mañas posibles para sacar beneficio y buscarse apoyos para cuando se vea en el paro. Todos tenemos en mente muchos ejemplos de la vida real.

Ahora bien, Jesús de Nazaret lo que nos propone es como un revulsivo, algo que nos haga reaccionar y replantear nuestra vida.

El mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios nos propone y nos invita a vivir de una manera más parecida a como es Dios. Una vida que nos haga cada vez más humanos, más compasivos, más hermanos, más acogedores teniendo en cuenta, ante todo, a los más débiles y necesitados.

El administrador injusto y tramposo se buscó y organizó todas las trampas posibles para salvarse a la hora del despido y que le pongan de patitas en la calle (o le manden a la cárcel). 

Si yo acepto el mensaje de Jesús ¿cómo voy a actuar? La manera de actuar de bastantes de nuestros políticos ya la sabemos. ¿Qué voy a hacer yo para conseguir que nuestro mundo, nuestra sociedad, sea más humana, más solidaria?

Como escribe y comenta José Antonio Pagola: -"Es difícil permanecer indiferente ante la palabra de Jesús, al menos si uno sigue creyendo en la posibilidad de ser más humano cada día. Es difícil no sentir inquietud y hasta cierto malestar al escuchar palabras como las que hoy nos recuerda el texto evangélico: «No podéis servir a Dios y al Dinero».

"Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al mismo tiempo esclavo del dinero y del propio interés. Solo hay una manera de vivir como «hijo» de Dios, y es vivir como «hermano» de los demás. El que vive solo al servicio de sus dineros e intereses no puede ocuparse de sus hermanos, y no puede, por tanto, ser hijo fiel de Dios." 

Y Fray Marcos ahonda un poco más en el mensaje: _"A Dios no le servimos para nada. Si algo dejó claro Jesús fue que Dios no quiere siervos sino personas libres. No se trata de doblegarse con sumisión externa a lo que mande desde fuera un señor poderoso. Se trata de ser fiel al creador, respondiendo a las exigencias de mi ser. Servir a un dios externo, que puede premiarme o castigarme, es idolatría y, en el fondo, egoísmo. Hoy podemos decir que no debemos servir a ningún “dios”. Al verdadero Dios solo se le puede servir sirviendo al hombre. Aquí está la originalidad del mensaje cristiano."

Y Jesús añade este consejo: Ganaos amigos con el dinero injusto. Al final viene a decirnos que utilicemos todo lo que tenemos para conseguir el objetivo número uno: Una sociedad más solidaria y humana. 

Y anota Fray Marcos: -"Utilizamos con sabiduría el dinero injusto cuando compartimos con el que pasa necesidad. Lo empleamos sagazmente, pero en contra nuestra, cuando acumulamos riquezas a costa de los demás."

Ahí nos queda el cuestionario que tenemos que responder. Si me confieso seguidor de Jesús de Nazaret, mi vida tendría que ir marcada por su estilo y manera de actuar y vivir. ¿O no? Y siempre resonará en nuestros oídos y en nuestro corazón lo que nos dice: "No podéis servir a dos señores. No podéis servir a Dios y al dinero"

Texto del evangelio de LUCAS 16, 1-13


miércoles, 7 de septiembre de 2022

Dios "buscador"

¿Cómo es el Dios en quien creemos?

11 de septiembre 2022

Al comentar el texto de Lucas que escuchamos este domingo casi siempre nos han hablado de la misericordia de Dios, incluso del amor de Dios; pero lo que acabo de leer en la introducción que hace Inma Calvo me ha parecido mucho más profundo: "-Cuando leemos la parábola del hijo pródigo, la inercia nos lleva a interpretar que lo más importante es el arrepentimiento y volver a Dios para pedirle perdón. Las otras dos parábolas nos avisan de que no se trata de eso. La dracma perdida no hace nada para ser encontrada. Se pone el foco en la mujer que barre toda la casa para encontrarla. Es Dios el que busca. Todo es gracia y experimentar ese amor incondicional nos cambia por dentro. El texto también nos invita a imitar al Dios buscador de ovejas descarriadas o hijos pródigos. Veinte siglos después, los conceptos del evangelio siguen resultando novedosos."


Y es ahí, quizás, donde tenemos que reflexionar y profundizar. La fe que tenemos. Tanto los publicanos y pecadores como los fariseos, todos a su manera, tenían una idea de Dios que actuaba y se relacionaba con los hombre y mujeres como lo harían ellos mismos. Y me temo que, hoy en día, en la mayoría de los casos, nosotros seguimos la manera de pensar de unos y de otros.


Mª Guadalupe Labrador nos plantea estas preguntas: "-Cómo es Dios? ¿Cómo es el Dios en quien creemos? Porque en definitiva lo que están cuestionando los escribas y fariseos es: ¿Quién es Dios? ¿Cómo se comporta con los hombres? ¿No está Dios solamente cerca de los que “cumplen” la ley?..."


Entre el Catecismo que aprendimos cuando éramos pequeños y los muchos sermones que hemos escuchado, nos hemos hecho una imagen de Dios que tiene más de juez severo, de policía, de controlador, de dueño y señor... Un Dios justo, pero lejano. Un Dios al que hay que rezarle y rogarle mucho. Un Dios al que tenemos que pedirle perdón muchas veces. Y lo del juicio final siempre se nos queda como si se tratara del examen final para ver si conseguimos aprobar.


Sigue el comentario de Mª Guadalupe Labrador: "-Jesús responde revelando el verdadero rostro de Dios, el auténtico protagonista de estas parábolas. Las tres nos dicen que nuestro Dios:

  • Es el pastor que, entendiendo muy poco de matemáticas, deja noventa y nueve ovejas y sale a buscar a la que se ha perdido, o se ha escapado, o se ha querido esconder…

  • Es la mujer que no se conforma con asegurar las nueve monedas sino que revuelve toda la casa porque ha perdido una

  • Y es el Padre que por encima del dolor que le haya podido producir la marcha de su hijo y el ver cómo despilfarra sus bienes sale continuamente al camino a esperarle.

En los tres casos es el que sale al encuentro, el que busca, abraza, acoge, carga sobre sí y siente su corazón tan feliz y lleno de alegría al recuperar a uno solo de sus hijos e hijas, que no puede guardarla solo para sí y organiza una fiesta. El Dios Abbá “misericordioso con todos, que hacer salir el sol sobre buenos y malos y envía la lluvia sobre justos e injustos”

Una vea más, la versión que nos da Jesús de Nazaret de ¿cómo es Dios? nos deja descolocados. Que Dios es justo, está bien. Que sea misericordioso, nos parece bien. Pero que deje a las noventa y nueve ovejas para ir a buscar a la perdida... O que haga una fiesta para recibir a ese hijo que es un perdido y se ha gastado todo viviendo de aquella manera... Ah, eso no nos parece justo. Y así lo expresa el hijo mayor... Lo que nosotros diríamos.

Nuestro problema es si hemos llegado a experimentar el amor de Dios, si hemos llegado a hacer mío eso de que Dios me quiere, me ama...

Mª Guadalupe Labrador nos vuelve a cuestionar: "-Y ahora es bueno que nos preguntemos, ¿cómo me siento yo al leer esto? ¿Me entusiasma saber que soy amado, que soy amada así?  ¿Qué el amor que Dios me tiene no me lo estoy ganando, y por tanto no lo voy a perder, aunque me “pierda” o me “vaya”?

Es una pregunta y una invitación. Porque en el fondo estas parábolas me están invitando a vivir y actuar como Dios mismo. ¿Cómo debo vivir? ¿Cómo debo actuar en mi relación con las otras personas? En definitiva, ¿qué significa ser hijo de Dios?, ¿cómo vamos entrando en el reino de Dios?

Y si aceptamos y creemos que somos hijos de Dios... "-¿Vivimos la alegría de experimentarnos hijos e hijas?"

Texto del evangelio de LUCAS 15, 1-32


jueves, 1 de septiembre de 2022

Discípulos del Maestro

El que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo

El texto del evangelio de Lucas que escuchamos este fin de semana siempre nos ha parecido duro y exigente. Por lo menos exagerado. Y las explicaciones que nos venían dando terminaban siendo aplicadas y dirigidas a los religiosos y religiosas, a los monjes y a las monjas. Porque parecía que era eso lo que se les exigía: "Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo." 

De esa manera nos quedamos tranquilos ya que esas exigencias tendrían que vivirlas las personas que buscaban el estado de perfección.

Sin embargo, Jesús no estaba pensando en unas personas o en otras. Es un llamamiento general que se hace a todas las personas que quieran seguir sus huellas. "Si alguna persona quiere seguirme..."

Esa es la cuestión: ¿Quiero seguir a Jesús de Nazaret? ¿Quiero seguir sus pasos? ¿Me atrae su mensaje? ¿Acepto su invitación?

Como comenta Fray Marcos: "Ser discípulo es hacer suyos los objetivos del Maestro. Sólo si nos proponemos la plenitud humana, estaremos en condiciones de posponer todos los demás valores..."

Y Jesús de Nazaret nos propone en la Buena Noticia del Reino de Dios un mundo, una sociedad con unos valores y un estilo de vida que choca frontalmente con la propuesta que nos viene haciendo la propaganda de este mundo: Tener más, ganar más, gozar más, alcanzar más fama... sea como sea. Y ese afán y ansia por alcanzar todo eso hace que pasemos por encima de los más débiles, de los que pueden menos, de los saben menos, de los que no tienen medios... perdiendo la propia humanidad.

Y aquí estamos en el siglo XXI cono una población inmensa privada de lo más elemental y necesario para vivir como personas. Y con todos los adelantos (técnicos, organizativos, logística, conocimientos y posibilidades de todo tipo) la humanidad es incapaz de cuidar de sí misma. Porque primero soy yo y paso por encima de todo y de todos para conseguir el máximo beneficio.

Si queremos un mundo más solidario, más justo, más humano, sólo hay un camino: tenemos que ver a las otras personas como parte de mí mismo. Su humanidad es mi humanidad. Su vida es mi vida. Y si son carencias, necesidades, privaciones, opresión y abuso... también son mías.

Así comenta Fray Marcos: "La meta suprema sólo puede ser una. Si caminamos hacia dos fines a la vez nos volveremos locos. Si está claro el fin último, todos los fines intermedios deben estar encaminados al último..."

Lo que no podemos hacer es declararnos discípulos de Jesús y poner excusas para seguir su camino. Y si la meta es ser más humanos, más solidarios y fraternos..., tenemos que aprender a posponer todo lo demás: Jesús habla de la familia, de los bienes, de dejar todo atrás... y cargar la cruz... Ahí estamos: si el objetivo de mi vida es el estilo de vida del Maestro, en todas mis relaciones tiene que ir apareciendo. Es algo que tiene que convertirse en el objetivo número uno.

Texto del evangelio de Lucas 14, 25-33

Se acerca vuestra liberación

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