"No se convencen ni aunque resucite un muerto"
25 de septiembre 2022
De nuevo el texto del evangelio de Lucas nos habla este domingo de la riqueza.
Conocemos la parábola. Un rico despreocupado que «banquetea espléndidamente», ajeno al sufrimiento de los demás, y un pobre mendigo a quien «nadie da nada».
José Ant. Pagola arranca su comentario con esta observación: "-Esta es la convicción profunda de Jesús. Cuando la riqueza es «disfrute excluyente de la abundancia», no hace crecer a la persona, sino que la deshumaniza, pues la va haciendo indiferente e insolidaria ante la desgracia ajena."
Este texto de Lucas viene a decirnos lo mismo que señala Mateo cuando describe lo que sería el juicio final: "Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, estaba desnudo y no me vestiste o en la cárcel y no me visitaste..."
Todas las referencias de Jesús a Dios es para mostrarnos a un Dios lleno de misericordia. Una misericordia que se da cuenta de ese pobre tirado delante de tu puerta, de ese inmigrante que pide limosna, de esa familia que carece de lo necesario para vivir, del marginado por su raza, su cultura, su lengua o su condición.
Como comenta Mª Luisa Paret: -"El texto describe a dos personajes destacando el fuerte contraste entre ambos. En ningún momento se dice que el rico haya provocado la miseria del pobre y se encuentre en esa penosa situación por su culpa. Lo escandaloso es que ni siquiera se ha dado cuenta de su presencia; mientras él banquetea diariamente, el pobre, junto a su puerta, no tiene nada que llevarse a la boca. Vive cómodamente rodeado de su bienestar, ignorando la vida de quien está a su lado. Su actitud es inhumana por su insensibilidad, por su indiferencia. En palabras del evangelio, por poseer un “corazón de piedra”."
Nuestro mundo, nuestra sociedad (a muchos niveles) peca precisamente de eso, de indiferencia. Acumular, ganar, tener más que los otros, disfrutar de todo, aprovecharme todo lo que pueda... sin percibir en ningún momento a toda esa multitud tirada delante de nuestra puerta sin lo necesario para vivir, con todas las carencias y enfermedades y sin que los que tenemos caigamos en la cuenta de que están ahí.
Y con una reflexión más incisiva y profunda Fray Marcos escribe: "-No podemos desarrollar una auténtica religiosidad sin tener en cuenta al pobre. Nuestra religión, olvidando el evangelio, ha desarrollado un individualismo absoluto. Lo que cada uno debe procurar es una relación intachable con Dios. La moral católica está encaminada a perfeccionar esta relación con Él. Pecado es ofender a Dios y punto. El evangelio nos dice que el único pecado que existe es olvidarse del que me necesita. Mi grado de acercamiento a Dios es el grado de acercamiento al otro. Lo demás es idolatría."
¿Verdad que nos parece fuerte? Y es que nuestra religión, nuestra fe, si pierde de vista a los otros, se convierte en algo vacío y puro formulismo. Si no soy capaz de acercarme al que me necesita, tampoco me acerco a Dios.
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