viernes, 11 de junio de 2021

Aprender a estar, mirar y contemplar

"Sin que él sepa cómo..."

13 de Junio de 2021


Este fin de semana el evangelio de Marcos nos reseña dos parábolas pequeñitas: "El hombre que siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto.."  Y la parábola del grano de mostaza que, una vez sembrado, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»

Al leer y reflexionar sobre estas dos pequeñas parábolas me doy cuenta de que, casi siempre, nos hemos quedado en comentar la fuerza de la semilla; el crecimiento y desarrollo del reino de Dios; la dinámica de la Iglesia que partiendo de una comunidad pequeña se ha hecho grande y está presente en todos los países del mundo... Y ahora, siguiendo los comentarios de otras personas, me parece que, también nosotros, tenemos que aprender a estar, a mirar y a contemplar la realidad misma que nos rodea, a las personas y a las cosas.

José Antonio Pagola  nos ofrece esta introducción: "Esta parábola, tan olvidada hoy, resalta el contraste entre la espera paciente del sembrador y el crecimiento irresistible de la semilla. Mientras el sembrador duerme, la semilla va germinando y creciendo «ella sola», sin la intervención del agricultor y «sin que él sepa cómo»..."  "Acostumbrados a valorar casi exclusivamente la eficacia y el rendimiento, hemos olvidado que el evangelio habla de fecundidad, no de esfuerzo, pues Jesús entiende que la ley fundamental del crecimiento humano no es el trabajo, sino la acogida de la vida que vamos recibiendo de Dios..."

La mentalidad y la cultura de nuestro tiempo nos empuja a valorar por encima de todo la eficacia, el rendimiento... El dinero, la empresa, el negocio nos empujan a ser efectivos, a rendir y producir, a tener una cuota de resultados. Y todo eso lo hemos trasladado, también, a la vida y, quizás, a la religión y la vida de la comunidad cristiana.

Pero esa manera de pensar y de actuar nos lleva poco a poco a ponernos como meta los buenos resultados y calificaciones con derecho a premio, como que sumando y restando lo conseguido en nuestra vida nos ganaremos el premio de la Vida eterna.

Entonces me doy cuenta de que en la vida, en la mía y en la de todos, hay tantísimas cosas que son puro don, verdaderos regalos que recibimos y tenemos al alcance de la mano "sin que sepamos cómo..." Empezando por mi propia vida.

"Necesitamos aprender a vivir más atentos a todo lo que hay de regalo en la existencia; despertar en nuestro interior el agradecimiento y la alabanza; liberarnos de la pesada «lógica de la eficacia» y abrir en nuestra vida espacios para lo gratuito..." (José Ant. Pagola)

Gratuidad - Agradecimiento - Alabanza. Tres palabras y tres actitudes que las guardamos en lo más hondo de nuestra vida como una ropa que se usa poco. Y, sin embargo, son como la sal de la vida. El gesto y el pequeño detalle de la persona mayor que nos saluda; la vecina que nos sonríe; el niño que ayuda a la mamá a llevar las cosas; el señor que nos orienta y nos informa; las personas que comparten lo que tienen... Si pasamos de largo sin apreciar todos esos detalles gratuitos, tampoco seremos capaces de agradecer, de gozar en nuestro interior, de alabar y dar gloria a Dios... Es el detalle de este momento, captar el presente no queriendo perder esa mini-realidad que, en definitiva, es la única que puedo saborear.

"Hemos de agradecer a tantas personas que alegran nuestra vida, y no pasar de largo por tantos paisajes hechos solo para ser contemplados. Saborea la vida como gracia el que se deja querer, el que se deja sorprender por lo bueno de cada día, el que se deja agraciar y bendecir por Dios." (José Ant. Pagola)

Texto del evangelio de Marcos (4,26-34)


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