viernes, 26 de marzo de 2021
La consecuencia de una vida
sábado, 20 de marzo de 2021
Para dar vida, es necesario morir
Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo
21 de Marzo de 2021 - V Domingo de Cuaresma
Texto del evangelio de Juan (12,20-33)
jueves, 18 de marzo de 2021
Una iglesia con vocación
Día de las Vocaciones?
Mañana, día 19 de marzo, es la fiesta de San José y también se hacen oraciones y peticiones especiales por las vocaciones sacerdotales, además de la colecta en apoyo de las mismas.
Pues bien, quiero hacerme eco de lo que escribe JUAN ZAPATERO BALLESTEROS, en ecleSALia.net
Por un lado: "El pasado día 7 de marzo, víspera del Día Internacional de la Mujer, se manifestaron delante de la catedral o de algunas iglesias de varias ciudades de España numerosos colectivos de mujeres cristianas reclamando a la jerarquía eclesiástica el reconocimiento de su derecho por la igualdad dentro de la propia Iglesia y para que se ponga fin, ya de una vez, su estructura patriarcal..."
Y por otro, mañana día 19, lo que comentábamos al principio... "Es el día en que, además de hacer una cuestación especial para sostener los seminarios que preparan a los futuros sacerdotes, se dedica fundamentalmente a rezar por las vocaciones sacerdotales..."
Escuchando las dos propuestas uno se pregunta si en la iglesia, en nuestra comunidad, en nuestro grupo de cristianos estamos mirando al pasado o si es posible otra Iglesia, otro modo de entender nuestro seguimiento de Jesús de Nazaret.
Así lo comenta Juan Zapatero: "Dos realidades que, si bien forman parte en principio de un objetivo común en su caminar hacia la consecución del Reino y, por lo mismo, avanzar juntas, no lo hacen, sin embargo, de esa manera, es decir, juntas; sino, más bien, de manera paralela, como lo hacen las vías del tren: cada una por su lado y sin ninguna posibilidad de llegar a juntarse. Pero es que, además, es así porque, si bien el fin es el mismo, creo que de eso no duda nadie, los caminos para llegar a dicho fin son, sin embargo, no solo diferentes, sino que me atrevería a decir que opuestos en muchos momentos."
Me remito a la reflexión que escribe en su artículo. Vale la pena leerlo.
"Por un lado, unos candidatos preparándose para recibir el sacramento del Orden, dentro de una Iglesia jerárquica y piramidal. Una iglesia separada en dos bloques: el clero y el pueblo. Una Iglesia en la que el sacramento del Orden sacerdotal es “más de primera” que el sacramento del Bautismo. Una Iglesia en la que los ministros, que un día saldrán de esos seminarios, una vez ordenados por el obispo, serán quienes decidan en todos los asuntos dentro de las parroquias y/o comunidades; eso sí, como máximo, después de oír y/o consultar a algunos fieles o miembros de dichas parroquias o comunidades. Una Iglesia en la que los sacerdotes que la sirven deben asumir obligatoriamente el celibato como “conditio sine qua non” para poder recibir después el sacramento del Orden Sacerdotal. Una condición, por cierto, que cierra el camino a muchos candidatos, exclusivamente masculinos en este caso, que pudieran sentirse vocacionados para el servicio ministerial, pero, en cambio, sin la fuerza suficiente para vivir con alegría el carisma del celibato; ya que, por tratarse de un don no recibido, carecen de la gracia necesaria para vivirlo como vale la pena, precisamente porque no les ha sido dado. Una Iglesia que no impone, pero que sí que aconseja a sus sacerdotes y a quienes lo serán en un futuro que se distingan por un tipo de vestir ante toda la gente que los pueda ver; y no solo ante la gente perteneciente a la propia parroquia, comunidad o movimiento eclesial. Porque, queramos o no, esta Iglesia a la cual servirán los futuros sacerdotes, continúa teniendo, para sus dirigentes, mucho de “cristiandad” y muy poco de “pueblo de Dios”.
"Por otro lado, unos colectivos de mujeres, junto a comunidades de base y muchas otras personas y grupos, tanto de hombres como de mujeres, que no coinciden con los parámetros de Iglesia según el Derecho Canónico. Una Iglesia de iguales, donde la persona que la presida sea un miembro de la propia comunidad, escogido/a de manera libre y democrática por los miembros que la forman. Una Iglesia donde, por estar formada precisamente por hombres y mujeres, a los/as candidatos/as a presidirla no se les tenga en cuenta, a la hora de ser escogidos/as, el sexo ni la orientación sexual. Una Iglesia insertada plenamente en la vida de los hombres y mujeres, sin distinciones ni privilegios. Una Iglesia que camina con el pueblo, junto al pueblo, escuchando al pueblo en todo momento, lejos de los parámetros de “cristiandad” en la que tanto pesa el sentido proselitista. Una Iglesia, en definitiva, vacía de normas de conducta y de leyes impositivas, excepto las necesarias para asegurar el correcto funcionamiento; pero siempre consensuadas por todas/os miembros. Una Iglesia sin dogmas ni preceptos; con la única excepción de creer en el Dios que enseñó y testimonió Jesús: el Dios que ama y perdona sin condiciones. Por ello precisamente, una Iglesia que, por creer únicamente en el amor, practica la caridad de manera incansable y se esfuerza por vivir en la esperanza de la “Utopía final”. Una Iglesia…"
Los textos en negrita los he marcado yo... Quizá eso nos ayude también a reflexionar. ¿Día de las Vocaciones? Acaso no estamos llamados todos a servir? A lavar los pies a los más débiles y necesitados? No tenemos que ser una fraternidad? No nos pidió el Maestro que a nadie llamemos señor y que el más importante sea vuestro esclavo? Estamos llamados, sí. Llamados a una comunidad de hermanos y hermanas... Todos constatamos que si no fuera por las mujeres muchas iglesias tendrían que echar el cierre, proponer un ERTE o lo que sea,,,
Mañana, un buen día para reflexionar.
viernes, 12 de marzo de 2021
A qué esperamos
Una vida definitiva
14 de marzo 2021
viernes, 5 de marzo de 2021
La casa de mi Padre
El amor no se compra
7 de Marzo de 2021 - III Domingo de Cuaresma
Este fin de semana, el tercero de Cuaresma, escuchamos y/o leemos un texto del evangelio de Juan (la expulsión de los mercaderes del Templo). A lo largo de los tiempos la compra-venta de víctimas para los sacrificios, los cambios de moneda para hacer las ofrendas en el Templo de Jerusalén, se había convertido en un verdadero negocio...
Por eso, como escribe José Antonio Pagola, -"Quien conozca a Jesús no se extrañará de su indignación. Si algo aparece constantemente en el núcleo mismo de su mensaje es la gratuidad de Dios, que ama a sus hijos e hijas sin límites y solo quiere ver entre ellos amor fraterno y solidario..."
Y ahí andamos con nuestras vidas. Sin casi darnos cuenta ese negociar se nos ha metido hasta lo mas hondo de nuestro subconsciente. También en nuestra prática religiosa: Misas oídas, novenas, rosarios, jaculatorias, incluso limosnas que damos de cuando en cuando... terminan teniendo una finalidad. La salvación eterna, el perdón de los pecados, el favor de Dios, la curación de una u otra enfermedad... Vamos haciendo como los políticos que venden y cambian. Nada se da a cambio de nada.
Resulta tremendamente serio esto que comenta José Ant. Pagola: "Lo grave es olvidar que Dios es amor, y el amor no se compra. Por algo decía Jesús que Dios «quiere amor y no sacrificios».
Me pregunto ¿cómo anunciamos nosotros el mensaje de Jesús de Nazaret? Quiero decir, ¿nuestra vida, nuestro modo de hacer, nuestra práctica del día a día, qué es lo que anuncia?
"La casa de mi Padre..." no es un mercado. Quizás deberíamos abrir nuestro corazón y nuestra mente para no pensar exclusivamente en el "Templo", en la "iglesia" (como edificios); sino pensar en este mundo, este país, esta ciudad, este barrio... La casa de mi padre, pensada y vivida como una comunidad de hermanos capaces de compartir, de expresar compasión y ternura hacia los que más lo ncesitan.
Por cierto, me ha llegado muy adentro algo que escribe Fray Marcos: "Si te desentiendes de las necesidades de los demás, te estás deshumanizando... Y el principal objetivo de tu vida quedará sin conseguir" La Casa de mi Padre.
Y vuelvo con el comentario de José Antonio Pagola: "Tal vez, lo primero que necesitamos escuchar hoy en la Iglesia es el anuncio de la gratuidad de Dios. En un mundo convertido en mercado, donde todo es exigido, comprado o ganado, solo lo gratuito puede seguir fascinando y sorprendiendo, pues es el signo más auténtico del amor..."
Texto del evangelio de Juan (2,13-25)
Se acerca vuestra liberación
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