sábado, 29 de agosto de 2020

Si alguno quiere venir detrás de mi

30 de agosto 2020

Jueves después de Ceniza Lectura del santo evangelio según san Lucas  9,22-25 Comentarios y Reflexión | OFICIO DIVINO TIEMPO ORDINARIOEl texto del evangelio que escuchamos este fin de semana podríamos decir que es uno de esos textos clásicos en la predicación y en los consejos que se han dado a tantas personas deseosas de seguir las huellas de Jesús de Nazaret.

"Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga..."

Estoy seguro que los primeros seguidores, aquellas personas que formaban la primera comunidad, entendían muy bien la referencia. En su mente y en su corazón estaban grabadas las escenas y los acontecimientos que llevaron a Jesús a la cruz. Entonces estaba claro lo que suponía decidirse y aceptar el camino del Maestro.

Creo que, a lo largo de la historia, hemos ido haciendo cada vez más espiritual el seguimiento de Jesús. Y, al hablar de tomar la cruz o de negarse a sí mismo, estamos pensando (como nos han enseñado) en los males que nos aquejan, las enfermedades que podamos sufrir, las molestias o diferencias en la convivencia..., incluso en las penitencias o sacrificios que podemos imponernos. Así hablamos de la cruz de los vecinos que hay que aguantar, de los males que vemos o encontramos. Y nos consuela pensar que con esas penitencias, con esas pequeñas cruces de cada día, nos estamos ganando el premio eterno. Porque, también nosotros, hemos tomado nuestra cruz y seguimos a Jesús.

Pero, ¿realmente Jesús hablaba de eso?
Enfermedades, molestias, dificultades, problemas que nos aquejan a lo largo de nuestra vida... Todo eso forma parte de nuestra vida y de eso no nos libra el seguimiento de Jesús. Es normal, es propio del ser humano.
Cuando Jesús dice: "Si alguno quiere venir en pos de mi..." está hablando de su estilo de vida, de su manera de entender y de actuar, teniendo como centro de todo la nueva humanidad, la fraternidad, la atención y cuidado de los más débiles... para ser, de verdad, hijos de nuestro Padre.

A Jesús le cargaron con la cruz y lo ajusticiaron... Como a un malhechor, como a un blasfemo. Y lo colgaron del madero. Y todo eso por su manera de pensar, su manera de hablar, su manera de vivir...
Me parece que hemos repetido tantísimas veces eso de que lo crucificaron y murió por nuestros pecados que hemos terminado por olvidar la verdadera razón, el motivo por el que lo mataron.
Lo que digo, lo hemos suavizado de tal manera que la cruz es un adorno, es un motivo de devoción y la hemos colocado como distintivo de los que nos llamamos cristianos.

Ahora bien, el verdadero distintivo de los seguidores de Jesús es el amor, la compasión, la ternura, la atención a los marginados, la solidaridad, vivir como hermanos. Y la cruz suele ser la consecuencia de querer que nuestro mundo, nuestra sociedad, sea más humana. 
¿Qué ocurre cuando una persona se interesa y se hace responsable de los desgraciados y marginados? ¿Qué pasa cuando al ver la miseria, el hambre, las enfermedades, las injusticias que soportan tantas personas, tantos pueblos, clama y grita contra el abuso y la opresión de las clases ricas y poderosas?
El poder y el dinero, la comodidad de los pueblos ricos siempre tiene cruces preparadas para hacer callar a los que proclaman la Buena Noticia de Jesús de Nazaret...

"El que quiera venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo..."
Y nuestra verdadera vida está precisamente en vivir una humanidad plena, al estilo de Dios.
De ahí la siguiente frase de Jesús: "De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma..." Claro que cuando dice alma no entiende lo que nosotros estamos pensando. Alma es la vida misma, el aliento vital, el ser yo mismo en lo más íntimo y profundo... No distinguían eso de cuerpo y alma.

José A. Pagola hace este comentario: "Jesús estaba dispuesto a todo con tal de hacer realidad el deseo de Dios, su Padre: un mundo más justo, digno y dichoso para todos. Y, como es natural, quería encontrar entre sus seguidores la misma actitud. Si seguían sus pasos, debían compartir su pasión por Dios y su disponibilidad total al servicio de su reino..."

Seguir a Jesús, seguir sus huellas. Cierto, eso me compromete mucho desde el momento que acepto su estilo, sus valores, su criterio...

"Si alguno quiere venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga"

Texto del evangelio de Mateo, 16, 21-27

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