viernes, 31 de enero de 2020

Una plenitud humana

2 de febrero


Este  fin de semana escuchamos el texto de la presentación de Jesús el templo… Con todo el simbolismo que conlleva
Al final el evangelista nos presenta a Jesús, en el seno de su familia, como el niño que va creciendo y robusteciéndose ante sus padres y vecinos… Y ante Dios.
Creo que, con frecuencia, nos hemos saltado todo el significado y profundidad de la propia humanidad de Jesús, su desarrollo como persona, y lo colocamos directamente "a la derecha de Dios Padre". Casi se podría decir que imaginamos a Jesús " jugando" a ser hombre… Porque él, como hijo de Dios, ya sabía todo, conocía su misión y cómo terminaría todo.
Pero es realmente ése el mensaje que nos quiere transmitir el evangelista?

Resulta interesante e iluminador el comentario que escribe Fray Marcos:
"Todo lo que Jesús nos contó sobre Dios, lo vivió antes como hombre que va alcanzando una plenitud humana. Su propuesta fue precisamente que nosotros teníamos que alcanzar esa misma plenitud. Su objetivo y el nuestro es el mismo: desplegar todo lo que hay de posibilidad humanizadora en cada uno de nosotros. Esa posibilidad de crecer hasta el infinito está disponible gracias a lo que Dios es en cada uno de nosotros…"

Pienso que tenemos que aferrarnos a su mensaje, el de la Buena Noticia que proclama y a la que invita a todo el mundo.
Porque la razón importante es que cualquiera puede unirse al proyecto de Jesús de Nazaret. Con una invitación especial a los débiles, a los marginados, a los que no cuentan, a los últimos.
Pero sólo lo entenderemos si me implico, si centro mi vida como él mismo.

Supongo que cada uno de nosotros tiene su paso y su ritmo y nuestro encuentro semanal en la eucaristía o en la comunidad de seguidores tiene que ayudarnos para darnos ánimo y visualizar esa buena noticia: Es posible una humanidad nueva, al estilo del Maestro, a la manera misma de nuestro Dios-padre.

Todo mi ánimo, pues, a los hermanos y hermanas que mantienen la vista y el corazón puestos en Jesús de Nazaret. Queremos un mundo de hermanos, una humanidad llena de compasión y ternura… Seguiremos tras sus huellas.

domingo, 26 de enero de 2020

En qué tengo que cambiar

III Domingo Tiempo Ordinario – Ciclo A

26 de Enero de 2020

El texto del evangelio de Mateo que escuchamos este fin de semana es tan conocido que tenemos el peligro de quedarnos en algo ya sabido, como de rutina. Y, sin embargo, lo importante está en que nos dejemos interpelar por su mensaje:
"Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos,porque está cerca el reino de los cielos»."
Siguiendo el comentario de José Antonio Pagola, creo que también yo tengo que preguntarme: ¿En qué tengo que cambiar?
Es la primera palabra de su mensaje: Convertíos, cambiad! También en tiempos de Jesús había muchas personas como nosotros. Entre las que le escuchaban, más de una y más de dos eran personas que se esforzaban por cumplir, por seguir los mandamientos, hacer sus oraciones, vivir la religión... El mensaje de Jesús era para todos. Y no parece que se refiriera a la práctica religiosa ni al cumplimiento de lo establecido... Había algo más y tenía que ser algo referente a su vida.
José Ant. Pagola me ayuda a centrarme y entender mejor el mensaje: "No es difícil resumir el mensaje de Jesús: Dios no es un ser indiferente y lejano, que se mueve en su mundo, interesado solo por su honor y sus derechos. Es alguien que busca para todos lo mejor. Su fuerza salvadora está actuando en lo más hondo de la vida. Solo quiere la colaboración de sus criaturas para conducir al mundo a su plenitud: «El reino de Dios está cerca. Cambiad»"
Entiendo, además, que cuando dice"El reino de Dios está cerca...", no es para decir que Él ya ha llegado y con él su reino ya está en la tierra... No, creo más bien que nos quiere señalar que Dios y su reino están a nuestro alcance, en nuestra mano... Que sólo tenemos que cambiar la dirección de nuestra vida, revisar nuestros objetivos y nuestros planes.
Entonces, para que empiece a hacerse realidad ese reino de Dios, en qué tengo que cambiar?
En nuestra comunidad cristiana preocupa la realidad de la iglesia. Se señala la baja participación de la población, la falta de sacerdotes, el alejamiento de jóvenes y adultos... Al tiempo que la realidad social cuestiona también el mensaje que transmitimos como comunidad cristiana. ¿Qué tenemos que hacer? ¿En qué tenemos que cambiar?
Quizás puede servirnos como pauta esto que escribe José Ant. Pagola: "Su objetivo (la propuesta y proyecto de Jesús) no es que en Israel se viva una religión más fiel a Dios, sino que sus seguidores introduzcan en el mundo una nueva dinámica: la que responde al proyecto de Dios..."
El peligro que tenemos, en las comunidades cristianas, es el de centrarnos en nosotros mismos (la asistencia, los sacerdotes, la práctica religiosa...) y no en esa nueva dinámica y modo de vida de Jesús.
"Señalaré los puntos clave (añade J.A. Pagola): A)La compasión ha de ser siempre el principio de actuación (Sin ayuda práctica a los desgraciados de la tierra no hay progreso humano).
B) La dignidad de los últimos ha de ser la primera meta (Hay que poner la cultura, la economía, las democracias y las Iglesias mirando hacia los que no pueden vivir de manera digna).
C) Hay que impulsar un proceso de curación que libere a la humanidad de lo que la destruye y degrada: «Id y curad» (Jesús no encontró un lenguaje mejor. Lo decisivo es curar, aliviar el sufrimiento, sanear la vida, construir una convivencia orientada hacia una vida más sana, digna y dichosa para todos)."
Si no conectamos con el mensaje de Jesús de Nazaret, es posible que seamos buenas personas, religiosas, cumplidoras, digamos que buena gente; pero seguiremos como sin cobertura o sin conexión y nuestra comunidad cristiana seguirá anclada en los problemas de siempre y sin acceso a ese reino de Dios que está al alcance de nuestra mano. ¿En qué tengo que cambiar?
Texto del evangelio de Mateo (4,12-23)


sábado, 18 de enero de 2020

El estilo y manera de Jesús

II Domingo Tiempo Ordinario – Ciclo A

19 de Enero de 2020

Resultado de imagen de el estilo y espíritu de JesúsNuevamente leemos y escuchamos un texto del evangelio de Juan: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”...

Creo que nos hemos quedado con la imagen y la idea de la "bajada del Espíritu Santo en forma de paloma..." , que venía a confirmar simplemente que Jesús de Nazaret es el enviado de Dios. Y Jesús comienza su vida pública, predica, hace milagros, etc. Luego morirá por salvarnos, resucitará y de nuevo está en la gloria de Dios Padre junto con el Espíritu Santo.
Y sólo nos queda a nosotros decir Amén.

Pero, realmente, todo eso pensado y presentado así tiene algo que ver con la vida y el mensaje de Jesús de Nazaret? No será que nos hemos buscado una solución cómoda y fácil de ser cristianos?
El evangelio de Juan quiere ser un testimonio de fe, lo que movía y motivaba la vida de aquellas personas que siguieron sus huellas.
Como escribe José Antonio Pagola: "La fe que hay en la Iglesia no está en los documentos del magisterio ni en los libros de los teólogos. La única fe real es la que el Espíritu de Jesús despierta en los corazones y las mentes de sus seguidores. Esos cristianos sencillos y honestos, de intuición evangélica y corazón compasivo, son los que de verdad «reproducen» a Jesús e introducen su Espíritu en el mundo. Ellos son lo mejor que tenemos en la Iglesia..."

Jesús vive y se siente lleno de ese aliento y energía de Dios al que llama padre y proclama que todos estamos llamados a vivir, a tener esperanza, a formar una comunidad de personas solidaria y compasiva... Ése es el espíritu de Dios, ése es el modo de vivir. Y para eso dice y proclama de todas las maneras posibles que tenemos que cambiar, que nos demos cuenta de que andamos equivocados viviendo con ese ansia por las riquezas, por el poder, por la fama, por tener y tener cosas... Sólo con ese cambio y transformación entrará en nuestra casa la vida, el espíritu de Dios.
Me gusta cómo lo expresa José Antonio Pagola: "Lo primero que necesitamos hoy los cristianos no son catecismos que definan correctamente la doctrina cristiana ni exhortaciones que precisen con rigor las normas morales. Solo con eso no se transforman las personas. Hay algo previo y más decisivo: narrar en las comunidades la figura de Jesús, ayudar a los creyentes a ponerse en contacto directo con el evangelio, enseñar a conocer y amar a Jesús, aprender juntos a vivir con su estilo de vida y su espíritu..."

Quizás estamos tan acostumbrados a la doctrina, al catecismo, a las normas y mandamientos, que no hemos dejado hueco en nuestra vida para el espíritu, para intentar vivir a la manera de Jesús de Nazaret. Y escuchamos debatir en la Iglesia sobre si personas casadas podrán presidir la celebración de la eucaristía..., o si las mujeres podrían... Desde la perspectiva del evangelio, del espíritu y vida de Jesús, tiene algún sentido todo eso? La comunidad de seguidores necesitamos, ante todo, centrarnos en el Maestro, en ese modo de convivir y compartir... "Que entre vosotros el que quiera ser el primero sea vuestro servidor... Porque si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios...", así decía Jesús a aquellas personas que le seguían.
Texto del evangelio de Juan (1,29-34)

viernes, 10 de enero de 2020

La Maduración de un Proceso

El Bautismo del Señor – Ciclo A12 de Enero de 2020

En la lectura del evangelio de este fin de semana escuchamos la narración que hace Mateo del "bautismo" de Jesús. Como es algo tan sabido, me gusta escuchar y leer a otras personas que conocen y entienden mejor el evangelio. Hemos oído los comentarios sobre la "humildad" de Jesús al ponerse en la fila de los pecadores que se acercaban a Juan el Bautista. También la manifestación de Dios que señala a Jesús como el "hijo amado". O la expresión del  Bautista al decir que él tiene que ser bautizado por Jesús...
Todo eso son consideraciones que, seguramente, a lo largo de los tiempos han ayudado a muchas personas a afianzarse más en su fe y a ser mejores seguidores de Jesús; pero siguiendo los comentarios que hacen los teólogos de hoy día, me parece que andamos bastante despistados.
Fray Marcos nos ofrece esta introducción: "El relato del bautismo intenta concentrar en un momento, lo que fue un proceso que duró toda la vida de Jesús. La mejor demostración es que en los sinópticos está relacionado con las tentaciones. Ni en uno ni en dos momentos quedó definitivamente clara su trayectoria..."
Eso nos da idea de lo que tuvo que ser el crecimiento y maduración de Jesús. Aquello que escribía Lucas: "...el niño crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres..."
"El encuentro con Juan Bautista, escribe José A. Pagola, fue para Jesús una experiencia que dio un giro a su vida... Su vida se centra ahora en un único objetivo: gritar a todos la Buena Noticia de un Dios que quiere salvar al ser humano..."
Tuvo que ser como sentir el aliento de Dios dentro de él, su energía, su vida misma. Es lo que llamará "el espíritu de Dios". Sentirse "hijo de Dios" y dejarse transformar totalmente. Y eso es lo que quiere proclamar y hacer saber a todo el mundo.
Entiendo que ése es el proceso y maduración a la que todos estamos llamados. Aceptar a Jesús de Nazaret es, también, entrar en ese mismo camino. Conectar con Dios, como lo hizo él mismo, e intentar ese cambio en nuestra vida. Jesús nos dice y nos grita que el reino de Dios está dentro de nosotros, que no tenemos que esperar que nos llegue desde fuera como si fuera una medicina, un tratamiento especial, un milagro o qué sé yo qué... Fray Marcos lo recalca: "Dios llega siempre desde dentro, no de fuera. Nuestro mensaje “cristiano” de verdades, normas y ritos, no tiene nada que ver con lo que vivió y predicó Jesús. El centro del mensaje de Jesús consiste en invitar a todos los hombres a tener la misma experiencia de Dios que él tuvo..."
Nuestra participación en la reunión de la comunidad cristiana, la eucaristía o el encuentro de fe, es ante todo para eso. Necesitamos reavivar nuestro deseo de seguir sus huellas, reactivar nuestro contacto, en confirmar nuestras ganas y propósitos de que Dios se vaya haciendo presente en todo lo que vamos haciendo y viviendo.
Quiero citar a Bernardo Baldeón que con su comentario puede ayudarnos a reflexionar mejor todo esto:"La fe cristiana no es ninguna receta para encontrar la felicidad. Ser creyente no hace desparecer de nuestra vida los conflictos, contradicciones y sufrimientos propios del ser humano. Pero en el núcleo de la fe cristiana hay una experiencia básica que puede dar un sentido nuevo a todo: Yo soy amado, no porque soy bueno, santo y sin pecado, sino porque estoy habitado y sostenido por un Dios santo que es amor insondable y gratuito..."
Y me gusta decirme a mí mismo lo que escribe José A. Pagola: "Contra lo que algunos puedan pensar, ser cristiano no es creer que Dios existe, sino que Dios me ama y me ama incondicionalmente, tal como soy y antes de que cambie. Esta es la experiencia fundamental del Espíritu..."
El Bautismo de Jesús, aunque sin fotos ni álbunes, es como su "nacimiento" a la nueva vida, a la buena noticia del reino de Dios... Me pregunto si yo mismo, aparte del rito del bautismo en la iglesia y todo lo demás, me he puesto en camino y empiezo a crecer, a madurar, a vivir la experiencia de Jesús de Nazaret.
Texto del evangelio de san Mateo (3,13-17)

sábado, 4 de enero de 2020

La luz que alumbra a todos

II Domingo de Navidad – Ciclo A

5 de Enero de 2020

Resultado de imagen de vino a su casa y los suyos no lo recibieronEl texto que escuchamos este domingo, tomado del inicio o presentación del evangelio de Juan, es tan denso que necesitamos tomarlo a pequeños sorbos... Es demasiado fuerte y requiere como una conexión especial para la que no nos sirve toda la técnica y todos los medios informáticos del momento.
Es una especie de himno que aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús fueron componiendo y que quería resumir todo lo que significaba el Maestro para ellos.
El Verbo - La Palabra - Dios... / La Palabra hecha carne - La luz - La Tiniebla / Acogida - Rechazo - poder ser hijos de Dios
Hace ya tantos años que celebramos la Navidad, que repetimos las fórmulas conocidas y escuchamos los mismos relatos, y pasadas las fiestas volveremos a esa vida de sucesos vistos y escuchados en los medios de comunicación, a nuestras actividades y trabajos que van llenando nuestra mente y nuestro corazón de deseos y sueños que raras veces se dejan atrapar.
Escuchando el texto de este evangelio me preguntaba si yo también podía afirmar que Jesús es luz que me alumbra, que es guía para mí en la vida que llevo.
Hay esa otra frase: Vino a su casa y los suyos no lo recibieron...  Parece que siempre hemos querido aplicarla a los judíos, al pueblo de Israel. Me pregunto si no irá dirigida a todo el mundo, a todos nosotros. Nos bautizaron y, en teoría por lo menos, pertenecemos a la iglesia, a la comunidad de seguidores... Pero, ¿lo he acogido? ¿cómo?
Lógicamente no estamos hablando (como tampoco lo hacía aquella primera comunidad) de acoger físicamente a Jesús de Nazaret. Pienso que se refiere a la acogida de su Palabra. La Buena Noticia de la que siempre hablaba, ese cambio que nos haría vivir de otra manera y entrar en esa nueva dinámica del reino de Dios. "Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder ser hijos de Dios..." Así dice el texto. Y ser hijos tiene mucho que ver con seguir las huellas del Maestro: esa confianza total en Dios, nuestro abbá=padre-madre; ser más compasivos, acogedores, solidarios; estar atentos a las otras personas, en especial a los pequeños, a los débiles, a los marginados, a los necesitados.
Entender y sentir, como dice el mismo texto de Juan, que Dios se hizo carne y acampó entre nosotros no es fácil. Siempre terminamos por pensarlo lejos (en el cielo o donde sea) y nos cuesta entender y aceptar que está más dentro de nosotros de lo que podamos imaginar... Es cierto que a Dios nadie lo ha visto...; pero Jesús de Nazaret nos ha dado tantas pistas con su propia vida, con su actitud y con sus palabras que, apenas nos decidimos a seguirlo una luz nueva ilumina nuestra vida.
Texto del evangelio de Juan (1,1-18)

Se acerca vuestra liberación

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