sábado, 17 de agosto de 2019

He venido a traer fuego a la tierra

18 de Agosto de 2019

Resultado de imagen de he venido a traer fuego a la tierra"He venido a traer fuego a la tierra..." Así arranca el texto de Lucas que escuchamos en la eucaristía de este fin de semana... Y continúa diciendo: "¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división..." Son palabras que siempre han resultado difíciles de entender y que los predicadores y doctores de la Iglesia han tratado de hacerlas más asequibles a nosotros con explicaciones muy variadas.
Imagino que también debieron de resultar extrañas a aquellas personas que le seguían. Le habían escuchado hablar de la buena noticia del reino de Dios, de la invitación que hacía a todo el mundo para entrar en la fiesta, del padre misericordioso que se alegraba tanto del hijo que volvía... y de tantas otras cosas preciosas que anunciaba. Ahora estas declaraciones parecían chocar.
Veamos. Siempre nos explican que los textos de los evangelios son el recuerdo y la catequesis de las primeras comunidades. Son su declaración de fe. Es como si todas esas personas hubieran reflexionado y hecho suyo todo lo que recordaban del Maestro. Entonces creo que todos los textos que vamos escuchando en la eucaristía tienen un hilo conductor: La Buena Noticia de Jesús de Nazaret. Ése tiene que ser el punto de referencia. Sólo así conseguiremos seguir las huellas del Maestro y no nos perderemos en consideraciones que pueden ser preciosas y muy interesantes; pero que no se corresponden con su mensaje.
Jesús va proponiendo que el reino de Dios ya está aquí, que no tenemos que esperar que nos caiga de arriba o venga de otra parte. Que tenemos que cambiar, darnos la vuelta. Que lo que hace falta es que empecemos a vivir como hermanos. Que el que quiera ser el más grande, que se haga esclavo de los demás. Que lo que importa no es acumular riqueza, ni tener muchas cosas o mucho poder. Que la vida es mucho más que todo eso. Que el más pequeño (el niño, el minusválido, el marginado, el extranjero sin papeles) es el más importante. Que Dios no ve las cosas como nosotros. Y cuidado! que las prostitutas entrarán en el paraíso delante de los que se creen tan buenos...
Todo eso bullía en su mente y en su corazón. Y quería gritarlo a todas aquellas personas que no acababan de decidirse: "He venido a traer fuego a la tierra..." "Pensáis que he venido a traer paz?..."
Y es que este mundo tiene que cambiar. Es necesario que nuestra sociedad, nuestro modo de hacer las cosas tenga otra escala de valores. La política de los grandes y poderosos, los objetivos de las grandes y medianas empresas, el modo de pensar y entender nuestras propias vidas... Tenemos que cambiar. Tiene que arder y quemarse todo aquello que nos impide vivir y sentir como prójimos (como el buen samaritano) de la realidad que nos envuelve. Y seguramente nuestra nueva actitud creará división, falta de entendimiento incluso con personas que están bien cerca.
José Ant. Pagola hace este comentario: "Su palabra hace arder los corazones. Se ofrece amistosamente a los más excluidos, despierta la esperanza en las prostitutas y la confianza en los pecadores más despreciados, lucha contra todo lo que hace daño al ser humano. Combate los formalismos religiosos, los rigorismos inhumanos y las interpretaciones estrechas de la ley. Nada ni nadie puede encadenar su libertad para hacer el bien. Nunca podremos seguirlo viviendo en la rutina religiosa o el convencionalismo de «lo correcto»..."
Texto del evangelio de Lucas (12,49-53)

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