sábado, 24 de agosto de 2019

Hay últimos que serán primeros

25 de Agosto de 2019

En el texto de Lucas que escuchamos en la eucaristía de este fin de semana nos hemos encontrado con una pregunta que le hacen a Jesús: -¿Son pocos los que se salvan? 
Una pregunta que hasta hace unos años podíamos escucharla o pensarla. El tema de la salvación. 
Todavía recuerdo algo que le escuché a mi padre (y citaba "La imitación de Cristo" de Tomás Kempis): "Sólo el que se salva, sabe. El que no, no sabe nada"...
Se nos enseñaba a pensar en la salvación (la salvación eterna), a cumplir los mandamientos para alcanzar la vida eterna; a ir a misa, a no pecar, a confesarse y arrepentirse de los pecados... Porque lo importante era la salvación.
Ahora, en estos tiempos, me pregunto si todo eso tiene algún significado para nosotros.
La salvación: salvarnos de qué? Hay accidentes, tragedias, enfermedades, inundaciones, terremotos y tsunammis... También todos los graves problemas que los mismos hombres provocamos. Y vemos la humanidad (nuestra humanidad) hecha unos zorros con unos pocos ricos, muy ricos, dispuestos a dominar, oprimir y estrujar a los demás para seguir siendo los más ricos y los dominadores...
Y pensamos en todo eso y nos dan ganas de gritar para que alguien venga a "salvarnos". 
Pero, hoy en día, como que ya no esperamos una salvación que nos llegue de arriba. Alguien con superpoderes que nos libere. Bueno, tal vez estoy exagerando y sigue habiendo mucha gente que piensa y cree que así será algún día.
Por mi parte, me inclino a pensar que Dios (nuestro padre) ya nos ha dado todo. Que los medios para alcanzar la "salvación" ya están dentro de nosotros y nuestro cometido es hacer aparecer en nuestras vidas ese estilo de vida y ese modo de actuar que nos hace entrever la verdadera salvación.
Jesús no responde directamente a la pregunta que le hacen (si se salvan pocos o muchos), sino que nos orienta y nos dice que eso de entrar en la fiesta del reino de Dios (la salvación) sólo lo conseguirán los que no obran iniquidad... 

Así lo comenta muy bien José Ant. Pagola: "Jesús insiste, sobre todo, en no engañarnos con falsas seguridades. No basta pertenecer al pueblo de Israel; no es suficiente haber conocido personalmente a Jesús por los caminos de Galilea. Lo decisivo es entrar desde ahora en el reino de Dios y su justicia. De hecho, los que quedan fuera del banquete final son, literalmente, «los que practican la injusticia»..."

No sabemos cómo es eso que llamamos el más allá. Tampoco tenemos idea de lo que antes decíamos de la salvación eterna. Lo que sí nos advierte Jesús de Nazaret es que si no nos convertimos y entramos en la dinámica de la buena noticia del reino de Dios, nos dirá aquello de "no os conozco, no sé de dónde sois"...

Porque (y cito de nuevo a Pagola): "En relación con el reino de Dios, «hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos». Su advertencia es clara. Algunos que se sienten seguros de ser admitidos pueden quedar fuera. Otros que parecen excluidos de antemano pueden quedar dentro..."

Eso, hay últimos que serán primeros. Y pienso en tantos y tantas que los vemos como los últimos, los fracasados, los que no valen, los don nadie... Y si los conociéramos mejor, descubriríamos a gentes con corazón, con ternura, con compasión, con solidaridad... Y me llegan como un eco las palabras de Jesús de Nazaret: Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre..., tuve sed..., estaba desnudo..., hambriento...
Hay últimos que serán primeros...
Texto del evangelio de Lucas (13,22-30)

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