sábado, 30 de marzo de 2019

Una parábola para rumiar

31 de Marzo de 2019

En la eucaristía de este domingo se nos propone la parábola del "hijo pródigo"... 
Así nos la han contado y así nos han predicado para que, como pecadores, nos convirtamos y volvamos al buen camino. Para eso estamos en tiempo de Cuaresma.

Ciertamente es una parábola que siempre me ha impactado, me ha hecho reflexionar, ha hecho revivir en mí todo lo que he hecho y vivido como "hijo pródigo"... y me ha proporcionado momentos intensos de reflexión y deseos de verdadera conversión.

En cambio la propuesta de Fray Marcos (tal como resume Inma Calvo) es hacernos  ver que "cada uno de nosotros somos a la vez los tres personajes: el padre, el hijo pródigo y el hermano mayor. Somos ese hijo menor que dilapida la herencia; también el hijo mayor que no se ha enterado de que está dentro de casa; y sobre todo, estamos llamados a ser como el padre: dispuesto a perdonarnos a nosotros mismos y a fundir nuestro hielo interior con el amor..."

Sí, esa manera de entender la parábola me ofrece una comprensión que me parece más cercana a lo que Jesús de Nazaret quería expresar. Cierto, en muchos momentos me he comportado como el hijo menor que pide la herencia que le toca y dilapida... En otros me parezco al hijo mayor que se cree con más derechos sin comprender todo el cariño y el amor del padre al que siempre lo tiene en casa... Y, sobre todo, la figura del padre, todo compasión y ternura, al que tengo que ir pareciéndome... "Sed compasivos como vuestro padre es compasivo..." Así dirá Jesús en más de una ocasión.

Jesús de Nazaret nos ofrece una visión del Padre que en más de una ocasión nos parece injusta. Al hijo menor que se ha ido de parranda y se ha gastado todo, ni le pide cuentas ni nada. Y además le ofrece una fiesta. Y nosotros (hermano mayor), aguantando todo aquí en casa...
Me pregunto si la iglesia que yo "represento" (con mi manera de hacer y de vivir) no se parece a ese hermano mayor...
Y todavía más: ¿me parece un buen "programa" imitar y vivir como el "padre compasivo"...? Tal vez tendríamos que hacer hincapié precisamente en eso. 
Y Fray Marcos insiste en que ese Dios de Jesús de Nazaret no es alguien que esté fuera en algún sitio que llamamos "cielo"; sino que está dentro de nosotros (dentro de nuestra vida, dentro de nuestra carne) y tenemos que revivirlo, hacer que se vaya haciendo una realidad...
¡Una parábola para rumiar!
Testo del evangelio de Lucas (15, 1-3.11-32)

sábado, 23 de marzo de 2019

La higuera estéril

24 de Marzo de 2019

higueraEstamos en Cuaresma y en las celebraciones se han escogido textos que nos ayuden a reflexionar y, sobre todo, a cambiar de rumbo, de mentalidad, de estilo de vida.
En el blog o página  web ecleSALia.net la nueva entrada "¿Castigos divinos? No, gracias", Inmma Calvo ofrece esta excelente entrada: "En el evangelio de este domingo, la higuera estéril, encontramos una gran enseñanza. Como dice Fray Marcos, hay que “superar la idea del Dios que premia a los buenos y castiga a los malos”. “Debemos dejar de interpretar como actuación de Dios lo que no son más que fuerzas de la naturaleza o consecuencia de atropellos humanos”. La higuera que debe dar fruto somos cada uno de nosotros. Alcanzar la plenitud como seres humanos es nuestra tarea. Nadie tiene que venir a castigarnos; conseguirlo, o no, ya es nuestro propio premio o castigo." 
Y ahí estamos. Por un lado con la mentalidad antigua de los premios y castigos de un Dios que nos vigila y lleva cuenta de todo lo que hacemos... Por otro la queja de que nuestra iglesia se hace cada vez más rancia y fuera de onda... Incluso, tal vez, nos quejamos a Dios mismo porque no interviene un poco más para solucionar los tantísimos problemas que tiene nuestro mundo.
Fray Marcos lo comenta así: "Si no os convertís, todos pereceréis. La expresión no traduce adecuadamente el griego "metanohte", que significa cambiar de mentalidad, ver la realidad desde otra perspectiva. Perecer no es desaparecer sino malograr la existencia. No dice Jesús que los que murieron no eran pecadores, sino que todos somos igualmente pecadores y tenemos que cambiar de rumbo..."

Si no nos convertimos, si no cambiamos de mentalidad, nosotros mismos nos castigamos y sin darnos cuenta prestamos nuestro apoyo a esta sociedad y a este mundo que , día a día, contamina, contagia, destruye, esclaviza y margina a todo lo que no es su afán y su dominio (riqueza-dinero; poder-dominio; fama-adoración)... Todas las propuestas y tentaciones que fue experimentando el mismo Jesús de Nazaret.
Por eso, cada vez que participo en la eucaristía me parece escuchar el mensaje del Maestro.

José A. Pagola lo expresa de esta manera: Jesús "sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos... Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: «Convertíos y creed en esta Buena Noticia». Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto..."

Si el ésa es la buena noticia de Jesús de Nazaret, si ése es el evangelio, todo mi esfuerzo tendrá que ir dirigido, precisamente a eso: a hacer de mi entorno (mi casa, mi barrio, mi ciudad) un conjunto más humano, más solidario, más fraterno, más a la manera del Dios que nos muestra Jesús.

Texto del evangelio de Lucas (13,1-9)

domingo, 17 de marzo de 2019

Transfigurado

17 de Marzo de 2019

El texto del evangelio de Lucas que escuchamos este domingo nos narra la Transfiguración. Algo que todos conocemos y que, probablemente, siempre nos ha costado entender.
Los teólogos de hoy en día nos advierten de que no se trata de un hecho real que se cuenta como si fuera una noticia para la radio, la televisión o los periódicos. Toda la narración se mueve en una mentalidad y en un pensamiento religioso muy diferente a lo que nosotros pensamos hoy.
Jesús de Nazaret vivió de una manera intensa y comprometida su relación con Dios y todo lo que hacía era siempre un reflejo de esa vida. Y sus momentos de oración, de contemplación o como queramos expresarlo, eran al mismo tiempo un tiempo de unirse e identificarse con la "voluntad de Dios": Que sea santificado su nombre. Que venga su reino. Que sepa hacer su voluntad... Y no me dejes caer en la tentación..."
Entonces Jesús se transfiguraba. Y, aunque pudiera darse cuenta de la posibilidad de su persecución y de su muerte, toda su vida la sentía y la ponía en las manos de "su Padre"... Y sólo cuando nosotros vivimos y actuamos siguiendo sus huellas, empezamos a entender lo que los primeros discípulos llegaron a captar y se vieron empujados a seguirlo hasta el final.
El texto del evangelio nos propone en forma de una voz que nos llega desde el más allá: "Este es mi hijo el escogido, escuchadle..." Y pienso que ése es el mensaje. Escuchar con el corazón, con el compromiso de aceptar su estilo de vida. Y entender que el "reino de Dios", la nueva humanidad, todo lo que Dios tiene pensado darnos... ya está dentro de todos nosotros. Y si no nos centramos, no hacemos más que mirar hacia afuera o hacia el más allá.
Fray Marcos lo comenta de esta manera: "El evangelio nos dice que no tenemos nada que esperar para el futuro. La buena noticia no está en que Dios me va a dar algo más tarde, aquí abajo o en un hipotético más allá, sino en descubrir que todo me lo ha dado ya (El reino de Dios está dentro de vosotros). En Jesús está ya la plenitud de la divinidad, pero está en su humanidad. La divinidad de Jesús no se puede percibir por los sentidos ni deducir de lo que se percibe. De fenómenos externos no puede venir nunca una certeza de la trascendencia, por muy espectaculares que parezcan..."
Cuando nos topamos con alguien que vive con intensidad cada momento de su existencia, sentimos algo especial y nos parece entender que la vida de esa persona se ha transfigurado. No es como nosotros. Y nos permite entrever cómo debería ser nuestra propia vida.
Texto del evangelio de Lucas (9,28b-36)

sábado, 9 de marzo de 2019

Las Tentaciones

10 de Marzo de 2019

Comenzamos la Cuaresma. Todavía nos quedan recuerdos de cuando la religión, sus fiestas y celebraciones eran de obligado cumplimiento.
Ahora tienen mucho más eco e importancia los carnavales y disfraces que se extienden por todas partes.
Por eso, al dar inicio a los cuarenta días de preparación a la Pascua me pregunto la manera de plantear y de vivir nuestra Cuaresma.

Lógicamente, cada persona, cada grupo o comunidad puede vivirla de todas las maneras posibles: Oraciones y penitencias; devociones; via-crucis y procesiones... Todo lo que pueda ayudar a los seguidores de Jesús de Nazaret a la "conversión" y cambio de vida de manera que la buena noticia del evangelio se vaya haciendo una realidad entre nosotros.

En mi esfuerzo diario por caminar "tras las huellas" del Maestro, hoy la lectura del evangelio de Lucas (4, 1-13, sobre las Tentaciones de Jesús) me hace reflexionar sobre esas mismas tentaciones que nos plantean, también a nosotros, a lo largo de nuestro camino.

Tal vez, los sermones y explicaciones nos han llevado a creer que Jesús no tuvo realmente "tentaciones"... O que el "diablo" se las planteó así tal cual... O que todo eso ya lo sabía ya que era el Hijo de Dios... Pero creo que Jesús de Nazaret vivió y caminó en la línea de la "buena noticia" afrontando todas esas tentaciones. Jesús y todos sus seguidores: "No sólo de pan vive el hombre... Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto... No tentarás al Señor tu Dios..." (Dinero, Poder, Placer)

Al hacer mi reflexión, me vienen a la mente los comentarios y parábolas de Jesús de Nazaret: El reino de Dios es como esa semilla que el labrador sembró en su campo... Si la semilla no muere, no dará fruto...
...Y de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma...
...O como el pastor que tenía 100 ovejas... Dejó las 99 y fue a buscar a la que se había perdido...

Siento que lo importante no es tener o pertenecer a una iglesia o a una comunidad grande con muchas celebraciones y ceremonias, con una multitud que aclama y sale en procesiones impresionantes. Creo que no. Me parece que no era ésa la idea de Jesús, ni su proyecto. La levadura que se disuelve y desaparece para hacer fermentar toda la masa; el grano que se muere para que nazcan otras muchas espigas; el pastor que está pendiente de la oveja descarriada... Porque el proyecto de Jesús, su buena noticia, tiene de fondo una humanidad nueva, tierna y compasiva con el estilo de Dios nuestro Padre (como el padre del hijo pródigo...)

En un mundo como el nuestro sigue existiendo una multitud inmensa de personas que necesitan sentir y experimentar la "buena noticia" de Jesús de Nazaret. Seguimos teniendo muchas personas marginadas por nuestra sociedad del "bienestar". Seguimos clasificando a las personas por su color, por su religión, por su nacionalidad, por el sexo. Y eso da origen a marginación, desprecio y rechazo...
Nuestras tentaciones... Tomar en serio la buena noticia del evangelio nos resulta duro y tendemos a rebajar sus exigencias; pero "si quieres venir tras de mí..." Sí, tendremos todas esas tentaciones.
Texto del evangelio de Lucas (4, 1-13)

sábado, 2 de marzo de 2019

Lo que rebosa del corazón

3 de Marzo de 2019

Día a día y semana a semana nos esforzamos en nuestro empeño por seguir a Jesús de Nazaret. Escuchamos y leemos el evangelio. Reflexionamos sobre nuestra vida. Incluso nos preocupamos porque tenemos la sensación de estar siempre en el mismo punto...
Nos resulta más fácil ver los fallos y errores de las otras personas y, quizás, caemos en la tentación de corregirles sin darnos cuenta de nuestros errores y equivocaciones.
Tal vez nuestra mayor dificultad (hablo por mí mismo) está en que hemos reducido la "buena noticia" de Jesús en toda una lista de deberes y obligaciones que, según nos enseñaron, nos daban la "seguridad" de estar entre los seguidores y de que un día seríamos premiados y recibidos en la "casa del Padre". De ahí que, sin apenas darnos cuenta, podíamos dar lecciones de religiosidad, guiar a otros y corregir a los hermanos...
Pero, realmente, es ése el proyecto de Jesús de Nazaret? La religión de sus padres y de sus abuelos ya enseñaba cómo ser un "buen judío": Los mandamientos, todo lo dicho por los profetas, las enseñanzas de los escribas y doctores de la Ley... Entiendo que Jesús mira mucho más allá. Su proyecto y buena noticia es que todos somos pueblo elegido. Que Dios, nuestro padre, nos quiere como una gran familia en la que lo importante es su humanidad: Ser tiernos y compasivos como nuestro Padre... Y en la que los más débiles, los que "no valen nada" son los primeros, los más importantes... Y eso lo quiere para todos los pueblos. Si nosotros (me lo digo a mí mismo) hemos conocido su mensaje y buena noticia no es para creernos más que las otras personas, o decir que nosotros somos ahora el pueblo elegido y nos llamamos "hijos de Dios"... Conocer la buena noticia del reino de Dios me compromete y me empuja a ser "testigo" de esa nueva humanidad gozando con su realidad y sufriendo cuando vemos la inmensa multitud de hombres, mujeres y niños que apenas si sobreviven en unas condiciones infrahumanas y tan lejos del programa y proyecto de Dios.
Fray Marcos lo comenta así: "El seguimiento de Jesús no consiste en imitarle en sus correrías ni en aceptar sin rechistar todas sus enseñanzas sino en alcanzar la experiencia interior que él vivió y en dejar que se manifieste como él la manifestó. No debemos poner hincapié en obras puntuales programadas sino en una actitud permanente que funcione y se manifieste al exterior en todo momento y en todas las circunstancias. Los cristianos hemos terminado copiando la actitud de los fariseos, dando más valor al cumplimiento de lo mandado que a la búsqueda interior de las exigencias de nuestro verdadero ser..."
Lo que rebosa del corazón dirá a todos lo que llevamos dentro. Y ser cristiano, seguidor de Jesús de Nazaret, no es una etiqueta que me pueda poner o que me la den en la iglesia. Mi actitud, mi modo de vivir y de hacer, rebosará de mi corazón... 
Texto del evangelio de Lucas (6,39-45)

Se acerca vuestra liberación

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