3 de Marzo de 2019
Día a día y semana a semana nos esforzamos en nuestro empeño por seguir a Jesús de Nazaret. Escuchamos y leemos el evangelio. Reflexionamos sobre nuestra vida. Incluso nos preocupamos porque tenemos la sensación de estar siempre en el mismo punto...
Nos resulta más fácil ver los fallos y errores de las otras personas y, quizás, caemos en la tentación de corregirles sin darnos cuenta de nuestros errores y equivocaciones.
Tal vez nuestra mayor dificultad (hablo por mí mismo) está en que hemos reducido la "buena noticia" de Jesús en toda una lista de deberes y obligaciones que, según nos enseñaron, nos daban la "seguridad" de estar entre los seguidores y de que un día seríamos premiados y recibidos en la "casa del Padre". De ahí que, sin apenas darnos cuenta, podíamos dar lecciones de religiosidad, guiar a otros y corregir a los hermanos...
Pero, realmente, es ése el proyecto de Jesús de Nazaret? La religión de sus padres y de sus abuelos ya enseñaba cómo ser un "buen judío": Los mandamientos, todo lo dicho por los profetas, las enseñanzas de los escribas y doctores de la Ley... Entiendo que Jesús mira mucho más allá. Su proyecto y buena noticia es que todos somos pueblo elegido. Que Dios, nuestro padre, nos quiere como una gran familia en la que lo importante es su humanidad: Ser tiernos y compasivos como nuestro Padre... Y en la que los más débiles, los que "no valen nada" son los primeros, los más importantes... Y eso lo quiere para todos los pueblos. Si nosotros (me lo digo a mí mismo) hemos conocido su mensaje y buena noticia no es para creernos más que las otras personas, o decir que nosotros somos ahora el pueblo elegido y nos llamamos "hijos de Dios"... Conocer la buena noticia del reino de Dios me compromete y me empuja a ser "testigo" de esa nueva humanidad gozando con su realidad y sufriendo cuando vemos la inmensa multitud de hombres, mujeres y niños que apenas si sobreviven en unas condiciones infrahumanas y tan lejos del programa y proyecto de Dios.
Fray Marcos lo comenta así: "El seguimiento de Jesús no consiste en imitarle en sus correrías ni en aceptar sin rechistar todas sus enseñanzas sino en alcanzar la experiencia interior que él vivió y en dejar que se manifieste como él la manifestó. No debemos poner hincapié en obras puntuales programadas sino en una actitud permanente que funcione y se manifieste al exterior en todo momento y en todas las circunstancias. Los cristianos hemos terminado copiando la actitud de los fariseos, dando más valor al cumplimiento de lo mandado que a la búsqueda interior de las exigencias de nuestro verdadero ser..."
Lo que rebosa del corazón dirá a todos lo que llevamos dentro. Y ser cristiano, seguidor de Jesús de Nazaret, no es una etiqueta que me pueda poner o que me la den en la iglesia. Mi actitud, mi modo de vivir y de hacer, rebosará de mi corazón...
Texto del evangelio de Lucas (6,39-45)
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