sábado, 12 de septiembre de 2015

Salvar o perder la vida

Domingo 13 de Septiembre de 2015

Escuchando el texto de Marcos (en la eucaristía de este fin de semana) he recordado la exhortación y comentario que tantas veces hemos oído en las misas, en charlas y encuentros: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga..." Y de muchísimas maneras nos animaban a "cargar la cruz", a aceptar todo lo malo que nos podía pasar como el camino para seguir a Jesús. Es más, a las personas más piadosas se les sugería toda clase de penitencias como otro modo de caminar tras la cruz de Jesús. Camino de salvación.
Así, el dolor y el sufrimiento se convertían en el mejor medio de entrar en el reino de Dios. De esa manera han florecido en la iglesia (al menos en la católica) tantísimas devociones que presentan ese camino como algo que sólo los escogidos pueden entender.
Lo que ocurre es que me temo que toda esa buena voluntad y esos deseos de seguir al Maestro se fijaron en unas prácticas que denotan un tinte masoquista y que están bien lejos del estilo de Jesús de Nazaret.
Que la primera comunidad cristiana hizo esa lectura (dentro de su cultura y del entorno religioso que vivían), se comprende; pero suena como muy alejada de la Buena Noticia que proclamaba Jesús desde el principio. Para entrar y caminar según su proyecto (reino de Dios), Jesús habla de "cambiar", de darse la vuelta, de convertirse... Y en muchas parábolas habla de ese cambio como de algo que te cambia la vida: El mercader que encuentra una piedra preciosa; La mujer que encuentra la moneda perdida; Zaqueo (persona super-rica) que en su encuentro con el Maestro decide devolver las ganancias; los discípulos pescadores... que dejándolo todo se ponen a seguirle... Y las parábolas de las fiestas y banquetes: la alegría de que (sin haber sido invitados) entran finalmente en la fiesta.
El tema es ése: Salvar o perder la vida. Es tal vez la gran preocupación de todos: Ganar más dinero, mejorar el negocio, comprar nuevas cosas... para "ganar la vida". Una lucha constante por asegurarse, por hacerse más rico, tener mejor salud, mejores condiciones de vida... Entonces la vida se convierte en nuestro primer valor, nuestra mayor preocupación, motivo de nuestros mayores esfuerzos. Si la perdemos... Fracaso en los negocios, en el trabajo, una enfermedad, un accidente, el desprecio o el abandono... Nuestra mente y nuestro corazón se llenan de angustia y nos sentimos hundidos.
El Maestro, Jesús de Nazaret, da la vuelta a nuestra escala de valores. Donde nosotros ponemos "ganancia", él nos dice que "perdemos". Y donde hablamos de pérdidas, el coloca "ganancias". Y ahí nos descoloca a todos. El que quiera seguirme..., el que quiera apuntarse a este proyecto (reino de Dios) que dé la vuelta a su vida. Que el primer valor no es ganar y tener más cosas; sino vivir al estilo de Dios. Que es como decir "vivir como una gran noticia el ser más humano, más solidario, más fraterno"... Una vida que es celebración y fiesta porque la ternura y la compasión nos abren a las otras personas. Y eso es más importante que los grandes negocios, las grandes mansiones o el mucho dinero acumulado en nuestras cuentas bancarias.
Y ahora que tenemos tan presentes a los "refugiados" de esos países en guerra, viene bien que abramos nuestros ojos y nuestro corazón a todos esos (africanos, asiáticos, latinos) que ya han llegado hasta nosotros. ¿Me apunto al proyecto de Jesús de Nazaret? Mi primer valor o preocupación en la vida cuál es? Salvar o perder la vida...
Texto del evangelio de Marcos 8, 27-35

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