sábado, 30 de mayo de 2015

Estoy con vosotros todos los días

Santísima Trinidad 
Domingo 31 de Mayo de 2015.

Odres Nuevos Evangelio 31 mayo 2015 color

Para este domingo la iglesia nos propone la fiesta de la "Santísima Trinidad". Un nombre al que nos hemos acostumbrado a fuerza de repetirlo; pero con ese algo que ni siquiera nos atrevemos a preguntar. Y nos quedamos sin entender y proclamando una fe que casi podríamos decir vacía de contenido.

Resulta curioso, como comenta José María del Castillo, que en la iglesia se han preocupado mucho de la fe, de los dogmas, de la recta doctrina (incluso creó todo un departamento para vigilar con lupa y hasta con microscopio para vigilar, censurar, criticar, condenar y prohibir todo aquello que fuera exactamente como decían los doctores de Roma); pero nunca se creo otro departamento o comisión que cuidase de la vida de la comunidad, de su solidaridad, de su amor, de su entrega...
Y así importa mucho más que proclamemos "nuestra fe" (palabras y fórmulas) que el que nuestra comunidad de seguidores de Jesús vivamos a su manera y a su estilo.
Creo que todo eso de la Trinidad es más el empeño de todos esos doctores y sabios que (con sus filosofías y con sus teorías) pretenden saber más que el propio Jesús de Nazaret.
De Jesús hemos recibido que Dios es nuestro papá... Así! Cualquier niño o niña pequeña entiende bien lo que eso quiere decir.
Entendemos que Jesús es nuestro Maestro. El nos anuncia la buena noticia y nos muestra el camino. Ese estilo nuevo. Esa vida marcada por unos valores de solidaridad, de ternura, de entrega de la propia vida (como pan y como vino). Es él el que nos ha hablado de Dios como nuestro papá... y que todos nos sintamos hijos.
Y es también Jesús de Nazaret el que nos da su aliento y su ánimo: "Y sabed que estoy con vosotros todos los días..." Los primeros seguidores entendieron que ese aliento era el soplo de Dios, nuestro padre, su espíritu, su respiración.
¿Acaso necesitamos más para caminar y seguir adelante?
Y mira que Juan lo dice bien claro: "Nadie ha visto a Dios"... No veo la razón y el empeño tan grande en expresar lo sencillo mediante fórmulas que nadie entiende.
Vivir con la confianza que cualquier niño pequeño pone en su propio papá o mamá. Aceptar el estilo de Jesús de Nazaret con ese cambio tan profundo que nos sugiere en las bienaventuranzas (Nuestro corazón y nuestra mente puestos en "nuestro prójimo", especialmente el más necesitado). Y dejarnos llevar de ese viento de Dios, su aliento, que nos marca el camino.
Y que no se nos olviden las palabras de Pablo: "la fe y todos los otros carismas o dones pasarán; pero la caridad permanece" Por encima de todo, el amor. Y lo traducimos al lenguaje de hoy: Solidaridad, acogida, ternura, atención al desvalido, al inmigrante sin papeles, al desahuciado, al que se queda sin trabajo, al anciano abandonado... Creo que por ahí anda el aliento, la respiración de Dios.

Texto del evangelio de Mateo 28, 16-20


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