Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Domingo 7 de Junio de 2015.
En la iglesia católica es, ciertamente, una fiesta especial. Todos mis recuerdos son de misas solemnes, de procesiones con la custodia y el palio, de sermones encendidos y hasta de exposiciones de la eucaristía en la iglesia...
Y ahora, reflexionando sobre la cena del Señor, la reunión de los seguidores de Jesús en las casas comentando la vida y las palabras del Maestro y partiendo y compartiendo el pan y el vino como él mismo hizo... Ahora, digo, siento que nuestras misas, nuestras eucaristías están tan lejos de todo aquello.
Aquella despedida de Jesús de Nazaret tan llena de emoción, tan tensa y tan íntima al mismo tiempo... En un momento en que Jesús intuía que andaban buscándolo para matarlo. Algo que parecía inminente...
Y tomó el pan, lo partió y les dijo... "Hacedlo en recuerdo mío...". Lo mismo la copa de vino...
Pablo escribirá que la cena del Señor que celebramos es para "recordar su muerte..." Creo que se olvidó decir que en ella "recordamos y revivimos su vida entera, sus palabras y también su muerte en la cruz..."
Todo aquello la iglesia lo ha hecho "sagrado", lo ha convertido en "misterio" y sólo los sacerdotes ejercen de protagonistas desde ese nivel elevado que sólo a ellos les está permitido... Al final nos dan la "comunión" de un pan que no sabe a nada. El vino no lo comparten... A todo ello nosotros, los laicos (el pueblo) apenas si decimos "Amén". Inclinamos la cabeza, nos dan la bendición y nos volvemos a nuestras casas...
Ahora el encuentro de los seguidores de Jesús se ha convertido en un "mandamiento de la iglesia". "Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar".
La comunidad de hermanos (seguidores de Jesús) se reunía en las casas para revivir y recordar al Maestro. Afirmarse en el camino de la buena noticia. Renovar el gesto de Jesús partiendo y compartiendo el pan y el vino significaba volver a coger fuerzas y reescuchar lo que decía Jesús.
De la mesa compartida hemos llegado al "misterio de los misterios" que tenemos que adorar, arrodillarnos, guardar silencio, acercarnos casi casi con miedo y demasiado respeto... Hemos hecho de la eucaristía un "objeto" totalmente sagrado y misterioso convertido en verdadero "ídolo" que se guarda en sagrarios (verdaderas joyas de arte en muchos casos).
La mesa común de los hermanos, la fiesta del reino, la alegría del encuentro, el recuerdo cariñoso y atento de nuestro Maestro, los brindis por el nuevo camino, por la solidaridad, por la justicia, por la hermandad, por sabernos hijos de Dios (nuestro papá)... (No sólo nosotros, sino todos los hombres y mujeres). Lo perdimos en el camino. Qué lástima!
Creo que vale la pena que volvamos a mirarnos en el evangelio, en las comidas de Jesús con tanta gente, sus encuentros, su última cena también... Y cómo lo hacían aquellos primeros seguidores... Tenemos que recuperar a Jesús de Nazaret (y dar menos importancia a tantas y tantas cosas que hemos ido añadiendo),
Texto del evangelio de Marcos 14,12-16.22-26
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