domingo, 26 de octubre de 2014

La Ley entera y los profetas




Domingo 26 de Octubre de 2014


En el mundillo religioso en el que nos movemos parece que todavía nos surge la misma pregunta: ¿Cuál es el principal mandamiento?
Formados y guiados por las instrucciones y prédicas de los dirigentes de la Iglesia hemos  asumido que lo importante era "amar a Dios"... con todo el corazón, con toda el alma, con todo nuestro ser. Sí, añadíamos lo del segundo que es semejante a éste; pero lo importante, lo principal...
Así se lo oí comentar a un Superior General de una Congregación: Si amamos a Dios, descubriremos a los hermanos... Entonces me atreví a hacer un comentario diciendo lo contrario: Si descubrimos al hermano, si lo amamos... amaremos a Dios. Tan acostumbrados estamos a esos argumentos que los aceptamos como el verdadero camino, como la salvación... (Todavía, en la eucaristía de este domingo lo volví a escuchar).
Es la mejor manera de escapar de este mundo, de alejarnos de los hermanos, de los necesitados, de los pobres, de los desahuciados, de los despreciados, de los marginados. Así debía ocurrir ya al principio entre los primeros seguidores. Y Juan, el apóstol, escribe en una de sus cartas: "Si no amas al hermano a quien ves, cómo vas a amar a Dios... A Dios nadie lo ha visto".
Entiendo que mis primeros pasos en el camino hacia Dios es amar a los hermanos. Descubrir, entender, escuchar, estar con esas personas que me rodean, con los que necesitan algo, con los débiles, con los que menos pueden... Ésa será la señal de que he entendido el mensaje de la Buena Noticia del Reino. Ahí están la Ley entera y los Profetas. Lo que viene a decir que eso es toda la Biblia.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 34-40

domingo, 19 de octubre de 2014

...A Dios lo que es de Dios

Domingo 19 de Octubre de 2014.

El texto de hoy ("¿Es lícito pagar impuesto al César o no?...), en el evangelio de Mateo, 22, 15-21, lo hemos escuchado tantas veces que ya lo sabemos de memoria. También nos sabemos los comentarios más frecuentes... Pero quizás, después de tanto tiempo, no hemos llegado a comprender el alcance de las palabras (y de la vida) de nuestro Maestro.
Hemos dividido nuestra vida y nuestras actuaciones entre lo que pertenecía al César y lo que pertenecía a Dios. Una parte espiritual y religiosa y otra parte laica, de este mundo. De esa forma queriendo contentar a las dos partes hemos terminado por servir a dos señores: al dinero y a Dios. Algo que, como nos dice bien Jesús, es imposible.
En mis ratos de lectura sigo rumiando los textos de José María Castillo ("La Humanización de Dios") y me siento tan impresionado e impactado tratando de captar su mensaje, mejor dicho, del mensaje que nos llega a través de los evangelios: El hecho de que para salvarnos de nuestra deshumanidad Dios, nuestro padre, se hace humano, lo más humano posible. Es decir asume lo que hay de más básico en nosotros: Nuestra carne (hombre-mujer de carne y hueso), nuestra singularidad (el valor de cada persona) y nuestra relación (seres sociales, comunitarios, que comparten). Y sólo cuando encauzamos nuestra vida en esa línea nos hacemos plenamente humanos y reemprendemos nuestro camino hacia Dios, nuestra fuente y nuestra raíz.
Entonces, al decir que demos a Dios lo que es de Dios nos señala algo muchísimo más profundo que las monedas, los negocios, la vida social, la política, las cosas de casa... Nuestra humanidad viene marcada, como de serie, con el sello de Dios mismo: Humanos (muy de carne y hueso); de un valor por encima de todos los valores del Mercado y de la Bolsa de valores; formando parte de la comunidad de hermanos y hermanas, de esa gran familia que es nuestro mundo... Y dar a Dios todo eso es apartar todo aquello que nos deshumaniza, que nos aleja de los hermanos, que nos aísla, que nos quiere endiosar o divinizar olvidando que, ante todo, somos de carne y hueso.
Cuando reflexiono y pienso en todo eso, me doy cuenta de que lo que importa en la buena noticia del evangelio es que aprendamos a ser "humanos" al estilo de Dios, a la manera de Jesús. Y todo eso se juega en la calle, en casa, en la tienda, en el autobús, en clase, en nuestras relaciones sociales... Ser humanos... y dar a Dios lo que es de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 15-21

domingo, 12 de octubre de 2014

Convidados a la boda

Domingo 12 de Octubre de 2014

Odres Nuevos Evangelio 12 Octubre 2014.

Últimamente hemos participado en dos bodas. Y siempre resulta un acontecimiento lleno de alegría y emotividad: Encuentro de familias, de amigos, de conocidos... Todos dispuestos a celebrar y a compartir gozosos el amor de una pareja que hacen realidad el sueño de todo hombre y mujer: la unidad plena, el ser como una sola carne.

En la Eucaristía de hoy Jesús, una vez más, nos ofrece una parábola o comparación sobre el Reino de Dios. "El reino de los cielos se parece a..." Precisamente al comentar la ceremonia de la última boda (celebrada en la iglesia) me venía a la mente la de veces que Jesús compara el "reino de Dios" a una boda. Seguro que le encantaba ir de boda, participar en una fiesta así. Y veía la felicidad, el amor, la manera de compartir, la acogida, los abrazos, la bienvenida y todos los saludos y parabienes...
Y, pensándolo bien, me llama la atención el que en la Iglesia no se hable apenas de fiestas y de bodas. Me resultaría difícil comparar la "misa" (nuestra eucaristía) a una boda. De igual manera resultaría extraño que los sacerdotes, los catequistas, los que guían a la comunidad nos propusieran la imagen de la boda para decirnos cómo tiene que ser nuestra manera de vivir, de compartir, de comportarnos en nuestra sociedad...
¿Tan lejos estamos del modo de pensar de Jesús, nuestro Maestro?
Resulta curioso que, en el texto de hoy se termine haciendo hincapié en la persona que entró al banquete de bodas sin llevar el "traje de bodas"... Y se nos hable del bautismo, de la penitencia, de limpiar nuestro corazón para poder recibir la eucaristía. De ese modo lo esencial se nos queda al margen y nos olvidamos de la boda, de la fiesta, de la fraternidad, de compartir, de la alegría y del amor.
J.A. Pagola se expresa así: "Según Jesús, Dios está preparando un banquete final para todos sus hijos pues a todos los quiere ver sentados, junto a él, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.
Podemos decir que Jesús entendió su vida entera como una gran invitación a una fiesta final en nombre de Dios. Por eso, Jesús no impone nada a la fuerza, no presiona a nadie. Anuncia la Buena Noticia de Dios, despierta la confianza en el Padre, enciende en los corazones la esperanza. A todos les ha de llegar su invitación..."
Esa invitación, a TODOS, a la boda, a la fiesta, a la fraternidad, al amor... Ése es el mensaje. Todos llamados (porque siempre los hay que aparecen como invitados VIP y que no acuden porque están en sus negocios, en sus cosas...) y Jesús nos hace ver y entender que Dios, nuestro padre, ha cambiado las tarjetas VIP y las hace llegar a todos. 
Quiero que la emoción vivida en la boda, toda la ternura mostrada, todos los gestos de acogida, de compartir, de entrega, de ilusión y de vida nueva... se mantengan presentes en mi vida y en las personas que me rodean.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14

Se acerca vuestra liberación

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