domingo, 31 de marzo de 2013

Vio y creyó


31 de marzo 2013 - Domingo de Resurrección
"Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos."
Siguiendo la tradición de la Iglesia, durante estos días hemos vivido el final de la Cuaresma con los días intensos de la Semana Santa.
Para algunos la intensidad la dan las procesiones, las largas ceremonias y ritos, los sermones y reflexiones más o menos tradicionales y consabidas.
Hoy celebramos la Pascua. Una fiesta que quiere entroncar con la Pascua judía y que pretende hacerse presente en la historia actual de todos los pueblos.
Me llama la atención esa frase que nos da el evangelio de Juan: "Vio y creyó". Y mi pregunta, junto con mi reflexión, es: ¿Qué creo yo?
La Iglesia nos presenta una fórmula que llamamos Credo que viene a ser como el resumen de nuestra fe. En las eucaristías de mi parroquia, como en todas, se recita (especialmente en el día de hoy). Pero se me hace tan anacrónica y tan llena de palabras sin sentido que termino inventándome una fórmula nueva.
Tal vez no es muy ortodoxa ni sigue las doctrinas oficiales de la institución; pero, sinceramente, recitar fórmulas y textos tan anticuados me parece que no expresan la fe y el compromiso de los seguidores de Jesús de Nazaret.
Creo en Dios, nuestro padre. (Y cuando lo digo no hago más que pensar en la presentación que nos hizo Jesús: el padre del hijo pródigo, en pastor que busca la oveja perdida, el que conoce todo lo que necesitamos, el que se enternece viendo a los más pequeños...)
Creo en Jesús, nuestro maestro. El que nos muestra el camino hacia el reino de Dios. El que nos dice como es nuestro Padre Dios. El que tiene compasión de los desgraciados, humildes y despreciados. El que nos muestra que es más importante el hombre que el Sábat y el Templo. El que entiende el reino como una fiesta de la solidaridad, de compartir como en las bodas de la gente. El que ha comprometido su vida por una humanidad nueva al estilo de Dios mismo... 
Él es nuestro Maestro que, siguiendo su compromiso y estilo de vida, fue acusado, juzgado, condenado y ejecutado de la manera más horrorosa. Colgado de una cruz, como la afrenta social más terrible que se podía dar. El maldito entre los malditos, ignominia social...
Muerto en la cruz, la experiencia de aquellos primeros hombres y mujeres que le siguieron nos lleva a creer que Jesús, nuestro Maestro, ha llegado más allá de la muerte. Ha alcanzado la vida plena en Dios nuestro Padre. Y sigue presente entre nosotros cada vez que lo recordamos y nos comprometemos siguiendo su mismo camino. Una nueva vida surge entre nosotros y la comensalía (mesa compartida) y el servicio a los hermanos son la clave... Cuando actuamos así él está en medio de nosotros.
Creo, por supuesto, que un nuevo aliento llena nuestra vida cuando intentamos hacer su camino. Y ese aliento (espíritu) procede de Dios nuestro Padre y nos va convirtiendo en humanidad nueva, en reino de Dios que va apareciendo poco a poco entre nosotros.
Y no me da miedo la muerte. Físicamente, ya lo sabemos, tenemos, como dice un amigo mío, fecha de caducidad; pero esta vida es sólo el tiempo de encaminarnos a la casa de nuestro Padre.
Y con nosotros caminan tantos miles y miles de personas. Ahora en este tiempo como las ha habido a lo largo de los siglos: mis padres y hermano gemelo, mis abuelos, mis bisabuelos... Tantas personas (familiares, amigos y conocidos) que nos han precedido y que forman nuestra tribu, nuestra humanidad que está abocada a regresar a la raíz y fuente de toda vida que es, claro está, nuestro Padre. Amén
(Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9)

viernes, 29 de marzo de 2013

LA VIOLENCIA DEL CRUCIFIJO



Notas para un Viernes Santo

“La Humanización de Dios”
Por José M. Castillo
(Cap 12 – pag 287 ss)

“Los cristianos piadosos ven en los crucifijos  la representación más conmovedora de la misericordia de Dios, del amor de Dios, de la bondad y de la generosidad de Dios hacia los hombres pecadores, perdidos y extraviados…

…Resulta sorprendente que las personas normales pongan sus ojos en un hombre colgado de una cruz y que eso les cause devoción y no les provoque terror… Es una imagen de extrema violencia.
(La cruz era el suplicio horrendo… la marginación social total…)
…Un crucifijo es la expresión más brutal de violencia que se ha podido imaginar contra Dios.
Y es que, según la teología de Pablo, se presenta la muerte de Jesús como el “sacrificio expiatorio” que Dios necesitó para poder perdonar nuestros pecados… Se está afirmando que Dios necesita sangre para perdonar…
…Si se toma en serio todo eso que se dice, nos vemos abocados a tener que defender que el Dios en el que creemos es un “Dios vampiro”, un Dios que necesita sangre y muerte para amar…
Hay que perfilar mucho para no caer en la afirmación de que Dios colgó a su propio hijo en una cruz en la que le clavó… Algo tremendamente violento y sádico…


También es una violencia contra nosotros los creyentes… A fin de cuentas, siempre se nos ha dicho que los responsables de esa imagen patética somos nosotros. Cristo murió por nuestros pecados…

El problema más grave es que asocia a Dios con la violencia.
…Si Dios es así, actúa así, y nos ha salvado así, entonces nos encontramos con esta conclusión: si de verdad queremos salvarnos, tiene que ser a base de sufrir, perder la propia dignidad y morir… Y por eso la Iglesia se ve obligada a presentar un proyecto a la humanidad que consiste en pasarlo lo peor posible, puesto que el discurso de salvación que se le puede (y se le debe) ofrecer a la gente es que el camino de la salvación es la probación, el aguante, la paciencia, la renuncia a todo gusto y a todo placer…

La dificultad para entender al crucificado

¿Por qué Jesús acabó así? ¿por qué el final de su vida fue tan cruel y violento?
Dos posibles respuestas:
1)     Porque Jesús mismo dio algún motivo para ello
2)     Porque Dios mismo lo decretó así (para redimirnos de nuestros pecados)
Decisión Humana? – Decisión Divina?
En el primer caso sería grandeza de la humanidad de Jesús. Y en el segundo una exigencia que imponen a los humanos la Divinidad…

Según la Teología que la Iglesia ha venido manejando (la de Pablo) Jesús murió crucificado por nosotros y para nosotros porque así lo decidió Dios. O sea, un decreto divino.
Si se trató de un proceso humano, el final es debido  a que Jesús buscaba una humanidad más justa y solidaria… “hacer el bien y sanar a los oprimidos”. Se trataría de “liberarnos del sufrimiento”.
En cambio, si fue una decisión divina, se da a entender que lo que le importa a Dios es el pecado que le ofende a él , mientras que si la decisión fue humana, lo que le importa a Jesús es el sufrimiento que nos oprime a nosotros los mortales…

La laicidad del crucificado

Hoy en día, estamos ya muy acostumbrados a ver el crucificado dentro de la emoción de lo sagrado, lo santo, lo divino…
Sin embargo, la pura verdad, la más desconcertante verdad es que todos esos sentimientos, siendo tan nobles, tan grandes y tan sublimes, y por más excelsos que se puedan presentar y representar, en realidad lo que hacen es ocultar y desfigura al Crucificado.
Un crucificado no tenía nada que ver ni con la religión, ni con lo sagrado, ni con la piedad, ni con la devoción. Y menos aún con la estética, con la belleza, con el poder o con cualquier tipo de sentimiento noble y humano, fuera el que fuera.
Precisamente los sumos sacerdotes fueron los que tuvieron el mayor empeño en que Jesús terminara su vida asesinado precisamente en cruz… Porque lo específico de la cruz no era el tormento físico, sino la exclusión social y, sobre todo, la maldición religiosa que llevaba consigo cualquier crucificado.
Un crucificado era un maldito.
Un crucificado no podía representar entonces para nadie ni una imagen de lo religioso, ni una expresión de lo divino, ni una manifestación de piedad, ni siquiera una creación artística o estética que alguien pudiera contemplar con respeto o mirarla con algo de piedad.
Un crucificado evocaba la humillación suprema de un fracasado.

El mensaje subversivo del crucificado era tan nuevo como desconcertante.
El sufrimiento, el fracaso y la muerte son fuente de vida. No porque el sufrimiento, el fracaso y la muerte nos hagan más religiosos, más divinos, sino todo lo contrario.
Cuando nuestras representaciones de lo religioso, lo sagrado y lo divino se viven en la dura experiencia de la renuncia a todo privilegio, a toda dignidad, a todo honor, a todo poder, incluso al honor sagrado y al poder divino, entonces la religión deja de ser engaño y empieza a ser fuente de vida y felicidad.
En la cruz “no murió Dios” como tantas veces se ha dicho, sino que “murió la religión” que encierra a Dios en el Templo y lo pone en manos de los sacerdotes que se presentan con la pretensión de ser ellos, y sólo ellos, la voz de Dios y los administradores sagrados de su poder…
Con la llegada al poder de Constantino (y de la Iglesia), la cruz dejó de teneer su significado original. El signo de fracaso y de muerte se había convertido en signo de victoria y poder.
El Jesús fracasado de la cruz se vio constituido en un luchador victorioso en todas las batallas. La bondad se había convertido en violencia.
La cruz profana en la que murió el ajusticiado Jesús de Nazaret, instrumento de vergüenza y fracaso, se había erigido en cruz sagrada en la que triunfa y resplandece la victoria y el ornato de lo que realmente representa el poder y la riqueza de un templo…

¿Cómo entender de esa manera lo que significa “la locura de Dios” y “la debilidad de Dios”?

(Seguiré con las notas sobre los motivos de su muerte, su interpretación y su aplicación a nosotros como seguidores del Maestro).

La esencia del mensaje


En el blog "Odres Nuevos.wordpress.com" se nos ofrece un comentario de Fray Marcos que me parece centrar de una manera excelente la reflexión del Jueves Santo.

28 de marzo 2013 - Jueves Santo

"LA EUCARISTÍA Y EL LAVATORIO, SÍMBOLOS DE LA ENTREGA
Considero que la liturgia del Jueves Santo es la más significativa de todo el año. Para mí,
es la que mejor expresa la esencia de lo que fue Jesús y su mensaje. Mañana recordaremos
la muerte de Jesús, pero hoy se plantea el significado de esa muerte, que es mucho más
importante para nosotros que la misma muerte..."
"... no sabemos el sentido exacto que quiso dar Jesús a aquellos gestos y palabras. El mismo Jesús le dice a Pedro que no lo puede entender “por ahora” (prueba evidente de lo que pensaban los cristianos de finales del siglo I).
• Sabemos que no fue un rito de purificación (antes de comer estaba mandado lavarse las
manos, no los pies).
• No responde a una necesidad urgente (los discípulos podían seguir con los pies más o menos
sucios).
• Tampoco podemos reducirlo a un acto formal de humildad. Jesús pasaba de todo
formalismo..."

Todo el texto de Fray Marcos es denso, profundo y de un gran contenido. Vale la pena leerlo entero.

A raíz de la celebración del Jueves Santo y apoyándome en este escrito quiero expresar lo que siento y lo que me parece entender de la esencia del mensaje de Jesús de Nazaret.

Ahora que parece que con el nuevo Papa comienzan a soplar nuevos aires entiendo que va siendo hora de que pongamos todo el acento en lo que es esencial y que, en el día de hoy, viene como tan subrayado: Servicio y entrega hasta la muerte.
Un servicio capaz de ver, de acercarse, de servir, de lavar... a los más débiles y necesitados de nuestra comunidad, de nuestro mundo.
Una entrega total haciéndose carne y sangre que se come y se bebe... como Jesús el Maestro.
Por eso se hablaba y se vivía lo que llaman "comensalía" = la mesa compartida. Y era vital para la primera comunidad. Al reunirse y compartir... el Maestro está en medio de ellos.
Todo un símbolo, todo un misterio, todo un secreto... Al compartir "celebraban" su muerte, celebraban su vida, celebraban el nuevo modo de vivir, el reino de Dios... como Jesús había hecho toda su vida.

Todo lo demás me suena a artificio, a invención, a alejamiento del sentido profundo del evangelio, de la manera de hacer del Maestro.
Viendo nuestros ritos, ceremonias y rezos de hoy me siento tan lejos... Veo muchos detalles de pura idolatría, personas que se creen grandes y sagradas, ceremonias de autosatisfacción y tan lejanas del servicio y entrega... 
Veo grupos de personas que rezan (o recitan oraciones), que se emocionan con las imágenes, las luces y las flores, que pasean en procesión sus sentimientos y sus ídolos...; pero que están muy lejos de saber y querer "lavar los pies" a los pobres de este mundo, a los inmigrantes, a los desahuciados, a los olvidados y desprotegidos. Ya no es una comunidad de hermanos que va entendiendo el significado de entregarse, de hacerse comida, de derramarse para que surja ese mundo nuevo que tanta falta nos hace.
La esencia del mensaje. Al dar tanta importancia a lo externo, a lo aparente, hemos perdido la fuerza del evangelio y somos como una "sal sosa, sin sabor"... y no afecta nada o casi nada a nuestra vida de hombres y mujeres.
Quiero apostar por esa esencia. Lo demás se nos dará por añadidura.

martes, 26 de marzo de 2013

Pistas para un tipo nuevo de iglesia


‘EN TI EL HUÉRFANO ENCUENTRA COMPASIÓN’
En el XXXIII Aniversario del martirio de Monseñor Romero
Homilía del padre Jon Sobrino el 22 de marzo en la Capilla de la UCA
JON SOBRINO, S.J., director del Centro Monseñor Romero de la UCA, jsobrino@cmr.uca.edu.sv
SAN SALVADOR (EL SALVADOR).

[...] (comienza en eclesalia.net).
No hay opción por los pobres sin decisión a defenderlos. Y por lo tanto, sin una decisión a introducirse en el conflicto histórico. Esto no suele ser muy tenido en cuenta. Ni siquiera teóricamente. Tampoco en Aparecida. Pero, digámoslo una vez más: no hay opción por los pobres sin arriesgar.
IV
Este año el aniversario de Monseñor Romero coincide con la elección de un nuevo papa, Francisco. Para terminar quiero decir brevemente dos cosas:
La primera es mi deseo de que en él los pobres encuentren siempre compasión. Que el papa nos ayude a nosotros a ser compasivos con los pobres. Y que nosotros ayudemos al papa a ser compasivo con ellos.
La segunda es presentarle algunos deseos. Menciono cuatro que me parecen importantes, y que espero sean de su agrado:
1. Que proclame que la Iglesia es Iglesia de los pobres, y que escuche con alegría el aplauso de Juan XXIII, quien descansa en paz en una tumba cercana a su aposento papal.
2. Que de una vez por todas enaltezca a la mujer y resuelva valientemente el problema de la mujer en la iglesia. Y que con las mujeres dentro la Iglesia sea mejor partera de humanidad.
3. Que no abandone la modesta cruz que lleva al pecho. Y que comience a dar pasos para dejar de ser jefe de Estado. Y así, que haga de la iglesia un pueblo que camina, con tanteos, hacia Dios.
4. Que canonice sin necesidad de repetir fórmulas y sin quedar aprisionado en normas, a todos los mártires y a todas las mártires de la justicia en el seguimiento de Jesús. Y si busca un nombre para que todos ellos y ellas tengan nombre, desde aquí le ofrecemos muy humildemente el nombre de Monseñor Romero y el nombre de los mártires de El Mozote. Y que él añada muchos otros nombres de hombres y mujeres -y de pueblos crucificados- que han dado su vida por amor como Jesús crucificado y como el siervo sufriente de Yahvé. Con todos ellos y con todas ellas Dios ha pasado por este mundo.
Que Monseñor Romero le ayude al papa Francisco. Y que nos ayude a todos nosotros a parecernos a Jesús de Nazaret. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 
 
Para contactar, suscribirse/darse de baja: eclesalia@eclesalia.net

domingo, 24 de marzo de 2013

La voluntad del Padre


24 de marzo 2013 - Domingo de Ramos
«Padre, si quieres, aparta de mi ese cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»

Un domingo especial. Siempre me lo ha parecido. Comienzo de la Semana Santa, la procesión de los ramos, el aspecto de las iglesias y las procesiones... Tenía, al menos antiguamente, ese impacto social que hacía que las predicaciones de la iglesia nos entraran como algo que nos afectaba de alguna manera.

Hoy, releo y escucho el texto del evangelio desde otra perspectiva. Quiero situarme en el lugar de aquellos hombres y mujeres que vivieron el drama del final de Jesús de Nazaret..., de aquel "que pasó haciendo el bien y curando a todos" y terminó colgado de un madero como un malhechor, como un esclavo, como el despreciado y escarnecido, como el pecador y blasfemo, como el rebelde y proscrito...
Más tarde, animados por el nuevo aliento de saberse en el camino mismo de Jesús y convencidos de que Dios mismo impulsaba esa nueva manera de vivir, comenzaron a narrar el drama final buscando y rebuscando todos los elementos posibles que ofrecieran algo de luz a tanta oscuridad.
El relato se alarga. Aparecen detalles que en realidad ya son una práctica de los seguidores de Jesús. Se añaden frases y diálogos que pueden animar a los oyentes. Señalan a responsables, políticos y jueces que acusan, juzgan, condenan y dictan sentencia.
Pero el drama estaba ahí. Un final trágico para los seguidores. Una terminación terrible para la vida de Jesús de Nazaret entregado en cuerpo y alma al "reino de Dios".
Y lo vió venir. Escenas e imágenes que había escuchado en los libros antiguos de la Biblia: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas", "el siervo de Dios - escarnecido, maltratado... que se le pueden contar los huesos", la imagen de Job como abandonado y castigado por Dios...
Es en ese momento que aparecen en la boca de Jesús las palabras: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya"... Las mismas que nos enseñó a rezar: "Hágase tu voluntad..."
Nos suenan bien cuando nuestra vida rueda sin problemas. Lo difícil está en el momento en que parece que todo se viene abajo, que se nos acaba la vida, que se nos margina social y políticamente por nuestra manera de actuar, que nos desprecian y arrinconan... 
Es el momento de los "por qué me has abandonado", "que no me toque a mí", "que pase de mí este cáliz"... 
Aquellos hombres y mujeres que le siguieron dan testimonio de que Jesús pasó por todo eso. Fue un drama tremendo, interno y externo. Toda una vida buscando y tratando de vivir el "reino de Dios" y al final parece que Dios le ha abandonado..., que tal vez se ha equivocado, que es imposible, que no valía la pena.
"Que no se haga mi voluntad, sino la tuya"... La vida se le va. Colgado en la cruz está viendo el final. Sus seguidores han huido. El cambio, la nueva vida, el reino de Dios... ha terminado en un fracaso.
"En tus manos pongo mi vida"... En medio de ese final tan doloroso, ésa es la palabra. Y con ese sentimiento me voy a quedar para vivir estos días.
(Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (22,14–23,56)

domingo, 17 de marzo de 2013

Tampoco yo te condeno


17 de marzo 2013 - 5º domingo de Cuaresma
" El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra..."
Mientras escuchaba el texto de este evangelio en la celebración de la eucaristía, estaba pensando que, en general, nos hemos detenido a reflexionar la actitud de Jesús... Que perdona a la mujer adúltera, que es bueno, que no la condena, que no es como los otros, que teniendo el poder de condenar (como hijo de Dios) no lo hace...
Y todo eso está bien; pero, tal vez, lo importante para nosotros no es que él  perdona a la mujer... y tiene compasión.
No, pienso que su actitud es lo que nos debe marcar... Su estilo de vivir.
Eso, lo primero. Porque lo que hace Jesús no es una demostración. Simplemente nos señala el camino.

Y mi segunda reflexión: "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra"... Nosotros, yo mismo, también somos pecadores. No somos los escogidos, los puros y perfectos, los sin mancha... Aunque digamos que Cristo murió por nosotros y nos salvó del pecado. Aunque estemos bautizados y pertenezcamos a la iglesia... Somos pecadores.
Y sólo desde esa perspectiva, mi actuación será diferente. Jesús dice: "Tampoco yo te condeno"...
Como comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret tenemos que ser capaces de asumir ese estilo nuevo. Porque estamos convencidos que no somos mejores que nadie, que somos débiles como todos los demás, que no tenemos garantía de ser elegidos y preferidos de Dios... Simplemente somos parte de la humanidad, parte de los hombres y mujeres que llenan nuestro mundo y lo que importa es intentar hacer realidad una nueva humanidad que camina hacia la vida definitiva, hacia Dios nuestro padre...
(Lectura del santo evangelio según san Juan (8,1-11)

domingo, 10 de marzo de 2013

Celebremos un banquete

10 de marzo 2013 - 4º domingo Cuaresma
 “Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”

Todos conocemos la parábola del "hijo pródigo". Nos la han explicado, nos la han propuesto como ejemplo de conversión y arrepentimiento. Incluso la hemos aplicado a tantos casos de hijos o hijas que se fueron de casa y se perdieron...
Sin embargo, como bien apuntan los que mejor conocen el evangelio, la parábola que nos propone Jesús es para explicarnos cómo es Dios.
Hoy, al volver a escuchar las palabras de Jesús me pregunto: Quién y cómo es Dios para mí?
Comenta José Ant.Pagola: "Para no pocos, Dios es cualquier cosa menos alguien capaz de poner alegría en su vida. Pensar en él les trae malos recuerdos: en su interior se despierta la idea de un ser amenazador y exigente, que hace la vida más fastidiosa, incómoda y peligrosa..."
Aceptar y asumir como algo vivencial que Dios es nuestro padre. Aceptar y asumir que lo que más desea para mí y para todos es que tengamos vida, que gocemos la vida, que la compartamos en solidaridad y fraternidad, que sintamos en nuestra propia carne lo que les pasa a tantos hombres y mujeres (mis hermanos)...
Intento revivir en mí todas esas palabras y hacerlas carne de mi carne. Por eso me gusta repetir las palabras de Jesús: "Papá, que mi vida, mis palabras, mis acciones, mis actitudes y mis intenciones santifiquen tu nombre". Y me detengo en la palabra "papá". Alguien que siempre espera mi regreso y vuelta a la casa; alguien que se alegra tanto de que siga vivo; alguien que le gusta la fiesta y el baile. Alguien que celebra un banquete cada vez que recupera un hijo.
Por esa misma razón me parece inadecuada la manera de expresar nuestra fe recitando eso que llamamos el "credo". Eso de "todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de lo visible y de lo invisible..." No es eso lo que nos explica nuestro Maestro. Nuestro padre, el que corre al encuentro del hijo que regresa; el que se ocupa de los pájaros del cielo y de los lirios del campo, el que corre tras la oveja perdida; el que mira con ternura a los más débiles y pequeños; el que sabe todo lo que necesitamos y no hay que marearle recitando palabras y palabras... "Papá..."
Y qué alegría escucharle decir: "Celebremos un banquete..."
Así tiene que ser nuestra comunidad de seguidores de Jesús en la que intentamos copiar la manera de ser y de actuar de nuestro padre. Una comunidad en la que la compasión y la ternura es lo primero.
Seguiré pensando y repitiendo las palabras de nuestro Maestro.

(Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 1-3.11-32))

jueves, 7 de marzo de 2013

El silencio de la Iglesia


No se puede servir a Dios y al dinero

Rufi Cerdán[El territori i el Rufí] “El Gobierno está cambiando el país con medidas que lanzan a miles de personas a la exclusión, y en la Iglesia no se ve ninguna revolución. Desde Jesús no podemos quedarnos ni mudos ni conformes. Desde la Iglesia debemos denunciar esta falta de compasión. Los que sufren no esperan doctrinas sociales ni justificaciones económicas, tan falsas como inmorales. Piden que se les defienda. La jerarquía ha de hablar en nombre de los que sufren, pero para eso ha de tenerlos en el corazón. Es ahora cuando se nota donde están nuestros corazones. El Gobierno es despótico, antisocial y anticristiano, y la jerarquía de la Iglesia no dice nada o habla sin audacia evangélica. La voz de los sin voz no se está oyendo. Adoramos al Crucificado, pero nos olvidamos de los crucificados de hoy. Jesús se atrevió a insultar a los ricos de su tiempo. Les llamó necios y ridículos, y denunció su iniquidad e injusticia”.
Estas palabras de José Antonio Pagola fueron largamente ovacionadas hace pocos meses por los participantes en un congreso de teología celebrado en Madrid en la sede de CCOO.
Pagola que fue vicario general de la diócesis de San Sebastián durante 22 años, pero ha sido noticia recientemente porque su penúltimo libro, “Jesús. Una aproximación histórica” está siendo investigado por la Inquisición romana a petición de la Conferencia Episcopal Española. El título de este artículo está copiado del de su conferencia, que reproduce las palabras del evangelio de Lucas (16, 13).
Somos muchos los creyentes indignados con una Conferencia Episcopal que ha levantado la voz por otras causas, en plena coincidencia con el Partido Popular y que, sin embargo, ahora guarda un silencio ensordecedor ante tantas injusticias y ante la vergüenza de los casos de corrupción de los políticos que trabajan en el mantenimiento de sus privilegios y también de los privilegios de la misma Iglesia.
Sólo les pedimos que apliquen la doctrina social de la Iglesia y levanten la voz para conseguir “una regulación del sector [financiero] capaz de salvaguardar las personas más débiles e impedir escandalosas especulaciones”[1]. Los que tanto han gritado para defender la vida ahora callan ante los crímenes que cada día provocan la banca y el gran drama de los desahucios.
Los que callan ante estas injusticias, que claman al cielo, han de ser considerados cómplices del dios dinero y de sus oráculos. Son sus amigos los que han puesto el dinero en los modernos altares elevándolo a la categoría de idolatría social y de norma moral de rango superior a los derechos humanos.
No se cuestiona que sea ilícito e inmoral utilizar la política como medio para enriquecerse. Lo estamos comprobando en el debate que nuestro gobierno ha abierto para taparse las vergüenzas de la corrupción. Nos quieren hacer creer que hacer justicia es no prejuzgar antes de tiempo a los corruptos. Según ellos, la condena moral solo es aplicable a los que son tan necios de dejarse coger y acaban condenados por los tribunales.
Estamos oyendo constantemente políticos sinvergüenzas que ejecutan la opresión de los pobres desde leyes injustas elaboradas por sistemas formalmente democráticos, parapetados detrás de constituciones caducas.
La ley no está por encima de las personas y este es uno de los mensajes más contundentes del cristianismo, presente en los evangelios, y que provocó la muerte del líder.
Pagola grita dentro de la Iglesia, escandalizando a sus jerarcas, con la fuerza y la convicción de la verdad que viven los que están al lado de los que sufren y que son, como se los llama en toda la Biblia, los preferidos de Dios.
Aplaudo a José Antonio Pagola como lo hago cuando oigo a Ada Colau en su intervención en el Congreso de los Diputados, con una gran lección de democracia, representando la fuerza de la resistencia popular de las PAH, que de momento, ya han ganado el primer pulso parlamentario del pueblo a los criminales, consiguiendo que se tramite la Iniciativa Legislativa Popular para la dación en pago retroactiva y el alquiler social.

[1]  Encíclica “Càritas in veritate” pág. 74

domingo, 3 de marzo de 2013

Si no os convertís...


3 de marzo 2013 - 3º domingo de Cuaresma
"Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera..."

Dos pequeñas reflexiones que me vengo haciendo después de escuchar y leer el texto del evangelio de este domingo.
La primera es la lectura que hace Jesús de los acontecimientos que van ocurriendo: "Galileos ejecutados..." (tema político-religioso); "Dieciocho personas que mueren aplastadas por la torre de Siloé..." La mentalidad, que se ha mantenido hasta hoy, de que si ocurre algo malo... es un castigo de Dios o algo así.
La segunda es la "conversión", el darse la vuelta, el vivir de otra manera. Es el único modo de acceder al estilo de Dios, de entrar en su vida, de llegar al reino de Dios... Y eso quiere decir una humanidad nueva, una relación de personas en las que es más importante la compasión y la ternura, la solidaridad y la justicia, el ser hermanos.

Y todo eso para vivir.
Quiero entender que Jesús no está hablando de la vida futura, de la vida eterna, del más allá. Algo que, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a poner como fin y destino... Conversión y arrepentimiento para el más allá, para la vida de después de la muerte. Y terminamos olvidando la vida de ahora, nuestra vida, la que tenemos, la que nos rodea, la de tantos hombres y mujeres de hoy.
Pienso que ésa tiene que ser nuestra mayor preocupación, nuestro objetivo, nuestra conversión.
Y tener claro la manera de leer los acontecimientos... "Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera..." Lo que está ocurriendo a tanta gente (el hambre, la miseria, la violencia, la injusticia, el desprecio y abandono...), todo eso nos llegará a todos si no cambiamos, si no nos convertimos. Y, desde luego, nunca alcanzaremos el reino de Dios si no sabemos darnos la vuelta y vivir a la manera de Dios, como nos enseña Jesús de Nazaret.
Y, como indica la parábola de la higuera, a todos nos da tiempo y oportunidad. 
(Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9)

Se acerca vuestra liberación

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