viernes, 29 de marzo de 2013

LA VIOLENCIA DEL CRUCIFIJO



Notas para un Viernes Santo

“La Humanización de Dios”
Por José M. Castillo
(Cap 12 – pag 287 ss)

“Los cristianos piadosos ven en los crucifijos  la representación más conmovedora de la misericordia de Dios, del amor de Dios, de la bondad y de la generosidad de Dios hacia los hombres pecadores, perdidos y extraviados…

…Resulta sorprendente que las personas normales pongan sus ojos en un hombre colgado de una cruz y que eso les cause devoción y no les provoque terror… Es una imagen de extrema violencia.
(La cruz era el suplicio horrendo… la marginación social total…)
…Un crucifijo es la expresión más brutal de violencia que se ha podido imaginar contra Dios.
Y es que, según la teología de Pablo, se presenta la muerte de Jesús como el “sacrificio expiatorio” que Dios necesitó para poder perdonar nuestros pecados… Se está afirmando que Dios necesita sangre para perdonar…
…Si se toma en serio todo eso que se dice, nos vemos abocados a tener que defender que el Dios en el que creemos es un “Dios vampiro”, un Dios que necesita sangre y muerte para amar…
Hay que perfilar mucho para no caer en la afirmación de que Dios colgó a su propio hijo en una cruz en la que le clavó… Algo tremendamente violento y sádico…


También es una violencia contra nosotros los creyentes… A fin de cuentas, siempre se nos ha dicho que los responsables de esa imagen patética somos nosotros. Cristo murió por nuestros pecados…

El problema más grave es que asocia a Dios con la violencia.
…Si Dios es así, actúa así, y nos ha salvado así, entonces nos encontramos con esta conclusión: si de verdad queremos salvarnos, tiene que ser a base de sufrir, perder la propia dignidad y morir… Y por eso la Iglesia se ve obligada a presentar un proyecto a la humanidad que consiste en pasarlo lo peor posible, puesto que el discurso de salvación que se le puede (y se le debe) ofrecer a la gente es que el camino de la salvación es la probación, el aguante, la paciencia, la renuncia a todo gusto y a todo placer…

La dificultad para entender al crucificado

¿Por qué Jesús acabó así? ¿por qué el final de su vida fue tan cruel y violento?
Dos posibles respuestas:
1)     Porque Jesús mismo dio algún motivo para ello
2)     Porque Dios mismo lo decretó así (para redimirnos de nuestros pecados)
Decisión Humana? – Decisión Divina?
En el primer caso sería grandeza de la humanidad de Jesús. Y en el segundo una exigencia que imponen a los humanos la Divinidad…

Según la Teología que la Iglesia ha venido manejando (la de Pablo) Jesús murió crucificado por nosotros y para nosotros porque así lo decidió Dios. O sea, un decreto divino.
Si se trató de un proceso humano, el final es debido  a que Jesús buscaba una humanidad más justa y solidaria… “hacer el bien y sanar a los oprimidos”. Se trataría de “liberarnos del sufrimiento”.
En cambio, si fue una decisión divina, se da a entender que lo que le importa a Dios es el pecado que le ofende a él , mientras que si la decisión fue humana, lo que le importa a Jesús es el sufrimiento que nos oprime a nosotros los mortales…

La laicidad del crucificado

Hoy en día, estamos ya muy acostumbrados a ver el crucificado dentro de la emoción de lo sagrado, lo santo, lo divino…
Sin embargo, la pura verdad, la más desconcertante verdad es que todos esos sentimientos, siendo tan nobles, tan grandes y tan sublimes, y por más excelsos que se puedan presentar y representar, en realidad lo que hacen es ocultar y desfigura al Crucificado.
Un crucificado no tenía nada que ver ni con la religión, ni con lo sagrado, ni con la piedad, ni con la devoción. Y menos aún con la estética, con la belleza, con el poder o con cualquier tipo de sentimiento noble y humano, fuera el que fuera.
Precisamente los sumos sacerdotes fueron los que tuvieron el mayor empeño en que Jesús terminara su vida asesinado precisamente en cruz… Porque lo específico de la cruz no era el tormento físico, sino la exclusión social y, sobre todo, la maldición religiosa que llevaba consigo cualquier crucificado.
Un crucificado era un maldito.
Un crucificado no podía representar entonces para nadie ni una imagen de lo religioso, ni una expresión de lo divino, ni una manifestación de piedad, ni siquiera una creación artística o estética que alguien pudiera contemplar con respeto o mirarla con algo de piedad.
Un crucificado evocaba la humillación suprema de un fracasado.

El mensaje subversivo del crucificado era tan nuevo como desconcertante.
El sufrimiento, el fracaso y la muerte son fuente de vida. No porque el sufrimiento, el fracaso y la muerte nos hagan más religiosos, más divinos, sino todo lo contrario.
Cuando nuestras representaciones de lo religioso, lo sagrado y lo divino se viven en la dura experiencia de la renuncia a todo privilegio, a toda dignidad, a todo honor, a todo poder, incluso al honor sagrado y al poder divino, entonces la religión deja de ser engaño y empieza a ser fuente de vida y felicidad.
En la cruz “no murió Dios” como tantas veces se ha dicho, sino que “murió la religión” que encierra a Dios en el Templo y lo pone en manos de los sacerdotes que se presentan con la pretensión de ser ellos, y sólo ellos, la voz de Dios y los administradores sagrados de su poder…
Con la llegada al poder de Constantino (y de la Iglesia), la cruz dejó de teneer su significado original. El signo de fracaso y de muerte se había convertido en signo de victoria y poder.
El Jesús fracasado de la cruz se vio constituido en un luchador victorioso en todas las batallas. La bondad se había convertido en violencia.
La cruz profana en la que murió el ajusticiado Jesús de Nazaret, instrumento de vergüenza y fracaso, se había erigido en cruz sagrada en la que triunfa y resplandece la victoria y el ornato de lo que realmente representa el poder y la riqueza de un templo…

¿Cómo entender de esa manera lo que significa “la locura de Dios” y “la debilidad de Dios”?

(Seguiré con las notas sobre los motivos de su muerte, su interpretación y su aplicación a nosotros como seguidores del Maestro).

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