sábado, 25 de febrero de 2012

Está cerca el reino de Dios


26 de febrero 2012 - 1º domingo de Cuaresma
"Convertíos y creed en el evangelio"
Es como el resumen de lo que Jesús de Nazaret quiso comunicar.
Es la buena noticia.
Ahora, al menos para nosotros que llevamos tantos años en la iglesia, todo esto nos suena a "sabido", a palabras huecas sin mucho sentido, a enseñanza y predicación de gentes del oficio (sacerdotes, monjas, catequistas...).
Sabemos de memoria lo de las tentaciones en el desierto con sus escenas casi cinematográficas, las propuestas del diablo y las respuestas de Jesús... Nos hicieron ver a un superhombre agudo e inteligente que vence cualquier tentación, que supera toda dificultad.
La "buena noticia", por otra parte, se ha ido difuminando y se ha convertido finalmente en un texto, en un libro, en algo que se lee o no se lee, se escucha o no se le hace caso...
Sin embargo, lo que Marcos y los otros hombres que escribieron sobre Jesús de Nazaret quería expresar precisamente el impacto que les había causado. Era la gran noticia, la buena, buenísima noticia: "El reino de Dios está cerca".
Las gentes del pueblo judío estaba empapados de esa espera y esperanza: Dios venía, su reino se haría realidad. Tenían esperanza.
Hoy, casi a nivel mundial, hemos cambiado de antena y emisora. Y las buenas noticias van mezcladas de "mercados, bancos, empresas, riquezas y posesiones, dominio y control..." Y malas noticias hay tantas que nos da miedo abrir los ojos: Pueblos hambrientos, millones de personas que mueren de enfermedad, de pura necesidad... Y hombres y mujeres que emigran buscando un medio de vida y se ven rechazados a la vista de ese mundo rico y que siempre quiere más, nunca se contenta con nada.
Cuando Jesús les grita: "El reino de Dios está cerca" está hablando de eso. Su mundo no era mejor que el nuestro. La miseria, la esclavitud, la violencia, la degradación, el abandono y el desprecio... estaban allí presentes. La pobreza de aquellas gentes Jesús la estaba tocando. Pero les dijo bien fuerte: El reino de Dios está cerca!
Y si desmenuzamos y tratamos de averiguar lo que Jesús quería decir, nos quedaremos con la boca abierta. O bien le diremos: Tú estás loco. Eso es pura utopía. Es imposible...
Porque Jesús de Nazaret nos habla de un mundo solidario y fraterno, un mundo de justicia, un mundo libre de violencia, un mundo que se rige por el amor y la ternura, la compasión y la atención al hermano...
-¿Qué tenemos que hacer? Sería la pregunta lógica.
-Convertíos! y creed esta buena noticia.
Ahí está mi primer paso. Convertirme, cambiar, empezar a poner compasión y misericordia en mi mirada y en mi vida.
No voy a esperar que los bancos o los mercados cambien. Tampoco voy a esperar las consignas de nuestros políticos ni las opiniones de tantos expertos y asesores... Todos ellos buscan y sirven a otro señor. Y el reino que tratan de construir no es precisamente "el reino de Dios".
Es mi vida. Yo mismo. Y mi cambio y conversión van unidos a mi manera de ver y convivir.
Cuando decimos que "otro mundo es posible", estamos diciendo que "el reino de Dios" se puede ir haciendo realidad en nuestras vidas. Lo más probable es que ahora mismo seamos como el grano de sal o el gramo de levadura...; pero aunque son tan pequeños, a su lado todo cambia. Nuestra casa, nuestros vecinos, nuestro barrio... nuestro mundo va adquiriendo otro sabor.
Y a mí eso me llena de ánimo y esperanza. Es como empezar a sentir que el reino de Dios está cerca de verdad.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,12-15):
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Pasa Dios o pasa la religión?


Escribe Jon Sobrino... y habla de América Latina recordando a Medellín. 
Hubo un tiempo (Juan XXIII, Concilio Vaticano II...) que, también en España y Europa en general, sentimos los nuevos aires que se respiraban en la iglesia.
Hoy, con las políticas neoliberales, con el afán de los grandes medios y de mostrar multitudes, de los grandes shows y triunfos... también me pregunto yo: "Con quién pasa Dios ahora?..." Tal vez estamos enfocando mal y miramos en la mala dirección. Porque Dios no anda por los pasillos de los grandes palacios y curias, sino que es más probable que ande en las pateras, en los refugios, en las CIES...
Como siempre, es un gusto leer las reflexiones de Jon Sobrino...

CON MEDELLÍN DIOS PASÓ POR AMÉRICA LATINA. ¿CON QUIÉN PASA AHORA?
Reflexión para la Cuaresma 2012
SAN SALVADOR (EL SALVADOR).

ECLESALIA, 23/02/12.- Los diez años de Medellín (1968) a Puebla (1979) fueron únicos en la época moderna de la Iglesiacatólica en América Latina. Después comenzó un declive al que Aparecida (2007) quiso poner freno, aunque hasta ahora queda mucho por hacer.
Al hacer este juicio, no nos fijarnos en la iglesia tal como la analizan los sociólogos, sino que nos fijamos en “el paso de Dios”. Sin duda es más difícil de calibrar, pero toca la dimensión más honda de la Iglesia, y al servicio de qué debe estar. En definitiva qué aporta a los seres humanos y al mundo como un todo. Y obviamente hay que preguntarse “qué Dios” es el que pasa por la historia en un momento dado.
Medellín
Fue un salto cualitativo. Irrumpieron los pobres, y en ellos irrumpió Dios. Fue un hecho fundante que penetró en la fe de muchos y configuró a la Iglesia.
Sorprendentemente, para la asamblea de obispos la prioridad no la tuvo la Iglesia en sí misma, sino el mundo de pobres y víctimas, es decir la creación de Dios. Sus primeras palabras proclaman la realidad del continente: “una pobreza masiva producto de la injusticia”. Los obispos actuaron, ante todo, como seres humanos, y dejaron hablar a la realidad queclamaba al cielo. Son los clamores que Dios escuchó en el éxodo, le hicieron salir de sí mismo y entró decididamente en la historia. De igual modo, con Medellín Dios entró en la historia latinoamericana.
Desde esa irrupción de los pobres, y de Dios en ellos, Medellín pensó qué es ser Iglesia, cuál es su identidad y misión fundamental, y cuál debe ser su modo de estar en un mundo de pobres. La respuesta fue “una iglesia de los pobres”, semejante a la ilusión que tuvo Juan XXIII y el cardenal Lercaro. En el concilio no prosperó, en Medellín sí. La Iglesia sintió compasión por los oprimidos y decidió trabajar por su liberación. Por muchos, con mayor o menor conciencia explícita, fue acogida como bendición. Por otros, fue percibida, con razón, como grave peligro.
Muy pronto reaccionó el poder. En 1968 Nelson Rockefeller escribió un informe sobre lo que estaba ocurriendo, y esa Iglesia, nueva y peligrosa, tenía que ser debilitada y frenada, y lo mismo ocurrió al comienzo de la administración Reagan. Oligarquías con el capital, ejércitos, escuadrones de la muerte, desencadenaron una persecución contra la Iglesia, desconocida en la historia de América Latina. La persecución, y el mantenerse firme en ella, dejó en claro lo novedoso y evangélico que estaba ocurriendo: la Iglesia de Medellín estaba con el pueblo pobre y perseguido, y corrió su misma suerte. Miles fueron asesinados, entre ellos media docena de obispos, decenas de sacerotes, religiosos y religiosas, y multitud de laicos, mujeres y varones. Con limitaciones, errores y pecados, era una Iglesia mucho más casta que meretriz, mucho más evangélica que mundana.
Al interior de la Iglesia católica, Pablo VI propició y animó esta nueva Iglesia, pero altos personeros de la curia romana, y de otras curias locales, la descualificaron, trataron mal e injustamente a sus representantes señeros, también a obispos, y diseñaron una iglesia alternativa, diferente y aun contraria, más devocional, intimista, de movimientos, sumisos a y defensores de la jerarquía. Y lo que había que evitar era que la Iglesia volviese a entrar en conflicto con los poderosos. La iglesia popular, nacida alrededor de Medellín, creyente y lúcida, de comunidades de base, que vivía la pobreza del continente, sufrió la doble persecución del mundo opresor, y, con alguna frecuencia, de la propia iglesia.
Una Iglesia así fue testigo y seguidora de Jesús de Nazaret. Encarnada, defensora y compañera de los pobres, cargaba con la cruz y con frecuencia moría en ella. Anunció una Buena Noticia como Jesús en la sinagoga de Nazaret. Tuvo sus “doce apóstoles”, los Padres de la iglesia latinoamericana con don Hélder Camara uno de los pioneros, con Enrique Angelelli, don Sergio Mendez Arceo, Leonidas Proaño, con monseñor Romero, pastor y mártir del continente, y otros. Llegó a ser ekklesia, en la que mujeres y varones, religiosas y laicos, latinoamericanos y venidos de fuera, llegaron a formarcuerpo eclesial, una gran comunidad de vida y misión. Entre los de casa y los de lejos se generó una solidaridad nunca vista: se llevaban mutuamente. Creció la esperanza y el gozo. Y del amor de los mártires nació una brisa de resurrección, ajena a toda alienación, que volvía a remitir a la historia para vivir en ella como resucitados.
En esa Iglesia soplaba el Espíritu, el espíritu de Jesús y el espíritu de los pobres. Ese espíritu inspiraba oración, liturgia, música, arte. Y también inspiraba homilías proféticas, cartas pastorales lúcidas, textos teológicos de casa, no textos simplemente importados que no habían pasado por el crisol de Medellín.
En el centro de todo estaba el evangelio de Jesús. Lucas 4, 16: “He venido a anunciar la buena noticia a los pobres, a liberar a los cautivos”. Mateo 25, 36-41: “Tuve hambre y me dieron de comer”. Juan 15, 13: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por los hermanos”. Y Jesús de Nazaret, el crucificado resucitado, Hechos 2, 23: “A quien ustedes dieron muerte Dios le devolvió a la vida”.
¿Y ahora?
Encuestas, estudios sociológicos y antropológicos, económicos y políticos, ofrecen datos y suministran explicaciones sobre la Iglesia católica y otras iglesias cristianas. Nos dicen si subimos o bajamos en número y en influjo en la sociedad. Desde esa perspectiva nada tengo que añadir. Y estrictamente hablando, tampoco es mi mayor preocupación cuál será el futuro de lo que llamamos “Iglesia”, aunque en ella he vivido y vivo, y me he acostumbrado a pertenecer a la familia.
Lo que me interesa, y me alegra, es que “Dios pase por este mundo”. Y la razón es sencilla. El mundo está “gravemente enfermo”, decía Ellacuría, “enfermo de muerte”, dice Jean Ziegler. Es decir, necesita salvación y sanación. Por ello, como creyente y como ser humano, deseo que “Dios pase por este mundo”, pues ese paso siempre trae salvación a las personas y al mundo en su conjunto. Tuvimos la dicha de sentir ese paso de Dios con Medellín, con Monseñor Romero, con muchas comunidades populares. Con muchas personas buenas, sencillas en su mayoría. Con una pléyade de mártires. Y también, aunque eso solo se puede sentir “en un difícil acto de fe”, como decía Ellacuría al explicar la salvación que trae el siervo sufriente de Isaías, con el pueblo crucificado.
¿Cómo estamos hoy? Sería cometer un grave error caer en simplismos en cosas tan serias. Sería injusto no ver lo bueno que, de muchas formas, existe en las iglesias. Y sería arrogante no intentar descubrirlo, aunque a veces se esconda tras una corteza que no remite con claridad a Jesús de Nazaret. En cualquier caso, el paso de “Dios” siempre será misterio inescrutable, y sólo de puntillas y con máximo respeto a todos los seres humanos podemos hablar sobre ello. Pero con todas estas cautelas algo se puede decir. Mencionaremos las realidades de los fieles y sus comunidades, pero tenemos en mente sobre todo a las instancias, altas en jerarquía, históricamente muy responsables de lo que ocurre, y a las que no se puede pedir cuenta con eficacia. Con sencillez doy mi visión personal.
De diversas formas abunda el pentecostalismo, como forma de iglesia distante de los problemas reales de vida y muerte de las mayorías, aunque trae ánimo y consuelo a los pobres, lo que no es desdeñar cuando no tienen dónde agarrarse para que su vida tenga sentido -distinta es la situación en clases más acomodadas. Prolifera un gran número de movimientos, docenas de ellos, proliferan los medios de comunicación de las iglesias, emisoras de radio y televisión, sumisos en exceso a ideales y normas que provienen de curias, sin dar sensación de libertad para tomar ellos mismos en sus manos un evangelio que anuncia la buena nueva para los pobres, en forma de justicia, y sin sospechar la necesidad de un estudio, reflexivo, mínimamente científico, de la Palabra de Dios, y en general de la teología que propició el Vaticano II y Medellín. Proliferan devociones de todo tipo, las de antes y las de ahora. Jesús de Nazaret, el que pasó haciendo el bien y murió crucificado, es dejado de lado con facilidad en favor del niño Jesús, sea de Atocha, de Praga, el Dios niño, dicho con gran respeto. Con facilidad se diluye el Jesús recio de Galilea, del Jordán, el profeta de denuncias alrededor del templo de Jerusalén, en favor de devociones, basadas en apariciones con un trasfondo sentimental y melifluo en exceso. Por decirlo con sencillez, la divina providencia puede atraer más que el Padre de Jesús, el Hijo que es Jesús de Nazaret, el Espíritu Santo, que es Señor y dador de vida, y Padre de los pobres como se canta en el himno de Pentecostés.
En su conjunto cuesta hoy encontrar en la Iglesia la libertad de los hijos e hijas de Dios, la libertad ante el poder, que no por ser sagrado deja de ser poder. Se nota excesiva obsecuencia y sumisión hacia todo lo que sea jerarquía, lo que llega a convertirse en miedo paralizante. Desde las instancias de poder eclesial apunta el triunfalismo, y lo que he llamado la pastoral de la apoteosis, multitudinaria, mediática. En muchos seminarios el discurrir y pensar es sustituido por el memorizar. En las reuniones del clero, por lo que sabemos, las preguntas, la discusión y el debate son sustituidas por el silencio. Las cartas pastorales de los años setenta y ochenta -verdadero orgullo de las iglesias, que reverdecen en ocasiones, en Guatemala por ejemplo- son sustituidas por breves mensajes, modosos y comedidos, con argumentos tomados de las últimas encíclicas del papa. El centro institucional no parece estar ya en América Latina, sino en la distante Roma. Todo esto está dicho con respeto.
Cómo será el paso de Dios por América Latina y con quién pasará está por ver, y en definitiva es cosa de Dios. Pero es cosa nuestra anhelarlo, trabajar por ello, y aprender de cómo ocurrió en el pasado alrededor de Medellín.
Bueno es saber y analizar los vaivenes de la membresía y el influjo de las Iglesias en la sociedad. Por lo que dicen los datos, en ambas cosas la Iglesia católica va a menos. Pero más presentes hay que tener las raíces de cuya savia ha vivido el paso de Dios. Y regarla humildemente, con aguas vivas.
Qué le ocurrirá a nuestra iglesia, y a todas las iglesias, está por ver. Mi deseo es que, ocurra lo que ocurra en lo exterior, sea por ponerse al servicio del paso de Dios por este mundo, el Dios de Jesús, compasivo, profeta y crucificado. Y el Dios dador de esperanza.
Estas son preguntas que podemos hacerlas siempre. Pero quizás es bueno hacerlas al comienzo de cuaresma. Este tiempo nos exige reciedumbre para caminar a Jerusalén. Y nos ofrece esperanza de encontrarnos allí con Jesús crucificado y resucitado. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


 
 
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lunes, 20 de febrero de 2012

De qué lado estás?


 Ante la situación actual, ¿de qué lado estás?
Es algo como decir: ¿te importa?
Este artículo de Manolo Semper me ha parecido excelente. Voces como la suya nos ayudan a recolocarnos, a entender mejor las cosas, a saber situarnos y no confundirnos con los discursos políticos con los que nos invitan a la resignación...
Léelo!

“PODRÁN CORTAR TODAS LAS FLORES, PERO NO PODRÁN DETENER LA PRIMAVERA
MANOLO SEMPER, HOAC Alicante, manolosemper@gmail.com
ALICANTE.

ECLESALIA, 20/02/12.- Estamos en febrero del 2012. Los trabajadores, los ciudadanos de este país, llevamos un principio de año muy duro. Más de 5 millones de parados, casi el 50% de los jóvenes en desempleo, Familias completas sin recursos; recortes drásticos en pilares fundamentales del estado de bienestar como son educación, sanidad o servicios sociales; reducciones salariales y en derechos laborales de los empleados públicos, aplazamientos en la atención a la dependencia, impagos y cierres a las entidades que atienden a sectores de la población más desfavorecida; abandono de la cooperación internacional, etc. Este es el plan de ajuste que el gobierno central, autonómico y local, ha impuesto para gastar menos y recaudar más, siguiendo los patrones de Bruselas, de Alemania, del FMI, en definitiva, de los mercados.
Recortes en todo, que directa o indirectamente afecta a todos: es la sociedad la que se empobrece. Y es la forma de expulsar a las personas del mercado laboral a la pobreza y a la exclusión social.
Mientras tanto las entidades financieras están recibiendo fondos públicos en unas cantidades escandalosas que bien podrían erradicar el hambre en el mundo (que para eso no hay dinero). Lo hacen para satisfacer el hambre insaciable del poder financiero, su avaricia sin límites. Quieren “sanear la banca” sin que después revierta nada en créditos ni en ayudas a la población. Es ”quitarles el dinero a los pobres para dárselo a los ricos”. Dicen que quieren crear empleo, facilitando más los despidos. Siguen recortando derechos sociales y laborales, que tanto ha costado conseguirlos, como pretenden ahora con la reforma laboral.
En este fraude que llaman crisis, el dominio cultural del capital es casi total, como lo es en lo económico. A los trabajadores y a las clases populares, muy debilitadas, solo nos queda resistir y protestar, seguir luchando. Y también, crear espacios de solidaridad que expresen otro modo –no egoísta- de hacer la historia como lo ha hecho siempre el movimiento obrero. Y entre todos ir creando, aunque todavía muy subterráneo, porque después se vota mayoritariamente al PP, una corriente ciudadana que exige dignidad y respeto a los derechos humanos como lo representa el 15 M o las últimas movilizaciones sindicales contra los recortes.
Porque sabemos que otro mundo es posible, que no puede continuar este desorden establecido, esta mentira de sistema, Aunque ahora resulte difícil y sin ser ingenuos porque esto va a durar demasiado, apostamos otro mundo posible y necesario, más justo y más humano, como se abre camino todos los años la primavera a pesar de los fríos de febrero. Nosotros creemos en la vida y en un futuro mejor para todos y nos comprometemos junto con otros muchos a construirlo.
Pablo Neruda lo dice de una manera muy hermosa: “podrán costar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
Hoy es 12 de febrero. En nuestros campos ya están los almendros en flor anunciando la primavera, diciéndonos que la fuerza de la naturaleza, es más fuerte que la dictadura de los mercados. La belleza de la primavera se abrirá paso en medio de tanta negrura que nos trae esta injusta economía. Y que esta crisis no nos recorte la esperanza y las ganas de luchar. Que nos corten la alegría (Benedetti).
Nosotros, la HOAC, que somos un movimiento de trabajadores cristianos, creemos que la vida vence a la muerte. Que la dignidad de las personas es más fuerte que la crisis, que la primavera se abre paso aunque no sepamos cómo. No queremos perder la esperanza, mañana sale de nuevo el sol. Tenemos un Dios bueno, que es Padre y Madre que cuida de todos. Lo creemos y lo proclamamos en Jesús de Nazaret que decía “Dichosos vosotros los pobres…”, “Ay de vosotros los ricos…” (Lc 6,20) “Está claro: no podéis servir a Dios y al dinero”(Mt 6,24). (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Esperanza en tiempos difíciles. Ánimo compañeros. 

 
 
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sábado, 18 de febrero de 2012

Levántate... y vete a tu casa


19 de febrero 2012 - 7º domingo tiempo ordinario
"Hijo, tus pecados quedan perdonados..."
Confieso que después de tantos años en la iglesia escuchando las explicaciones, los sermones y aclaraciones teológicas, eclesiásticas y bíblicas, la lectura de este texto de Marcos me empuja a "admirar" el poder de Jesús de Nazaret... La curación de ese paralítico, la respuesta a los que creen que blasfema porque se atribuye algo que "sólo Dios puede hacer..."
Trato de leerlo con sencillez, con la mirada del que escucha a Jesús por primera vez, y hago el esfuerzo de situarme entre el grupo, en aquella sociedad, en aquellas condiciones culturales...
Marcos nos relataba el encuentro con el leproso... (con su exclusión social y religiosa, con su "castigo" y su alejamiento). Y Jesús sintió lástima, le tendió la mano, lo agarró... "Si quieres, puedes limpiarme". "-Quiero..."
El mundo religioso, durante mucho, muchísimo tiempo, ha visto la enfermedad, los males, las desgracias... como una castigo de Dios. Y las instituciones religiosas, podríamos decir, lo han venido explotando de manera que, al final, se proclama la resignación, la voluntad de Dios y que había que aguantar... -Ya sabes, hijo, éste es un mundo de destierro. Hemos venido a sufrir. Tenemos que aguantar. Dios ya nos lo premiará...
Y me atrevo a sugerir que en la respuesta de Jesús de Nazaret no falta la ironía: "Hijo, tus pecados quedan perdonados..."
Si todo eso que te pasa, toda tu enfermedad, tu desgracia es "castigo de Dios", yo te digo que tus pecados quedan perdonados... Que Dios no es eso lo que quiere y no hace falta apelar a la voluntad de Dios, a la resignación, al castigo... Porque lo que importa es otra cosa. La buena noticia del reino de Dios va mucho más allá. El cambio que pide tiene que ver con la compasión, con la solidaridad, con la fraternidad. Un estilo de vida como el de Dios.
Me temo que, dentro de la comunidad cristiana, nos queda mucho de esa manera antigua de pensar. Y dentro de nosotros sigue presente eso de que "sólo Dios puede perdonar..."
La realidad es que si no perdonamos al hermano, no hay perdón posible. Si no tenemos compasión, si no vivimos la solidaridad, si no vivimos como hermanos... no podemos entrar en el reino de Dios.
Pienso que tengo que liberarme del miedo al "castigo de Dios", de pensar que nos castiga con enfermedades, con desgracias, con calamidades, con el paro, con la violencia, con la opresión... porque somos malos.
Es al revés. Somos malos cuando nos falta la compasión, cuando no vemos la opresión, la injusticia, el abandono, el hambre, el abuso de los grandes (y de nosotros mismos)... Y mucha gente (millones de personas en el mundo) sufren tantas enfermedades y desgracias... No nos digamos ni le prediquemos a ellos que es "por su culpa", que es castigo de Dios.
Con nuestra solidaridad, con nuestra fraternidad podremos decirles: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa..." Será el reino de Dios que se hace presente. La liberación de tantos miedos. Dios que se hace presente...
"Para que veáis que el hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..."
Hemos venido pensando la religión como algo íntimo, entre Dios y yo. Y si algo no iba bien, se resolvía pidiendo perdón a Dios... Así, tan fácil! El dolor, la injusticia y opresión, el olvido y abandono, el menosprecio hacia los más humildes, la vida de tanta gente aplastada... Ésos son los pecados que claman y gritan. A ellos hay que pedir perdón. Rehacer la fraternidad, reinventar la solidaridad, corregir la injusticia.
Poder decir: "levántate!..." Hacerlo... y veremos cómo el poder de Dios llega hasta nosotros los hombres.
De nuevo, se me queda grabada la mirada de compasión de Jesús de Nazaret, el sentido profundo de su estilo de vida y el camino para entrar en el reino de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,1-12):
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico “tus pecados quedan perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados…»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»

sábado, 11 de febrero de 2012

Puedes limpiarme...


12 de febrero 2012 - 6º domingo tiempo ordinario
"-Si quieres, puedes limpiarme"
"-Quiero: queda limpio"
Leo y escucho el texto de Marcos.
Algo que ya he oído muchas veces. Frases que nos han predicado de muchas maneras y que, nosotros mismos, nos hemos aplicado un montón de veces...
Rezamos y pedimos a Jesús de Nazaret que nos limpie, que nos perdone, que nos salve... Algo así como una confesión privada y una consulta médica en la que el doctor (en este caso Jesús) resuelve nuestros problemas y nos limpia y nos cura...
Sin embargo, todo eso me resulta como algo conocido, algo así como una lección tantas veces repetida que casi me resulta aburrida.
¿Qué tiene de especial la narración de Marcos?
Tan acostumbrados estamos a las explicaciones "de los sabios y entendidos" que ya hemos dado por sentado que Jesús de Nazaret (hijo de Dios y todopoderoso) puede hacer eso y mucho más, que sólo se trata de un pequeño milagro, que él con sólo su palabra nos limpia y nos salva... y que sólo tenemos que pedírselo como hizo el leproso de la narración...
Pero tengo la sensación de nos quiere decir algo más, algo que va más allá de todo eso tan repetido y que pasamos por alto.
Apuntaría un par de cosas:
Primero de todo, la exclusión del leproso. Habla de alguien "marginado, excluido". De la sociedad, de la religión... de Dios. No sólo es un pobre, un don nadie, una persona sin importancia. Es que, además, está manchado y es impuro "para Dios". ¿Qué esperanza podía quedarle? ¿Qué futuro? ¿Hacia dónde mirar?... Los entendidos, los sabios, los que podían explicar las cosas de Dios, lo rechazaban. Tendría culpas grandes, pecados...
La otra cosa que me llama la atención en esta persona: Su decisión. Ha oído cosas de ese hombre, Jesús de Nazaret. Y decide acercarse a él. "Si quieres, puedes limpiarme"
No quiero hacer una lección de teología, de explicaciones sabias... Sólo deseo entender esta narración de Marcos y ver en mí mismo si soy capaz de entender y hacer mía la actitud de esta persona leprosa... Y la actitud de Jesús de Nazaret.
Y es que nuestro mundo está más que lleno de gentes "leprosas". Personas (hombres y mujeres) excluidas de la sociedad, tachadas de impuras, indecentes, no dignas, marginadas hasta de Dios mismo. Si miro a mi alrededor, si leo las noticias de las revistas y periódicos, si escucho lo que nos dicen los medios de comunicación... termino viendo a miles, mejor dicho a millones, de personas que aparecen "excluidas" de la sociedad, de la vida. Veo gentes que, por su lugar nacimiento, por su condición... aparecen como condenados a un verdadero infierno.
Y, cuidado!, que por el hecho de estar bautizado y acudir a la iglesia me llego a creer "dentro de la salvación"... Yo no estoy excluido de Dios, lo tengo de mi parte. Porque, además, estoy bautizado y Jesús me ha salvado...
La actitud de Jesús me tiene que cambiar el "chip", la manera de ver, la manera de vivir. "Quiero: queda limpio".
Esa limpieza es la que hace que esa persona deje de vivir excluido de todo y de todos... La mano de Jesús que le toca, que le mira con compasión, que le acoge. Estoy seguro de que la exclusión, el desamparo del leproso debía pesar como una losa de la tumba...
De ahí que, hoy, al escuchar este texto del evangelio, me lleguen estos dos sentimientos: Por un lado, la persona del leproso (junto con toda la multitud de personas marginadas y excluidas de nuestro mundo y nuestras sociedad)... y yo mismo que me creo que "ya estoy a salvo", del lado de los "escogidos" por Dios.
Por otro lado, la actitud y manera de actuar de Jesús de Nazaret. "Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó..." Y me digo que realmente lo que nos salva (a mí y a las personas marginadas y excluidas) es ese sentir lástima, extender la mano y tocarlas... Ése es el gran milagro y, entiendo, que ésa debe ser la actitud de las personas que quieren seguir el camino de Jesús. Porque sólo el sentir lástima, el extender la mano y tocar... es lo que hace que vaya entrando en el "reino de Dios".
Creo que Jesús me puede limpiar... Creo que si me acerco a él y me pongo en esa actitud, puedo cambiar y dejar de vivir excluido (colocándome entre los elegidos y salvados) y acercándome a su estilo de vida.
Creo, también, que si mi corazón comienza a llenarse de compasión, si extiendo la mano y toco a esos que, les llamemos como les llamemos, son verdaderos leprosos en nuestro mundo... Si actúo de esa manera, muchos quedarán limpios y podrán experimentar la acogida de Dios y habrá esperanza en su vida.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

sábado, 4 de febrero de 2012

El dolor con que miramos


5 de febrero 2012 - 5º domingo tiempo ordinario
"...Curó a muchos enfermos y expulsó muchos demonios..."
"...Se marchó al descampado y allí se puso a orar"
Son dos puntos que me hacen reflexionar.
A la hora de resumirlo me acordé de algo que proclaman en la Fundación Concordia: Que el camino de crecer en compasión y estilo de Jesús de Nazaret es "un proceso que depende del "dolor con que miramos"...
Hoy en día tenemos la sensación de que la vida de nuestra sociedad, de nuestro mundo, anda falta de valores, de ideales... Que nos mueven desde los hilos de los grandes medios de comunicación (la TV, las revistas, los múltiples medios que van destilando "modas y maneras de vivir" para "ser felices"). Y ponen en nuestro punto de mira: las cosas, el dinero, el bienestar, el divertirse, gozar todo lo que podamos haciéndonos creer que el mundo gira en torno nuestro, sin apercibirnos que nos mueven como a peones de ajedrez empujándonos al consumo y a pensar únicamente en nosotros mismos.
Quiero imaginarme a Jesús Nazaret en ese medio rural y de pescadores, en donde la vida no es nada fácil y sus gentes tratan de sobrevivir con lo poco que tienen...
"Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó..."
Es su manera, su estilo. 
Acercarse, tomar de la mano... Nuestro mundo (y todas las ideas que nos va metiendo en nuestras cabezas) parece tener miedo a "acercarse", a "tomar de la mano". Cualquiera sabe...! Y si son extranjeros..., gente sin papeles, ilegales... A lo mejor son delincuentes, ladrones... 
Los pobres, los "inútiles", los que no tienen medios, los ignorantes, los mal alimentados, todos esos "diferentes" a nosotros... ¿Cómo me voy a acercar a ellos? ¿Cómo les voy a dar la mano?
Todo eso es lo que entendía al leer este texto de Marcos. Y esa manera de resumirlo utilizando la frase de la fundación Concordia me parecía exacta: "...depende del dolor con que miramos". Si mi corazón se llena de compasión, si mis ojos ven en cada hombre y mujer a Dios mismo que se encarna, si me duele lo mal que lo están pasando, si me hace daño que pasen hambre, que no tengan para vestirse, que les falte casa, escuela, limpieza, trabajo...
Si se me encoge el corazón cuando me entero, entonces no me costará acercarme ni tomarles de la mano...
El otro punto que hace reflexionar es el que dice que "se marchó al descampado y allí se puso a orar".
Quiero señalar que cuando escucho o leo la palabra "orar" no entiendo todo eso de recitar oraciones, rezar padrenuestros y avemarías u otras devociones. Me dejo guiar, más bien, por la sencilla oración de Jesús de Nazaret: "Padre nuestro...". Sin necesidad de recitarlo, sin necesidad de repetir y repetir... Nuestro Padre ya sabe lo que necesitamos, lo que queremos... Es más bien un saborear lentamente lo que dice. No lo termino. Frecuentemente mi mente y mi corazón se asientan tratando de captar lo mejor posible el significado del "reino de Dios" (que venga, que vaya apareciendo en mi vida...), la "buena noticia" para los que andamos en esta vida tan llena de proclamas políticas, anuncios-basura, consumo a tope, problemas de todo tipo...
Orar para conectar con lo más íntimo de nuestro ser, con la razón de nuestra vida, lo que puede dar sentido a todo lo hacemos...
Y para mí es Jesús de Nazaret, su anuncio del reino de Dios, su estilo y manera de vivirlo...
A ver si consigo llenar mi corazón de toda la compasión posible... porque todo "depende del dolor con que miro" a mis hermanos.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Se acerca vuestra liberación

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