sábado, 20 de agosto de 2011

Qué grande es tu fe!


14 de agosto 2011 - 20º domingo tiempo ordinario
"Mujer, qué grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas..."

Cuántas veces se nos ha dicho y predicado esto de la fe... Tener fe, confiar, pedir... Y nos acercamos a la iglesia, nos arrodillamos ante las imágenes de los santos, de la virgen, de cristo crucificado pidiendo para las cosas más diversas: la curación de una enfermedad, aprobar un examen, tener éxito en algún trabajo, protección en un viaje...
La mujer cananea pedía por su hija que tenía un demonio dentro... como nosotros podríamos pedir por un hijo o por una hija que ha caído en la droga o que anda con malas compañías o que tiene problemas con su pareja...
Lo grande en esta escena que narra el evangelista es la intensidad y perseverancia de esa mujer. Es cananea. Es consciente de que no es judía. Sabe que es un atrevimiento andar solicitando la ayuda de un judío...; pero es su hija la que está mal. ¿Qué puede perder? Incluso ante esa comparación con los perros. No importa. También ella responde con agudeza: "Incluso los perros comen las migajas que caen de la mesa..."

Estoy pensando que en más de una ocasión nos comportamos como hijos malcriados. Ante cualquier necesidad acudimos a nuestro santo o santa preferida, ante la virgen de nuestro pueblo, ante la imagen milagrosa a pedir, a suplicar, a reclamar su intercesión y si hace falta el milagro que necesitamos. Y ponemos como preferente todo eso que venimos a suplicar. Como si nosotros marcáramos el camino que tenemos que seguir, las condiciones o pasos a dar...
Y la enfermedad sigue adelante. El problema no se resuelve. La dificultad sigue siendo la misma... ¿Es que no nos escucha? ¿Es que no se da cuenta? ¿Es que no tengo derecho a que me atienda?
Seguro que muchos de nosotros hemos pasado por situaciones parecidas. Ni la oración, ni la novena, ni el rezo del rosario, ni la penitencia hecha... han cambiado el resultado.
¿Es que no tenemos fe?
Suele ser la respuesta más frecuente, la más socorrida, la que más veces habremos escuchado.
Y no voy a decir que tenga mucha fe, que me pueda comparar con la cananea... No! Creo que no se trata de eso. Tenemos nuestra poquita fe, tenemos nuestra confianza y nuestra esperanza. Sólo que casi siempre la enfocamos hacia personas o cosas que no son definitivas, que no solucionan mi vida. Es como si mi fe fuera interesada, como si se tratara de una medicina que me cura de todo...
Y la fe, la respuesta a la buena noticia de Jesús de Nazaret no es tal medicina. Es más bien la confianza y entrega a esa manera nueva de vivir. Creer ante todo en la humanidad nueva, solidaria, justa, que comparte, que no oprime, que colabora, que se hace consciente de que esos hermanos más débiles y necesitados son Dios mismo hecho carne y que vivir de esa manera es el gran milagro, la gran noticia, la esperanza que anima mi vida...
Cuando comenzamos a tener eso comprendemos la palabra de Jesús: "si tuvieras fe como un grano de mostaza... " Moveríamos montañas.
"Mujer, qué grande es tu fe!" Y era cananea... Es como un guiño de humor. Tanto profeta, tanta Ley, tanto templo, tantas normas y mandamientos... y llega una mujer cananea y expresa una confianza y una esperanza especial.
Creo que cuando andamos por esos mundos de Dios nos encontramos con casos parecidos. Qué grande es tu fe! Qué buena gente! Qué solidaridad! Qué manera de compartir!...
"Que se cumpla lo que deseas!"

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