Mi realeza no es de aquí
24 de noviembre 2024
José Luis Sicre en su comentario al texto de este domingo nos trae el recuerdo y razón por la que la Iglesia (Pío XI) instituyó la fiesta de Cristo Rey: -"La Primera Guerra Mundial había terminado hacía siete años. Alemania, Francia, Italia, Rusia, Inglaterra, Austria, incluso los Estados Unidos, habían tenido millones de muertos. La crisis económica y social posterior fue tan dura que provocó la caída del zar y la instauración del régimen comunista en Rusia en 1917; la aparición del fascismo en Italia, con la marcha sobre Roma de Mussolini en 1922, y la del nazismo, con el Putsch de Hitler en 1923. Mientras en los Estados Unidos se vive una época de euforia económica, que llevará a la catástrofe de 1929, en Europa la situación de paro, hambre y tensiones sociales es terrible."
Entonces Pío XI escribe señalando que: “El haber alejado a Cristo y su ley de la propia vida, de la familia y de la sociedad”; y que “no podría haber esperanza de paz duradera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de Cristo Salvador”. Por eso, piensa que lo mejor que él puede hacer como Pontífice para renovar y reforzar la paz es “restaurar el Reino de Nuestro Señor”...
Se pregunta José L. Sicre: -"¿Se pueden resolver tantos problemas con la simple instauración de una fiesta en honor de Cristo Rey?, ¿conseguirá una fiesta cambiar los corazones de la gente? Los cien años que han pasado desde entonces demuestran que no."
Ahora nos toca a nosotros reflexionar y volver al mensaje de la Buena Noticia de Jesús de Nazaret. "Mi realeza no es de aquí".
Hemos vuelto, una y otra vez, a la proclamación de la Buena Nueva: "Está cerca el Reino de Dios. Convertíos!" Llamados a seguir las huellas de Jesús viviendo en fraternidad, teniendo al prójimo como referencia. Pendientes de los débiles, de los marginados y oprimidos, de los sin voz, de los que no cuentan... Poniendo como objetivo en nuestra vida la entrega y el servicio. Ése es el estilo del Maestro. No he venido a ser servido, sino a servir. Y el que quiera ser el primero, que se haga esclavo de los demás...
Creo que hemos vivido la religión como la solución y medicina de nuestros males, de los problemas que nosotros mismos hemos ido creando. Y está claro que ni las fiestas, ni las procesiones y novenas, ni las misas, ni todas las ceremonias que hagamos (por muy solemnes y vistosas que sean) nos llevan a esa conversión de corazón y a hacer realidad una sociedad de hermanos en la que nos importe, de verdad, lo que le ocurre a la población más débil y necesitada.
Fray Marcos escribía en su libro "A la fuente cada día": -Creo que la corona de oro, el cetro de plata y el suntuoso manto que le hemos colocado nosotros, llevan consigo mayor escarnio que los que le pusieron los soldados para hacerle burla y reírse de él".
Nos empeñamos en construir un Reino de Dios a nuestro antojo y medida.
El mismo Fray Marcos comenta en el libro que acaba de publicar: -“Nos sentimos tan a gusto con nuestro dios mental que no aceptamos que pueda ser una ilusión”. (¿Cuándo asumiremos que todo discurso sobre Dios tiene que ser siempre mítico y metafórico?) Dios no es un ídolo, pero tu dios sí… cuando premia y castiga, cuando te vigila constantemente, cuando te da gracias a capricho, cuando justifica la superioridad del varón, cuando lo encuentras fuera de ti o cuando te exige adoración y vasallaje..."
"Mi realeza no es de aquí..." Su entrega y servicio no fue un truco o una estrategia "para salvar el mundo" (como todavía repetimos). Su pasión, su cruz y su muerte fueron consecuencia de su fidelidad a Dios al que siempre se refiere como "padre-abbá" que es todo compasión, entrega, don, amor... por encima de la Ley, del Templo, de toda religión.
Aceptar ese camino es entrar en esa realeza que no es de aquí, entrar en el Reino de Dios. Lo demás no sirve de nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario