Esta despiertos en todo tiempo
Este domingo comenzamos el tiempo de Adviento. Acostumbramos a celebrarlo como una preparación a la Navidad: Los adornos, las luces, la compra de regalos, la reserva de comidas y fiestas... Todo lo vemos encaminado a esa fiesta que, poco a poco, se va difuminando para convertirse en preparativos de una época de fiestas que coincide con las vacaciones escolares, gran fiesta de fin de año y para completar nos encontraremos con otra fiesta que nos trae más regalos, la de los Reyes Magos.
¿Qué sentido tiene para nosotros el Adviento?
Solíamos decir que era la preparación a la Navidad, al nacimiento del Señor. Y todo lo que teníamos que hacer era prepararnos para recibirlo a ejemplo de los pastores o de los Reyes Magos.
Las luces del Adviento, la presentación y decoración del Belén, los textos escogidos del evangelio... para revivir el nacimiento del Salvador.
Llegaba nuestra salvación y lo celebrábamos como el acontecimiento más importante de nuestra vida, de la historia.
Sin quitar importancia a todo eso, me pregunto si el mensaje del evangelio nos lleva realmente a eso. La Buena Noticia del evangelio, su proclamación del reino de Dios, ¿va dirigida a celebrar el cumpleaños de Jesús? Por muy familiar que nos resulte, por algo tan lleno de ternura y amor hacia un recién nacido... ¿era eso lo más importante para Jesús de Nazaret?
Creo que no es acertado. Nos hemos entretenido en esa especie de preámbulo que nos ofrecen los evangelios de Lucas y Mateo y, muy posiblemente, hemos perdido el hilo del mensaje.
A lo largo de la presentación de la Buena Noticia, en las parábolas y comentarios, Jesús de Nazaret insiste una y otra vez en que estemos preparados, que estemos vigilantes, que pongamos atención al momento presente: "el mendigo a la puerta", "el prójimo que cayó en manos de los bandidos", "las vírgenes que esperan al novio... con sus lámparas encendidas", "el siervo que espera a su señor... y no sabe cuándo llegará"...
El Señor, Dios mismo, está ahí... y pasa.
Mi preparación, mi Adviento, es estar atento, vivir con un objetivo y estilo de vida que me hace percibir ese paso del Señor. Es la actitud que debe llenar mi vida. Entonces mi adviento es cada paso que voy dando en el que salgo al encuentro de nuestro Dios encarnado... Como nos dirá Jesús: "Porque tuve hambre y me disteis de comer, estaba desnudo y mes vestisteis, era un inmigrante marginado y me acogisteis, estaba oprimido y me liberasteis..."
Me viene a la mente una canción que escuché muchas veces siendo estudiante: "Rue des Longues Haies, L’inconnu passait". Es una canción que cantaba Aimé Duval, sacerdote francés.
"À l’heure matinale
Dedans ses habits sales
Mon Dieu comme il est pâle!
Ô vous qui cherchez le Bon Dieu
Dans les nuages,
Vous ne verrez jamais son visage,
Ô vous qui cherchez le Bon Dieu
Dans les nuages
Vous manquerez encore son dernier passage."
"Calle de largos setos, pasaba el desconocido
A una hora muy temprana, dentro de su ropa sucia. Oh, Dios, qué pálido está!
Ay, vosotros que buscáis a Dios en las nubes. Nunca veréis su cara.
Vosotros que buscáis a Dios en la nubes, os volveréis a perder su última pasada"
Eso es lo que me debe preocupar. Ahí va ese desconocido. No viste bien, no va elegante, no va a la moda. Cansado, agobiado, sin medios, empobrecido, marginado... "El desconocido pasaba" - "el Señor pasaba".
Que nuestro Adviento vaya adquiriendo ese sentido profundo y entendamos que se acerca nuestra liberación... Y por eso estamos despiertos en todo tiempo.
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