jueves, 11 de julio de 2024

Empezó a enviarlos de dos en dos

Les ordenó que no cogiesen nada para el camino

14 de julio 2024


La tradición de la Iglesia, a la que tantas veces se apela para confirmar la práctica y las normas que ordena o autoriza, tiene mucho que ver con una institución o una jerarquía y queda muy lejos del estilo que nos presenta el evangelio de hoy.

Marcos recoge detalles que debieron ser la manera de actuar de aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús.
Cuando aquellos hombres (los discípulos o apóstoles) estaban con Jesús de Nazaret no entendieron muy bien el mensaje o buena noticia que anunciaba el Maestro. El evangelio lo resaltará en más de una ocasión. Será mucho más tarde, después de la muerte de Jesús, en lo que llamamos el tiempo pascual... cuando se les abrieron los ojos y empezaron a captar la profundidad de la misión. Y la escena que presenta Marcos en su capítulo 6 es parte del estilo nuevo de las comunidades: -"Les ordenó que no cogiesen nada para el camino, excepto sólo un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; eso sí, calzaos sandalias, pero no os pongáis dos túnicas..."
Mensajeros equipados como la gente sencilla. No deben ir como mendigos cargando una alforja donde guardar sus cosas... Tampoco como ricos con dinero en la faja..., con dos túnicas...

La impresión general que ofrece nuestra Iglesia es bien diferente. Presentamos la fachada de una gran organización, con muchos medios y mucho poder. Organizada como una gran empresa en la que figuran unos directores, subdirectores, encargados, consejeros y... otros trabajadores. Luego están los clientes a los que se dirige y para los que trabaja. Una empresa con una programación muy ambiciosa y que pretende llegar a todo el mundo.
Siguiendo la tradición se nos ha hecho ver que todo eso era necesario para que la misión de la Iglesia pudiera llevar la Buena Noticia a todos los pueblos. Y eso comportaba el dinero en la faja (en el banco), la alforja con todo lo necesario para construir el reino (la iglesia, el catecumenado, la escuela, el hospital, el colegio, el seminario...)
La Iglesia, en este país y en todos los países del mundo, ha ido acompañada de toda una serie de aspectos, detalles, estructuras y posesiones que han ido escondiendo el mensaje propiamente dicho.

-"Ellos se fueron y se pusieron a predicar que se enmendaran...expulsaban muchos demonios y, además, ungían con aceite a muchos postrados y los curaban."
Era como seguir las huellas de Jesús de Nazaret: "El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed la buena noticia"...
Los seguidores del Maestro vivieron esa experiencia nueva, ese modo nuevo de vivir y se vieron impulsados a propagarla.

Como escribe Fray Marcos: -"La misión no es tarea de unos pocos, sino la consecuencia inevitable de la adhesión a Jesús. La misión no consiste en predicar sino en hacer un mundo cada vez más humano. No se trata de salvaguardar, a toda costa, doctrinas trasnochadas o normas morales que no humanizan. Menos aún en conservar unos ritos fosilizados que ya no dicen nada a nadie. El mensaje de Jesús no se puede meter en fórmulas. Todo el que atiende a la llamada, y vive lo que vivió Jesús, está cumpliendo la misión de hacer presente el Reino."

Entiendo que nuestras comunidades cristianas de hoy tienen que ir replanteándose su propia vivencia como seguidores de Jesús. Primero, nuestra adhesión al mensaje del Maestro. Nuestra conversión, asumir ese estilo nuevo en el que la fraternidad, la solidaridad y la compasión se convierten en distintivo de nuestra agrupación. Porque nuestra misión es, ante todo, vivir como hombres y mujeres nuevos, como nacidos de nuevo.

Recuerdo que hubo un tiempo en el que muchos sacerdotes (en Francia) se hicieron ese planteamiento. Se hicieron obreros y declararon a Francia "país de misión". Hoy en día, cualquier país de Europa o de América o de cualquier otro continente se puede declarar país de misión. Porque nuestra misión está aquí, a nuestro lado, en nuestro barrio. Y todos (hombres-mujeres) estamos invitados (llamados y enviados). Porque nos entusiasma el mensaje de Jesús de Nazaret. Porque entendemos que es el estilo nuevo que puede hacer nuestro mundo y nuestra sociedad más humana, más a la manera de hijos de Dios, ese Dios al que llamamos "papá-mamá" (Abbá).

Ese modo de vivir es convertirnos en levadura y sal, como indicaba Jesús al dirigirse a sus seguidores.
Pero si lo que anunciamos y propagamos es nuestra estructura y organización (con todas sus normas, mandamientos, ritos, ceremonias y sacramentos), me temo que no estamos ayudando nada al reino de Dios.

Texto del evangelio de MARCOS 6, 7-13


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