...que se entrega por sus ovejas
21 de abril 2024
-"En primer lugar, es el soporte de mi existencia. Corremos el riesgo de pensar que somos unos seres arrojados a este mundo sin otro propósito que deambular por la vida hasta que la muerte nos devuelva a la nada de la que procedemos, y Jesús nos dice que no; que detrás de todo esto está Dios. Pero no se limita a ello, sino que nos dice, además, cómo es Dios; que Dios no es un arcano inaccesible; que Dios es Abbá, que nos ama..."
Y ahí arranca la vivencia extraordinaria de Jesús de Nazaret. Una vez que descubres que Dios (ese ser invisible y que nos ha parecido siempre tan lejanos e inaccesible) es ese aliento cercano, creador, alentador y purificador que no nos abandona nunca... Que nos ama cómo sólo hemos podido experimentar en nuestros padres y madres... Que todos, sí todos y todas somos sus hijos/hijas. Que no hay nadie especial o pueblo escogido, ni religión especial preferida... Que todos y todas somos hermanos, parte de esta misma humanidad (surgida, creada y mantenida en sus diferentes evoluciones)... A partir de ahí llega esa exigencia de vivir como hermanos, de querernos y cuidarnos como tales comenzando por los más débiles, por los más necesitados, por los dejados en el camino, por los oprimidos y marginados...
Jesús de Nazaret nos ha señalado el camino y nos invita a caminar con él. No es que él se proponga como el líder, el cacique, el mismo pastor... Él se presenta como un servidor y a eso nos invita. Servir a la propia comunidad de hermanos, a mi propia humanidad...
¿No es eso lo que hacen nuestras madres y padres? Cuidan con mimo al más débil, al más necesitado, al enfermo, al que no puede, al que se resiste, al que se niega, al que se enfada, al que escapa... Y todo eso lo vió y lo experimentó Jesús. Y sus cuentos y parábolas hablan en ese sentido...
"Es también mi referencia vital.-Sigue el comentario Miguel Ángel- Somos propensos a entusiasmarnos con lo que no merece la pena, a optar por lo que no nos conviene; por lo que estropea nuestra vida, y Jesús nos muestra el camino para vivirla de verdad, para no echarla a perder. Y ese camino pasa por convertirnos en servidores, por perdonar siempre a los que nos ofenden, por ser misericordiosos, por compadecer a los que sufren, por conformarnos con poco, por compartir con los que no tienen; por trabajar por la paz y la justicia… En definitiva, por no tratar de hacer de este mundo una morada definitiva, sino el camino que nos dirige a nuestro destino..."
Todo eso, como escribe Miguel Ángel, es lo que tiene que dar sentido a nuestra vida. La respuesta a esa invitación que sigue vibrando: El Reino de Dios. Vivir al estilo de Dios haciendo que nuestra humanidad, nuestro pueblo, nuestro barrio, nuestra casa adquiera esos rasgos de ternura y compasión, de solidaridad y de entrega, de empatía y de servicio. Es mi pequeño grano de arena para que llegue el reino de Dios, para que cambie nuestro modo de pensar, de vivir y de actuar.
Visto de esa manera sí puedo pensar y decir que Jesús de Nazaret es mi buen pastor que entrega su vida por sus ovejas... Y en él me tengo que mirar yo y caminar tras sus huellas.
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