jueves, 3 de febrero de 2022

Rema mar adentro, donde no hagas pie

Fiado en tu palabra, echaré las redes

6 de febrero 2022





Son muchas las lecturas -como comenta Inma Calvo- que se pueden plantear a raíz del relato evangélico de este domingo. La confianza en Dios que supone remar mar adentro, donde no hacemos pie; la vocación de los discípulos llamados a ser pescadores (rescatadores) de hombres; la generosidad de dejarlo todo para seguir a Jesús; el pecado y la culpa en la reacción de Pedro; etc. Cada uno de nuestros comentaristas nos da un enfoque distinto y entre todos completan un mosaico muy enriquecedor.

El informe de Oxfam, comentado por Monseñor Lozano, nos habla de la desigualdad creciente en nuestra sociedad. Siguiendo con la simbología del relato, la pesca puede ser muy abundante, pero la avaricia y el acaparamiento de algunos provoca que no haya peces para todos."

Efectivamente, el texto del evangelio que escuchamos/leemos este domingo nos permite todas esas lecturas: "Rema mar adentro" - "Fiado en tu palabra, echaré las redes" - "Desde ahora serás pescador de hombres" - "Dejándolo todo, lo siguieron".


Hoy me hace reflexionar la palabra de Pedro: "Fiado en tu palabra, echaré las redes."

No es la primera vez que escuchamos o leemos estas palabras. Hemos recibido todo tipo de explicaciones y comentarios. Y nos han exhortado a seguir el ejemplo de Pedro y fiarnos de la palabra de Jesús... Pero, tal vez, esa palabra no llegaba a ser algo personal, una respuesta que afectará a nuestra vida.

Fiado en tu palabra...

¿A qué palabra se refiere? Si Jesús de Nazaret me dice a mi: Rema mar adentro, donde no hagas pie... ¿De qué me está hablando? Porque no se refiere a ninguna barca, ni me habla de coger una barca y ponerme a remar hacia alta mar... ¿Entonces?


Por encima y más allá de todos los signos y milagros hay una Palabra que marca su vida y debe hacerlo en la nuestra: "El reino de Dios está cerca, convertíos". Y no parece que hablara de ir a confesarse o hacer penitencia o de rezar más... Es algo más profundo que, me parece, debe marcar nuestra vida. Y es como darle la vuelta a nuestro modo de vivir; poner en nuestra agenda, en nuestro móvil o donde sea, que nuestro objetivo número uno es vivir como hermanos, crecer en humanidad, en solidaridad. 

Si no entendemos eso es que hemos perdido el camino. Oímos campanas y no sabemos donde, como se dice. Posiblemente seguiremos haciendo cosas buenas, yendo a misa, rezando todo lo que nos han enseñado, cumpliendo los mandamientos... Todo como el mejor camino para salvarnos; pero seguiremos sin pescar nada en nuestra vida.

Y es que el reino de Dios no es algo individual, algo que tenga que ver únicamente con mi conciencia, con mi espíritu.

El reino de Dios, esa palabra de Jesús es para que el Reino llegue a nuestro mundo, a nuestra sociedad, a nuestro barrio, a mi comunidad y a mi casa... Tiene que hacer que mi vida, mis costumbres, se vea marcada por su dinámica, por la ilusión y la alegría de caminar hacia algo que está por encima de todo lo demás.


¿Imposible? Es quizás lo primero que sentimos todos (o casi todos). Nos miramos y nos sentimos como Pedro ("apártate de mi, soy un pobre pecador"). Se nos ha insistido tanto en que somos "pobres pecadores" que no nos vemos con posibilidades de seguir el camino de Jesús de Nazaret... No terminamos de fiarnos de su palabra. Y acabamos pensando que eso del Reino de Dios no es para este mundo. Mejor si lo dejamos para el más allá.


"Fiado en tu palabra, echaré las redes"

Creo que ésa es la invitación que recibimos hoy. Soy consciente de mi pequeñez, de lo poco que valgo, de la poca influencia que tengo sobre los demás...; pero es ahí, precisamente, que voy a echar mis redes. Es en mi casa, en mi ambiente, en mi vida real que me voy a fiar de su palabra y voy a intentar vivir "siguiendo sus huellas", centrándome en lo que tiene que ser el objetivo número uno de cualquier seguidor suyo.


Texto del evangelio de LUCAS 5, 1-11

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