jueves, 10 de febrero de 2022

Felices por ser humanos y solidarios

En busca de la felicidad

13 de febrero 2022

Para este domingo la Iglesia nos propone el sermón de la montaña: Las Bienaventuranzas.


A pesar de haberlo escuchado tantas veces, a pesar de todo lo que nos han explicado y predicado, nos encontramos perdidos: "Dichosos los pobres...; dichosos los que pasan hambre...; dichosos los que lloran..."

No es nada fácil. Y como comenta Fray Marcos"la interpretación literal no tiene ni pies ni cabeza. El colmo del cinismo llegó cuando se intentó convencer al pobre de que aguantara estoicamente su pobreza, incluso diera gracias a Dios por ella, porque se lo iba a pagar con creces en el más allá. Si para mantener la esperanza tenemos que echar mano de un más allá, malo."

"No se puede separar el primer término de cada propuesta del segundo. A nadie se le ocurriría decir al que lleva dos días sin comer: ¡Qué suerte tienes! Debías estar feliz y contento. Sería dar a entender que Dios está encantado de que la gente sufra..."


Si algo está claro en la Buena Noticia de Jesús de Nazaret es que Dios (el Dios al que llama Abba = papá) está en contra de toda injusticia, en contra de toda opresión y marginación. Entonces al proclamar las "bienaventuranzas" es seguro que está señalando en qué dirección nos tenemos que mover.

Felices y dichosos los pobres, los que carecen de poder y de dinero porque "no son causa de que otros sufran". Dichosos si, a pesar de su pobreza, son "capaces de ser humanos y solidarios"... "porque sobre vosotros reina Dios"

Y también el grito de atención a los ricos: "Ay de vosotros los ricos porque ponéis vuestra confianza en el poder y el dinero y os desentendéis de vuestros hermanos...", haciéndoos cada vez más inhumanos.

Es increíble como el mundo rico (y la Iglesia incluída) ha buscado todas las formas posibles para justificar la acumulación de riquezas y de poder. Sobre todo cuando comenzamos a entender que los pobres no son pobres "por casualidad", ni porque "Dios así lo ha querido", ni por "mala suerte"... No! La enorme riqueza de unos pocos es la causa de la miseria de muchos. Su acumulación de poder es la que provoca el hambre, la marginación y la opresión de muchísimos.

Y es precisamente ahí donde tengo que ser capaz de descubrir el espíritu y aliento de Dios: Si nuestra vida, nuestros actos, nuestras actitudes hacen que seamos más humanos, si en mi pequeñez, en mi poco poder, intento acoger y dar la mano a la persona que la necesita... por ahí anda Dios. Y aunque me falten muchas cosas, aunque me cueste llegar a final de mes... ¡dichoso!  porque en mi vida reina Dios.

No me canso de repetirme que el mensaje profundo de Jesús de Nazaret (en su vida, en sus actos, en sus palabras) siempre es el mismo: "el reino de Dios está en medio de vosotros, convertíos, cambiad y lo descubriréis..."

Y si respondo a esa invitación, estoy seguro de que seré feliz. 
Y, finalmente, lo que importa en esta vida es ser felices...
Y es ahí donde se nos plantean las preguntas: Ser felices... ¿cómo?, ¿con qué?, ¿de qué modo?
Jesús propuso, también, la parábola del pobre Lázaro (el mendigo) y el rico Epulón...
Es posible que alguno de nosotros pase al lado de ese mendigo sin verlo, sin saber que está ahí, su necesidad, su indigencia, su desnudez y miseria...
 
Tengo que ser yo mismo quien responda a esas preguntas.
Una vez un joven se acercó a Jesús y le preguntó: -¿qué tengo que hacer para vivir de verdad... para ser feliz?

Descubrirlo es parecido a lo que dice Jesús en una parábola: "...se parece a la persona que encuentra un tesoro escondido... Entonces va, vende todo lo que tiene y compra el campo donde está el tesoro..."


Texto del evangelio de LUCAS 6,17.20-26


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