Entre humildes y hambrientos
15 de agosto 2021
Celebramos la fiesta de la Asunción. Una fiesta muy popular. Es el tiempo de las fiestas de nuestros pueblos. Estamos en plenas vacaciones (aunque este año se vean limitadas y condicionadas).
Por otra parte, celebrar la fiesta de la madre de Jesús de Nazaret siempre nos ha parecido muy bien. Algo así como celebrar la fiesta de la madre de todos.... Lo que resulta un buen motivo de fiesta.
Sin embargo, me atrevería a añadir que no nos hemos fijado mucho ne el comentario de fondo que añade el evangelio de Lucas. Y es que lo de ver (por lo menos con la imaginación) a María "subiendo" a los cielos nos puede parecer muy bonito y poético; pero creo que, al igual que el resto de lo textos del evangelio, está marcando siempre el mismo mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios.
Y ahí está el Canto que pone en boca de María el texto del evangelio de Lucas:
“Mi alma alaba la grandeza del Señor.
Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora me llamarán dichosa;
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas..."
Ese Canto de alabanza, que hemos repetido muchas veces, lo rezamos y cantamos como algo maravilloso vivido por María, la madre de Jesús de Nazaret y, quizás, no nos hemos parado a pensar que es, ante todo, un Canto a nuestro Padre. El que pone sus ojos en todas las personas, el que hace maravillas, el compasivo y misericordioso...
Y ese canto enlaza con todas las parábolas de Jesús, en su estilo de vida, en lo que expresaba en su mensaje, en su demanda de conversión... Dios, nuestro padre, que se fija en los humildes y hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías, derriba a los poderosos y deshace los planes de los orgullosos...
Es la invitación que nos hace el Mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios.
Creo que podemos afirmar que Jesús de Nazaret (al igual que todos nosotros) escuchó y aprendió de labios de su madre muchas de esas cosas. María, una mujer de Nazaret, casi sin más títulos que ser ama de casa, la que guardaba tantas cosas en su corazón, ponía su vida y su confianza en manos de Dios... Como tantas personas humildes y hambrientas.
Hoy, en esta fiesta de Asunción, podemos escuchar y sentir esa invitación a hacer nuestro el mensaje de ese canto precioso. Y, ya puestos, sentirnos en camino hacia ese mundo nuevo compasivo y fraterno que nos ayude a ver nuestro mundo, nuestra sociedad y a las personas que nos rodean desde la óptica del Señor.
Texto del evangelio de Lucas 1,39-56
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