viernes, 30 de julio de 2021

Creer en Jesús de Nazaret

El pan de la vida

1 de agosto 2021

 

Cristiano de muchos años, de muchas eucaristías y de muchas explicaciones, al escuchar el evangelio de este fin de semana me pregunto una y otra vez qué significa para mí eso de "creer en Jesús". Tal vez, a fuerza de repetirlo, se ha convertido en algo que damos por supuesto. Es una rutina y una definición que llevamos en nuestro interior y se compone de frases, definiciones y textos aprendidos. O sea fácilmente aprobaremos el examen oral.


Sí, pero y el examen práctico? Quiero decir, nuestra práctica como seguidores del Maestro Jesús de Nazaret -¿Cuál es? ¿Hasta dónde llega?

El texto del evangelio de Juan pone en boca de los que estaban con Jesús esta pregunta: - ¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?

Entiendo, pues, que creer y ser seguidor de Jesús es, ante todo, trabajar en lo que Dios quiere. 

No se trata de saber respuestas, conocer y explicar los misterios de la religión, practicar con asiduidad ciertas devociones, rezar ciertos textos (por muy sagrados que sean)... No, trabajar en lo que Dios quiere.


«Creer en Jesús», como escribe José Antonio Pagola, es vivir y trabajar por algo último y decisivo: esforzarse por un mundo más humano y justo; hacer más real y más creíble la paternidad de Dios; no olvidar a quienes corren el riesgo de quedar olvidados por todos, incluso por las religiones. Y hacer todo esto sabiendo que nuestro pequeño compromiso, siempre pobre y limitado, es el trabajo más humano que podemos hacer."

O sea, saboreando lo que explica José A. Pagola, «Creer en Jesús» es configurar la vida desde él, convencidos de que su vida fue verdadera. Una vida que conduce a la plenitud del ser humano. Que nos aporta ese algo que puede saciar las aspiraciones de cualquier hombre y mujer. 

Mi segundo punto de reflexión es la afirmación que el texto de Juan pone en boca de Jesús: Yo soy el pan de la vida.

La tradición de la Iglesia y nuestra práctica religiosa han hecho de la Eucaristía el centro de nuestra vida religiosa. Con ilusión y emoción preparamos y vivimos la Primera Comunión. Hemos participado en fiestas y celebraciones en las que nos llenaba de emoción la multitud, los cantos, las flores y los adornos; tal vez la presencia del Papa, de los obispos, de tantas y tantas personas que vibraban en torno a la Eucaristía.

Pero, ahora y en más de una ocasión, me he hecho esta pregunta: -¿La eucaristía que compartimos es para mí el pan de la vida? Después de tantas misas y comuniones, tendríamos que tener una vida tan plena que debería notarse sin necesidad de explicaciones.

El comentario final de Fray Marcos me ayuda a entrever la profundidad y el compromiso que supone hacer caso a la propuesta de Jesús de Nazaret: -"Lo que propone Jesús está en contra de toda lógica. Está diciendo que el pan que da Vida no es el pan que se come, sino el pan que se da. Si te conviertes en pan como él, entonces, ese darte se convertirá en Vida. Jesús no invita a buscar la propia perfección, sino a desarrollar la capacidad de darse a sí mismo. Solo dándote, superarás el egoísmo y alcanzarás la plenitud."

En ese mismo sentido recuerdo haber leído que lo que importa y fundamental de la Eucaristía es el hacer y repetir el gesto de Jesús de Nazaret: Ser pan que se parte y se reparte. Al participar del pan y del vino en la cena del Señor revivo y me comprometo a hacer mío ese estilo de vida. Y lo hago en comunión con muchas hermanas y hermanos que quieren hacer realidad ese mundo más justo y más humano, al estilo de la vida de Dios mismo (nuestro Padre). Entonces ir a misa y comulgar me empuja a trabajar en lo que Dios quiere y las personas que formamos la comunidad de seguidores nos convertimos, también, en pan de la vida unidos a Jesús como racimos a la vid.

Texto del evangelio de Juan 6, 24-35

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