Escúchalo!
28 de Febrero de 2021 - II Domingo de Cuaresma
Seguimos con la Cuaresma y la lectura del evangelio de Marcos. Y este fin de semana escuchamos y/o leemos el relato de lo que se llama la Transfiguración, un texto que nos habla de que Jesús subió a un monte alto con tres de sus discípulos y allí se transfiguró hablando con Moisés y Elías y, mientras hablaba, oyeron una voz que les decía: "Éste es mi hijo amado, escuchadlo!"Todos recordamos, más o menos, ese texto. Lo que se nos hace más difícil es llegar a entenderlo. Si sucedió o no, si realmente se aparecieron Moisés y Elías, si escucharon esa voz que les llegaba desde las nubes...
Me ha ayudado mucho, además de entender su sentido más profundo, lo que escribe Fray Marcos: "La manera de construir el relato quiere demostrar que lo que descubrieron de Jesús después de su muerte, ya estaba en él durante su vida, solo que no fueron capaces de apreciarlo. Jesús fue siempre lo que se quiere contar en este relato, antes de la muerte y después de ella. Lo que hay de divino en Jesús está en su humanidad, no está añadido a ella en un momento determinado..."
Esto es como escuchar el comentario que hace la primera comunidad de seguidores de Jesús (empezando por sus seguidores más cercanos). Este Jesús, al que queremos seguir, tiene y está lleno del espíritu de Dios, es su hijo amado. Escuchadlo! Les costó descubrirlo, les costó entender su mensaje, les costó entender las parábolas del reino de Dios.
Bueno, algo como lo que nos pasa a nosotros. Después de tantos años de religión, de misas oídas, de prácticas religiosas... apenas si llegamos a lo que expresa la actitud de Pedro (ante la aparición de Moisés y Elías en la montaña): ¡Qué bien se está aquí. Hagamos tres tiendas, una para tí, otra para Moisés y otra para Elías!".
El entusiasmo de una gran misa cantada, de un coro maravilloso en la iglesia, una procesión hermosa con muchísima gente...
Seguir las huellas de Jesús de Nazaret no es nada de eso, ni siquiera es saber, decir o recitar el credo. Es más bien, vivir como Jesús de Nazaret.
Así lo expresa José Antonio Pagola: "Para ser cristiano, lo más decisivo no es qué cosas cree una persona, sino qué relación vive con Jesús. Las creencias, por lo general, no cambian nuestra vida. Uno puede creer que existe Dios, que Jesús ha resucitado y muchas cosas más, pero no ser un buen cristiano.
Lo importante no es creer en Moisés ni en Elías, sino escuchar a Jesús y oír su voz, la del Hijo amado. Lo más decisivo no es creer en la tradición ni en las instituciones, sino centrar nuestra vida en Jesús."
Se trata de vivir de una manera diferente. Los primeros seguidores, finalmente, (después de seguirlo, después de su pasión y muerte, después de sentir y experimentar lo que llamaron resurreción) comenzaron a entender que el espíritu (el aliento, la vida) de Dios estaba con él, que lo que le movía era esa vida... (Y dice Pedro "que por eso pasó haciendo el bien y curando a todos...").
Cuando comenzamos a escucharlo, cuando nos decidimos a seguir sus huellas, como escribe José A. Pagola: "Desde Jesús podemos vivir de manera diferente. Ya las personas no son simplemente atractivas o desagradables, interesantes o sin interés. Los problemas no son asunto de cada cual. El mundo no es un campo de batalla donde cada uno se defiende como puede. Nos empieza a doler el sufrimiento de los más indefensos. Nos atrevemos a trabajar por un mundo un poco más humano. Nos podemos parecer más a Jesús..."
Aún estamos a tiempo. Seguimos invitados a cambiar y a acoger el reino de Dios.
Texto del evangelio de Marcos (9,2-10)
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