5 de abril - Domingo de Ramos
Damos comienzo a la Semana Santa. Domingo de Ramos. Este año, las circunstancias actuales nos invitan a vivir una Semana Santa recogida, como hacia adentro.
Después de tantos años de vida cristiana, me pregunto qué significado y sentido tiene para mí toda esta celebración. Y lo digo porque reflexionando, tanto en lo exterior como en lo interior, parece como si diera por hecho que Jesús de Nazaret ya hizo todo. Después de predicar y predicar por toda Palestina, termina y cumple su misión muriendo en la cruz... Porque vino a salvarnos. Y por eso celebramos toda esta Semana Santa recorriendo todos los pasos del Vía Crucis, desde la entrada triunfal en Jerusalén hasta la Resurrección... Y cantamos o gritamos Aleluia!!!, como si gritáramos ¡Campeón!...
Y nos sentimos alegres y felices porque ya estamos salvados... Es nuestro Superman, pero a lo grande, como Hijo de Dios que nos ha hecho el milagro de darnos la vida eterna...
Y ahí viene mi reflexión.
La vida y la muerte de Jesús de Nazaret tuvo y tiene, de verdad, ese sentido? Significa realmente eso? Mira que se ha dicho y predicado, casi machaconamente, eso.
Como que no me cuadra. Leyendo y releyendo el mensaje de Jesús a lo largo y a lo ancho de Palestina... nunca nos ha dado a entender eso. Que Él ha venido a morir en la cruz para salvarnos. Nunca nos dice: No os preocupéis que yo os salvaré...
Me parece mucho más claro y directo cuando proclama: Está cerca el reino de Dios. ¡Convertíos! Cambiad vuestra manera de vivir y de pensar... Es un invitación a vivir a su manera, a la manera de Dios. Y si nos decidimos a vivir así, entonces estaremos entrando en la salvación de Dios, en su reino.
La vida y la muerte de Jesús de Nazaret.
Me parece tan acertado y profundo lo que escribe Fray Marcos: "La muerte de Jesús no fue ni exigida, ni programada, ni permitida por Dios. El Dios de Jesús no necesita sangre para poder perdonarnos. Seguir hablando de la muerte de Jesús como condición para que Dios nos libre de nuestros pecados, es la negación más rotunda del Dios de Jesús..."
Entonces en esta celebración del Domingo de Ramos qué voy a celebrar y/o revivir?
Pues voy a celebrar la vida de Jesús, su manera de enfrentarse al día a día, con su corazón fijo en ese Dios al que llama abbá (papá/mamá) y que es su objetivo y su fin constante. Su relación con el dolor, con la soledad, con la marginación, con la enfermedad... En todo momento mira y actúa con la sensibilidad y atención de ese Dios, padre lleno de compasión y ternura...
Todo eso quiero celebrar y tratar de hacerlo mío. Y puedo decirle: -Bendito seas, Jesús de Nazaret, porque nos abres los ojos; nos dices que puedo levantarme y andar; que salga de esa vía muerta; que tenemos que celebrar que descubrimos nuestros errores y volvemos a la vida; que, contigo, entendemos que es más importante la persona (cualquier persona) que todas las leyes y mandamientos de la institución religiosa o civil...
Hosanna! Viva! Aupa! Aurrera! Con ramos o sin ramos... ésa será mi oración, mi pensamiento y mi más profundo deseo.
Texto del evangelio de Mateo (26,14–27,66)
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