8 de marzo
Este fin de semana escuchamos el texto del evangelio de Mateo en el que narra la transfiguración de Jesús en el Monte Tabor... Los expertos y entendidos nos aseguran que se trata de una narración hecha a partir de la experiencia de Pascua...
Como escribe Fray Marcos: En la experiencia pascual descubrieron los discípulos lo que era Jesús. Todo lo que descubrieron después de su muerte, estaba ya presente en él cuando andaban por los caminos de Palestina... Los exégetas apuntan a que estamos ante un relato pascual. Si se retrotrae a la vida terrena es con el fin de hacer ver que Jesús fue siempre un ser divino... Una vez que, descubrieron en la experiencia Pascual, lo que Jesús era, trataron de comunicar esa vivencia que les había dado Vida. Para hacerlo creíble, lo colocaron en la vida terrena de Jesús, justo antes del anuncio de la pasión. Así disimulaban la ceguera que les había impedido descubrir quién era...
Dos cosas me llaman la atención: Primera - Sólo después de su experiencia pascual (la condena de Jesús, la sentencia y la muerte... y el abrirse su mente y su corazón a la resurrección y vida de Jesús) son capaces de captar la profundidad y verdadera divinidad del Maestro.
Segunda - La palabra que ponen en boca de Jesús: No tengáis miedo! junto con la voz que les dice: Éste es mi hijo, el Amado; escuchadle.
Son como dos preguntas que me hago yo mismo. ¿Hasta dónde llega mi experiencia pascual? Aquellos hombres y mujeres caminaron y comieron con Jesús. Escucharon su mensaje. Vieron todo lo que hacía... Y, sin embargo, en el momento más duro lo dejaron solo.
Creo que nuestra Iglesia (y nosotros mismos) tenemos miedo. No acabamos de aceptar a Jesús y su proyecto (la Buena Noticia del Reino de Dios). Acogerlo y hacerlo nuestro...! Algo que tiene que ver mucho con la humanidad, con los hombres y mujeres de nuestro entorno; con la Vida. A ver si logramos hacerla más humana y solidaria, más justa y compasiva. Como que nos resulta más fácil lo de cumplir con ritos, normas y mandamientos... y así alcanzar la vida eterna...
Como escribe Fray Marcos: "No podemos seguir pensando en un Jesús que lleva escondido el comodín de la divinidad, para sacarlo en los momentos de dificultad. En la oración del huerto quedó muy claro. Lo que hay de Dios en él está en su humanidad..." Por eso tenemos que ahondar en el conocimiento de Jesús. Los evangelios nos cuentan las cosas que decía, lo que hacía, cómo vivía, cómo se dirigía a la gente... Ahí descubriremos todo lo que hay de divino. Creo que eso mucho más importante que todos los estudios, todos los proyectos, todos los éxitos y todos los conocimientos. Porque seguir las huellas de Jesús compromete nuestra vida.
"Probablemente -escribe José Ant. Pagola- es el miedo lo que más paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo...Tenemos miedo a anteponer la misericordia por encima de todo, olvidando que la Iglesia no ha recibido el «ministerio del juicio y la condena», sino el «ministerio de la reconciliación»..."
Y, como resumen, me gusta repetirme una y mil veces lo que comenta Fray Marcos: "Escuchar al Hijo no es aceptar una doctrina que él trasmite por su palabra sino transformarse en él y vivir como él vivió, ser capaces de manifestar el amor a través del don total de sí... La plenitud del hombre está en la entrega total. No está la resurrección después de la muerte ni la dicha después del sufrimiento. La Vida y la gloria están allí donde hay amor.
Texto del evangelio de Mateo 17, 1-9
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